Perspectiva #13 del Libro de Moisés
Moisés 7:38
Con la contribución de Jeffrey M. Bradshaw
1 Enoc sobre la condena eterna de los inicuos
La conclusión de la historia de la rebelión de los Vigilantes en 1 Enoc es su terrible atadura y encarcelamiento eterno1:
Y a Miguel le dijo el Señor:
Ve, informa a Semyaza y a los otros que están con él,… átalos… bajo los collados de la tierra hasta el día de su juicio definitivo … En ese día serán enviados al abismo del fuego, al tormento, y serán encadenados en prisión eternamente.
La ilustración de Blake de arriba ilustra el Canto 31 de la Divina Comedia de Dante. Después de ver lo que él erróneamente cree que es un anillo de torres que rodean un abismo central, Virgilio le cuenta a Dante sobre los Gigantes que están hundidos hasta la cintura en un pozo cuyo enorme desnivel conduce a Cocito, un gran lago helado de la región más baja del infierno. Su rebelión desafiante, nacida de la misma envidia y orgullo que gobernaba a los ángeles caídos que “llovían del cielo” en el principio2, fue más terrible y destructiva debido a la unión de sus malos deseos con la fuerza bruta de su poderosa estatura. Ahora reducidos a pálidas formas montañosas en medio del caos, permanecen eternamente inmóviles ante los poderosos fuegos de los relámpagos en el cielo y las bruscas ráfagas de los vientos gélidos que se arremolinan desde abajo.
Arrepentimiento y salvación para los inicuos
Tanto el Libro de Moisés como el Libro de los Gigantes contienen una “predicción de la destrucción total y el encarcelamiento que vendrá después”3 que es similar en algunos aspectos a 1 Enoc. En el Libro de Moisés leemos4:
Mas he aquí, estos … morirán en los diluvios; y he aquí, los encerraré; he preparado una prisión para ellos.
Asimismo, en el Libro de los Gigantes leemos5: “[A] nosotros nos ha apresado y a [ustedes los] ha dominado”.
Aunque estos tres relatos son similares en términos generales, hay una diferencia importante entre la perspectiva de 1 Enoc y la que se encuentra en el Libro de Moisés y el Libro de los Gigantes, concretamente, la posibilidad de arrepentimiento y salvación para aquellos que han pecado6. Jed Woodworth resume7:
¿Cuál es el destino de los que perecen en el diluvio? En [1 Enoc], hay un solo destino: el castigo eterno. Aquellos que son destruidos en el diluvio están fuera de la redención. Para que Dios los perdone, los pecadores deben sufrir para siempre. Enoc no tiene nada que decir porque Dios no tiene ningún lado misericordioso al que apelar. Sin embargo, en [el relato del Libro de Moisés], el castigo tiene un final. El lado misericordioso de Dios le permite a Enoc hablar y ser escuchado. Dios y Enoc hablan un lenguaje común: la misericordia. “Anímese tu corazón, regocíjate y mira”, le dice Dios a Enoc después del diluvio8. Todavía hay esperanza para los inicuos9:
[L]os encerraré; he preparado una prisión para ellos. Y Aquel a quien he escogido ha abogado ante mi faz. Por consiguiente, él padece por los pecados de ellos, si es que se arrepienten el día en que mi Elegido vuelva a mí, y hasta ese día se verán atormentados.
El papel del Mesías en [1 Enoc 45–47] y en [el Libro de Moisés] funcionan de manera diferente. En [el Libro de Moisés], el Elegido vendrá a la tierra en el meridiano de los tiempos para rescatar a los pecadores de la época de Enoc. Después de la muerte y resurrección del Mesías, “salieron cuantos espíritus se hallaban en la prisión, y se pusieron a la diestra de Dios”10. El personaje del Mesías en [1 Enoc] no desciende a la tierra y es secundario al texto; preside a los “elegidos” alrededor del trono de Dios11 pero no rescata a los pecadores de la época de Enoc. “En el día de la angustia el mal [todavía] se acumulará sobre los pecadores”12, le dice a Enoc [en ese relato].
Aunque el Libro de los Gigantes tampoco contempla la posibilidad de salvación para los gibborim una vez que hayan muerto en sus pecados (a diferencia del Libro de Moisés), sí registra la esperanza que Enoc les da si se arrepienten en esta vida13: “Ahora, pues, desata tus cadenas [de pecado]… y ora”14. Las imágenes de pecadores arrepentidos suplicando perdón pueden ser precisamente lo que vemos en la pintura de la cosmología maniquea que se muestra arriba15.
Asimismo, en Moisés 6:57, Enoc predica que no es demasiado tarde para los inicuos si escuchan el mandamiento del Señor, que “todos los hombres, en todas partes, se arrepientan”16. En este sentido, la perspectiva del Libro de Moisés y el Libro de los Gigantes hacia los adversarios de Enoc son similares entre sí y diferentes de 1 Enoc.
¿Hay evidencia en el Libro de los Gigantes de que alguno de los gibborim se haya arrepentido? Aunque no encontramos ninguna prueba en los fragmentos actualmente conocidos del Libro de los Gigantes de Qumrán, pueden encontrarse indicios de que algunos de los gibborim respondieron al llamado de Enoc al arrepentimiento en un manuscrito de una versión maniquea del Libro de los Gigantes. Como lo resume Matthew Goff17:
Según el Texto G, la mitad de los gigantes es trasladada hacia el oeste y la otra hacia el este. El grupo del oeste es reubicado en ciudades construidas específicamente para ellos: treinta y dos ciudades en un área cerca al monte Semeru, el omphalos mundi [es decir, “el ombligo del mundo”, el centro de lo sagrado (véase ¿el recogimiento de los justos en la ciudad de Enoc?)] de la tradición india18. No se explica por qué los gigantes son ubicados en las ciudades. La segmentación de los gigantes a lo largo de un eje este-oeste sugiere dos destinos opuestos para ellos: una mitad fue asesinada y la otra sobrevivió. Esto podría explicarse suponiendo que algunos de los gigantes se arrepintieron y cambiaron sus costumbres, mientras que otros no lo hicieron.
Además, Goff registra19:
En el texto E [del Libro maniqueo de los Gigantes] los [gibborim] se dividen en dos bandos, uno de los cuales se regocija al ver al “apóstol”20 [es decir, Enoc] y el otro, descrito como “tiranos y criminales”, se asusta al verlo21. . . . El Libro maniqueo de los Gigantes y la Kephálaia conservan dos tradiciones que son importantes para la interpretación del Libro de los Gigantes de Qumrán. La primera, que algunos gigantes se arrepintieron de sus crímenes y confesaron y, dos, que un número sustancial de gigantes no fueron asesinados sino que vivieron en ciudades construidas para ellos.
¿Qué pasa con el destino de Mahaway, el intermediario del profeta, los gibborim y el aparente paralelo del Libro de Moisés Mahíjah/Mahújah? Jens Wilkens le recuerda al lector que en un texto del Libro de los Gigantes, Enoc pronunció el nombre de Mahaway “con mucho afecto”22 cuando se encontraron. Wilkens continúa observando: “Uno se siente tentado a suponer una relación emocional entre este [gibbor] en particular y Enoc. El primero, obviamente, no está tan corrompido como sus compañeros”23. Para responder a la pregunta sobre el destino de Mahaway, recurrimos al resumen que hace Wilkens del contenido de un fragmento en persa medio que trata sobre la muerte violenta de los gibborim24:
En las líneas 8 a la 10 del verso encontramos la siguiente declaración: “el gran ángel ha matado al mensajero que tenían”. Como Mahaway es el mensajero por excelencia de los [gibborim] tanto en la tradición enójica de Qumrán como en el maniqueísmo, el texto aparentemente se refiere a él.
No se nos dice directamente si Mahaway estaba arrepentido o renuente cuando murió, pero el hecho de que el relato cuente que fue asesinado por “el gran ángel” revela la creencia de que permaneció demasiado tiempo en las “tiendas [de] los impíos”25 y por esa razón, y no por otra, finalmente compartió su triste desaparición.
La misión de Enoc como presagio de la evangelización post mortem
En este breve artículo, no podemos hacer justicia a los detalles de los marcados desacuerdos entre los cristianos modernos sobre el destino de aquellos que han muerto sin tener la oportunidad de escuchar y comprender el Evangelio o si a los que lo han escuchado se les puede ofrecer la posibilidad de arrepentirse. Pero en un popular libro titulado ¿Y qué de los que no han oído? Tres Perspectivas sobre el Destino de los No-Evangelizados, John Sanders ha reunido los puntos de vista de los defensores (incluido el propio Sanders) de tres posiciones importantes, de las cuales ofrece los siguientes esbozos26:
Ronald Nash presenta una visión que él llama restrictivismo. Según este punto de vista, Dios proporciona la salvación solo en Jesucristo, y es necesario conocer la obra de Cristo y profesar la fe en Jesús antes de morir para ser salvo. …
John Sanders defiende una postura conocida como inclusivismo27. En este modelo, Dios salva a las personas solo por la obra de Cristo, pero las personas pueden ser salvas incluso si no conocen a Cristo. Dios les concede la salvación si ejercen la fe en Dios tal como se les reveló a través de la creación y la providencia. …
Gabriel Fackre propone el concepto que él llama perseverancia divina (a veces llamada evangelización post mortem). Según este punto de vista, los que mueren sin ser evangelizados reciben una oportunidad de salvación después de la muerte. Dios no condena a nadie sin antes ver cuál es su respuesta hacia Cristo.
Obviamente, la tercera postura es la más cercana a la de los Santos de los Últimos Días. Aunque este punto de vista “ha sido la interpretación dominante [desde al menos el año 150 d. C.] hasta hace poco, varios escritores [lo] han criticado duramente” por ser incompatible con las enseñanzas del Nuevo Testamento28.
Aquellos que aceptan la posibilidad de la evangelización post mortem, incluyendo no solo los Santos de los Últimos Días29 sino también los primeros cristianos30 y algunos eruditos de fuera de la Iglesia31, citan con frecuencia 1 Pedro 3:18–20 y 4:5–6. Pero no es de conocimiento común entre los Santos de los Últimos Días que Pedro está haciendo alusión a Enoc en estos versículos.
En la versión más radical de esta interpretación, 1 Pedro 3:19-22 a veces se ha traducido para incluir una declaración parentética que describe la misión de Enoc de predicar a los pecadores rebeldes de la época de Noé. Por ejemplo, en la traducción del Nuevo Testamento de James Moffatt, leemos32:
19 Fue en el Espíritu que Enoc también fue y predicó a los espíritus prisioneros 20 que habían desobedecido cuando la paciencia de Dios se extendió durante la construcción del arca en los días de Noé, el arca mediante la cual solo unas pocas almas, ocho en total, fueron llevadas a salvo a través del agua. 21 El bautismo, la contraparte de eso, os salva hoy (no el mero lavamiento de la suciedad de la carne, sino la oración por una conciencia limpia delante de Dios) por la resurrección de Jesucristo, quien está a la diestra de Dios, 22 porque él fue al cielo después de que los ángeles, las autoridades y los poderes celestiales se le sometieran.
Como argumento para sustituir esta traducción por la incómoda frase de la Biblia versión del rey Santiago del v. 19 (“en el que también fue”), los defensores señalan que agregar la letra ji al texto griego cambia “en el que también” por “Enoc también” (es decir, ΕΝΩΚΑΙ se convierte en ΕΝΩΧΚΑΙ). Se argumenta que un error textual de este tipo podría haber sido producido por una omisión accidental o deliberada por parte de un escriba. Aunque la hipótesis es intrigante, la mayoría de los estudiosos contemporáneos la consideran muy poco probable33.
A pesar de la improbabilidad de la traducción anterior, George Nickelsburg34 no duda que Pedro está “aludiendo a la tradición sobre los Vigilantes de 1 Enoc”, y en 1 Pedro 3:19-20 “atribuye a Jesús un viaje al inframundo que es paralelo a la interacción de Enoc con los vigilantes rebeldes”, mientras compara “el bautismo con los efectos purificadores del Diluvio”35. Si Nickelsburg está en lo cierto, entonces los escritos de Pedro insinúan la esperanza de que la misericordia de Dios se extenderá incluso a los inicuos que rechazaron a Enoc mientras vivían en la tierra, de modo que, mediante el eventual arrepentimiento y el poder de la Expiación, podrían finalmente “viv[ir] en el espíritu según Dios”36. Argumentando sobre la base de 1 Pedro y Moisés 7:37–38, Hugh Nibley da la esperanza de una liberación final para estas almas37:
Los que están en prisión, encadenados y en las tinieblas solo se mantendrán allí hasta el Juicio, que liberará a muchos, no solo por su arrepentimiento, sino por el poder de la Expiación. … Fueron específicamente los espíritus desobedientes en los días de Enoc los que iban a disfrutar de la predicación del Señor y de la promesa de liberación en el meridiano de los tiempos.
Este artículo fue adaptado y ampliado a partir de Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. En God’s Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation e Eborn Books, 2014, págs. 49, 149.
Otras lecturas
Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. En God’s Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation e Eborn Books, 2014, págs. 49, 149.
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Notas sobre las ilustraciones
Ilustración 1. Biblioteca de imágenes de Tate Gallery, con el apoyo de Cressida Kocienski.
Ilustración 2. Copyright Colección privada japonesa. Reproducido en G. Kósa, Book of Giants Tradition como Ilustración 2c, pág. 185. Véase la deliberación de la pintura en ibíd., págs. 173-174. El capítulo de Kósa detalla los argumentos a favor de la presencia de varios temas del Libro de los Gigantes en la pintura de la cosmología.
Notas al pie de página
1 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 10:11–13, pág. 215. Véase también Job 22:11, 15–16; 2 Pedro 2:4; Judas 1:6. Véase S. Newington, Greek Titans para una comparación de los gigantes bíblicos con los titanes griegos.
2 D. Alighieri, Commedia, Canto 8.
3 H. W. Nibley, Churches, pág. 161.
4 Moisés 7:38.
5 D. W. Parry et al., DSSR (2013), 4Q203, Fragment 7b, column I, line 5, pág. 945. Compárese con J. T. Milik et al., Enoch, pág. 313: “nos ha apresado y a vosotros os ha sometido”; L. T. Stuckenbruck, Libro de los gigantes, 4Q203, 7 B1:4, pág. 83: “a nosotros nos ha apresado y a [ustedes los] ha dominado” y F. G. Martínez, Libro de gigantes (4Q203), 7:5-7, pág. 260: “nos ha apresado y os ha capturado”. Véase también las referencias paralelas al destino de los Vigilantes en Genesis Apocryphon (J. A. Fitzmyer, Genesis Apocryphon, 0:8, pág. 65): “Y ahora, mira, somos prisioneros” (cf. M. Wise et al., DSS, Tales of the Patriarchs (1QapGen), 0:8, pág. 91: “[E]stamos atados” y F. G. Martinez, Genesis Apocryphon, 1:1:4, pág. 230: “He oprimido a los prisioneros”, siguiendo a Milik — véase J. A. Fitzmyer, Genesis Apocryphon, pág. 118 n. 0:8). Véase también G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 14:5, pág. 251: “[S]e ha decretado ataros con cadenas en la tierra por todos los días de la eternidad”; ibíd., 10:11-13, pág. 215: “Ve, informa a Semyaza y a los otros que están con él,… átalos… bajo los collados de la tierra hasta el día de su juicio definitivo… En ese día serán enviados al abismo del fuego (cf. Ibíd., págs. 221-222 n. 4-6, pág. 225 n. 11-13), al tormento, y serán encadenados en prisión eternamente”.
Compárese con Manichaean Kephalia (I. Gardner, Kephalaia, capítulo 45 (Codex 117), pág. 123): “Una vez más, antes de que los vigilantes se rebelaran y descendieran del cielo, se diseñó y construyó una prisión para ellos en las profundidades del tierra, debajo de las montañas”.
Para ver las deliberaciones sobre el tema del encarcelamiento de los inicuos en la época de Noé, tal como aparece en la Biblia, véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, leyenda de la figura E24-1, pág. 588; P. H. Davids, II Peter, págs. 9-11, 69-70; J. H. Neyrey, 2 Peter, Jude, pág. 202; P. H. Davids, Letters, págs. 48-51, 225-226; C. Rowland et al., Mystery of God, págs. 58-59; G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, pág. 560; J. C. VanderKam, Enoch, pág. 172; A. Y. Reed, Fallen, págs. 104-107; P. J. Achtemeier, 1 Peter, págs. 239-274.
6 Un crítico plantea esta relevante e intrigante pregunta:
¿Cuáles son las posibilidades de que haya una mezcla o un préstamo cruzado entre las historias de las personas que vivían en la tierra en la época de Enoc y lo que pudo haberse enseñado sobre la guerra en el cielo en la existencia premortal? Esto podría explicar las diferencias en el destino eterno de los inicuos, ya que aquellos que perdieron su primer estado lo han perdido para siempre, pero aquellos que se opusieron a Enoc en su segundo estado todavía tienen la posibilidad de recibir el evangelio y heredar un reino de gloria.
7 J. L. Woodworth, Enoch, págs. 191-192, citado en J. M. Bradshaw et al., God’s Image 2, pág. 114.
8 Moisés 7:44.
9 Moisés 7:37–38.
10 Moisés 7:57. Compárese con 1 Pedro 3:20.
11 R. Laurence, Book of Enoch, 45:3–5, págs. 49–50, 56:3, pág. 64.
12 Ibíd., 49:2, págs. 55–56. Sin embargo, en 49:3-4, pág. 54 sí habla de la “misericordia” que se mostrará a “otros” que se arrepientan, pero está hablando de los vivos que decidan arrepentirse en el último día, no de los impenitentes que ya han sellado su destino con muerte en los días de Enoc y Noé.
13 F. G. Martínez, Libro de los gigantes (4Q203), 8:14-15, pág. 261.
14 Cf. J. T. Milik et al., Enoch, págs. 315, 316 n. L. 12: “Y ahora, suelta las cadenas que [te] atan […] y comienza a orar”. Ibíd., pág. 316 n. L. 14 explica el texto de la siguiente manera: “Los Vigilantes parecen estar ya encadenados por los ángeles; para poder orar, para levantar los brazos en gesto de súplica, hay que soltarles las cadenas”. Véase también M. Wise et al., DSS, The Book of the Giants, 4Q203, 8:14-15: “Pero ahora, suelta las ataduras […] y ora”. J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 65 traduce esto de esta manera: “¡[L]iberen a sus prisioneros y oren!” Presenta pruebas conjeturales para esta interpretación de los fragmentos maniqueos del Libro de los Gigantes que “conservan algunas referencias aisladas de ‘prisioneros’ o ‘esclavos'”. Stuckenbruck dice de manera similar: “[S]uelten lo que tienen cautivo … y oren” (L. T. Stuckenbruck, Book of Giants, 4Q203, 8:14-15, pág. 90; D. W. Parry et al., Reader, 4,203, 8:14-15, pág. 481).
15 G. Kósa, Book of Giants Tradition, pág. 175 señala que “dado el dualismo ontológico radical del maniqueísmo, el motivo de que los demonios se arrepientan, ya sean vigilantes o gigantes, es un absurdo total. … Así, visto desde esta perspectiva, el motivo de los demonios arrodillados y aparentemente arrepentidos en la [pintura de cosmología] muestra la influencia de la tradición del [Libro de los gigantes], ya que es solo en esta última donde los demonios arrepentidos podrían aparecer, y expresamente ocurre”. Para las deliberaciones sobre indicios de arrepentimiento de estos personajes en El Libro de los Gigantes de Mani, véase M. Goff, Sons of the Watchers, págs. 124-127; G. Kósa, Book of Giants Tradition, págs. 173-175.
16 Cursivas añadidas.
17 M. Goff, Sons of the Watchers, pág. 125.
18 Véase W. B. Henning, Book of the Giants, pág. 69. Para obtener más información sobre este relato, consulte la Perspectiva #24.
19 Como se cita en G. Kósa, Book of Giants Tradition, pág. 172.
20 Véase I. Gardner, Kephalaia, 12:9-14, pág. 18.
21 Véase W. B. Henning, Book of the Giants, pág. 66: “[Cuando] vieron al apóstol,… delante del apóstol… esos demonios que eran [tímidos], estaban muy, muy contentos de ver al apóstol. Todos se reunieron ante él. Además, de los que eran tiranos y criminales, estaban [preocupados] y muy asustados”.
22 Fragmento maniqueo de Uygur citado en L. T. Stuckenbruck, Book of Giants, pág. 127 n. 140. Véase también Henning, citado en J. T. Milik et al., Enoch, pág. 307
23 J. Wilkens, Remarks, págs. 226–227.
24 Ibíd., pág. 227, citando el fragmento persa medio M5900 editado por Sundermann y relacionándolo con algunos nuevos fragmentos descritos por Morano.
25 Números 16:26.
26 J. Sanders, Never Heard, págs. 12-13.
27 Para una declaración exhaustiva y un debate sobre la posición del inclusivismo, véase R. A. Parry et al., Universal.
28 G. N. Stanton, 1 Peter, pág. 1501. Stanton presenta lo que los críticos ven como las “dos implicaciones ajenas al [Nuevo Testamento] como un todo” de la siguiente manera: “‘los muertos’ son almas incorpóreas en el Hades; tienen la posibilidad de responder positivamente a la proclamación del evangelio por parte de Cristo después de la muerte”. Cf. P. J. Achtemeier, 1 Peter, pág. 289.
John Sanders (citado por Gabriel Fackre en J. Sanders, Never Heard, págs. 86-87) escribe lo siguiente con respecto a la historia del concepto de evangelización post mortem:
Desde al menos el siglo II no hubo una creencia más conocida y popular, incluyendo el Descenso al Hades, la superación de la Muerte y el Hades, la Predicación a los Muertos y la Liberación de las Almas, y su popularidad aumentó constantemente”. Que la doctrina se dio por sentada en el año 150 d. C. es evidente por el hecho de que los herejes Marción y los valentinianos, quienes fueron criticados por la mayoría de sus creencias por los primeros Padres de la Iglesia, no fueron cuestionados en absoluto en este punto. Tanto los primeros Padres como los herejes estuvieron de acuerdo en que Cristo descendió a los infiernos. … De esto se puede concluir que la doctrina del descenso de Cristo a los infiernos y la liberación de las almas del mismo se estableció a finales del siglo I. La única pregunta que se planteó esta vez fue quién fue liberado.
Sobre los primeros apócrifos cristianos relacionados con la “angustia del infierno”, véase J. K. Elliott, Apocryphal, The Gospel of Nicodemus or Acts of Pilate, págs. 185-204; G. A. Anderson, Perfection, págs. 155-176; E. Hennecke et al., NT Apocrypha, 1:470–481.
29 Véase J. Sanders, Major Positions, págs. 312–316 para una deliberación sobre la evangelización post mortem, incluyendo una deliberación sobre las creencias de los Santos de los Últimos Días en la pág. 315. S. C. Esplin, Wondering y D. L. Paulsen, Redemption ofrecen excelentes resúmenes de la doctrina y las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días relacionadas con la salvación para los no evangelizados.
30 Véase, por ejemplo, D. L. Paulsen et al., The Harrowing of Hell: Salvation for the dead on Early Christianity.
31 Véase, por ejemplo, Gabriel Fackre en J. Sanders, Never Heard, págs. 81–85.
32 J. Moffatt, General Epistles, 1 Peter 3:19–22, pág. 141, ortografía y puntuación modernizadas, cursivas añadidas.
33 Para un resumen legible de este y otros temas relacionados, véase P. Davidson, Book of Enoch as the Background.
34 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, pág. 86. K. C. Bautch, Peter, págs. 20-21 explora más a fondo esta conexión:
Hay muchas razones para sospechar que 1 Pedro está familiarizado con las tradiciones enójicas. … También es interesante la referencia a Cristo en 1 Pedro haciendo una proclamación a los espíritus encarcelados (1 Pedro 3:18-20). Muchos entienden que los espíritus encarcelados son los ángeles que se conocen del Libro de los Vigilantes; éstos se aparearon con los mortales, compartieron conocimientos prohibidos (G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, capítulos 6-8, págs. 174-201) y fueron encarcelados en un abismo o pozo antes de la conflagración final (ibíd., capítulos 9-18; 21, págs.202-289, 297-299). Comparable al escenario en la narración enójica en el Libro de los Vigilantes (véase ibíd., 10:1-3, pág. 215), el autor petrino relaciona a los espíritus cautivos con el momento del diluvio (1 Pedro 3:20) . El encuentro de Jesús con los seres encarcelados en 1 Pedro 3:19–20 se compara con la visión de Enoc de los lugares de castigo e intercesión por los vigilantes rebeldes.
K. C. Bautch, Peter, pág. 23 también describe conexiones en otros textos apócrifos atribuidos a Pedro:
Se hace una breve alusión a la predicación de Jesús a los muertos en el Evangelio de Pedro (J. K. Elliott, Apocryphal, 39-42, págs. 156-157), pero las visitas al reino de los muertos, un paraíso y lugares del castigo port mortem son posiblemente el tema central del Apocalipsis de Pedro (ibíd., págs. 593–612). … De manera similar, muchos de los primeros textos enójicos, especialmente los capítulos 17–36 del Libro de los Vigilantes, se refieren a la visita del patriarca al reino de los muertos y a los lugares asociados con el castigo post mortem o la bendición escatológica.
35 Véase G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 10:20, págs. 216, 227–228:
Limpia la tierra de toda impureza y de todo mal
y de toda ilegalidad y de todo pecado;
y la elimina impiedad y todas las impurezas que han caído sobre la tierra.
También podrían citarse otras alusiones a 1 Enoc, por ejemplo, ibíd., 108:6, pág. 551:
Y me dijo: “El lugar que ves, aquí son arrojados los espíritus de los pecadores y blasfemos, los que hacen el mal y los que alteran todo lo que el Señor ha dicho por boca de los profetas [acerca de] las cosas que se harán.
Ibíd., 16:1, pág. 267:
El día de la consumación del gran juicio [es decir, el día en que los espíritus de los gigantes malvados no tendrán más poder sobre la humanidad]
Ibíd., 21:10, pág. 297 (véase también 21:6):
Y dijo: Este lugar es una prisión para los ángeles. Aquí estarán confinados para siempre.
Otras alusiones se encuentran en las Odas seudoepigráficas de Salomón, probablemente un texto judeo-cristiano de alrededor del año 100 d. C. Por ejemplo, J. H. Charlesworth, Odes, 17:9, pág. 750:
Y desde allí me presentó el camino de sus senderos,
y abrí las puertas que estaban cerradas.
Ibíd., 34:5, pág. 757:
Y los abismos se abrieron y se cerraron;
y buscaban al Señor como quien que está por dar a luz.
Ibíd., 42:10-20, pág. 771:
11. El Seol me vio y se hizo añicos,
y la Muerte me expulsó y a muchos conmigo. …
14. E hice una congregación de vivos entre sus muertos;
y hablé con ellos con labios vivientes;
ordeno que mi palabra no falle.
15. Y los que habían muerto corrieron hacia mí;
y gritaron y dijeron: “Hijo de Dios, ten piedad de nosotros.
16. Y trátanos según tu bondad,
y libéranos de las cadenas de las tinieblas.
17. Y ábrenos la puerta
por la que podemos ir hacia ti,
porque percibimos que nuestra muerte no se acerca a ti.
18. Que también nosotros seamos salvos contigo,
porque eres nuestro Salvador”.
19. Entonces escuché su voz,
y puse su fe en mi corazón.
20. Y puse mi nombre sobre su cabeza,
porque son libres y son míos.
36 1 Pedro 4:6.
37 H. W. Nibley, Enoch, pág. 192. El profeta José Smith pronunció un magnífico sermón sobre este tema, que citamos aquí solo en parte (E. Robinson et al., Times and Seasons, 15 April 1842, 3:12, págs. 759–760. Cf. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia, José Smith, págs.430-432):
Mientras que una parte de la raza humana juzga y condena a la otra sin compasión, el Gran Padre del universo vela por toda la familia humana con cuidado y consideración paternales; Él contempla a todos como Su descendencia y, sin ninguno de esos sentimientos mezquinos que influyen en los hijos de los hombres, “hace salir su sol sobre malos y buenos, y… hace llover sobre justos e injustos” [véase Mateo 5:45]. Él tiene el timón del juicio en Sus manos [véase Salmo 11:7; DyC 39:16, 18]; es un sabio Legislador [véase Isaías 33:22; Santiago 4:12; DyC 38:22; 64:13] y juzgará a todos los hombres [DyC 137:9], no de acuerdo con las estrechas y mezquinas ideas de éstos, sino “según lo que hayan hecho en la carne, ya sea bueno o malo” [véase 2 Corintios 5:10; Alma 5:15], sea que se realicen estas acciones en Inglaterra, América, España, Turquía o India. Juzgará al hombre “no por lo que no tenga, sino por lo que tenga”; y los que hayan vivido sin ley, serán juzgados sin ley [véase Romanos 2:12; 2 Nefi 9:25–27; Alma 29:5; DyC 29:49–50]; y los que tuvieren una ley, serán juzgados por esa ley [Alma 42:21–23]. No debemos dudar de la inteligencia y del juicio del Gran Jehová [véase Moroni 10:34; DyC 128:9]; Él impartirá juicio [véase 2 Nefi 2:10] y misericordia [véase Zacarías 7:9; Mateo 23:23; Alma 41:14; DyC 43:25; 88:40; Moisés 6:61] a todas las naciones de conformidad con lo que respectivamente merezcan, con sus maneras de obtener inteligencia, con las leyes por medio de las cuales se hayan gobernado, con las oportunidades que se les hayan dado para obtener conocimientos correctos y con Sus inescrutables designios [véase DyC 3:1] con relación a la familia humana; y cuando se manifiesten los propósitos de Dios y se descorra la cortina de lo futuro, todos tendremos que confesar finalmente que el Juez de toda la tierra ha hecho lo que es justo [véase Génesis 18:25; Salmo 94:2].
La situación de las naciones cristianas después de la muerte es un tema que ha evocado toda la sabiduría y el talento del filósofo y del clérigo, y se tiene por opinión generalmente aceptada que el destino del hombre queda irrevocablemente señalado en el momento de morir, y se le hace eternamente feliz o eternamente desdichado [véase Alma 41:3-6]; que si un hombre muere sin el conocimiento de Dios [véase Oseas 4:1; 1 Corintios 15:34; Palabras de Mormón 1:8; DyC 137:7], será condenado eternamente [véase Marcos 3:29; DyC 19:7; 29:44] sin mitigación de su castigo, sin alivio de su dolor y sin la más remota esperanza de liberación en el transcurso de épocas interminables.
Por ortodoxo que sea este principio, hallamos que no concuerda con el testimonio de las Santas Escrituras, porque nuestro Salvador dice que todo pecado y blasfemia con que los hombres blasfemaren, les será perdonado; mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada [véase Marcos 3:28-29] ni en este mundo ni en el venidero, y esto es muestra evidente de que hay pecados que se pueden perdonar en el mundo venidero [véase Mateo 12:31-32], aunque el pecado de blasfemar [contra el Espíritu Santo] no será perdonado.
Pedro, al referirse a nuestro Salvador, también dice que “fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé” (1 Pedro 3:19–20). Aquí, pues, tenemos un relato de nuestro Salvador predicando a los espíritus encarcelados [véase DyC 138:18], espíritus que se hallaban en prisión desde los días de Noé [véase Alma 10:22; DyC 138:9, 28; José Smith — Mateo 1:41]. Y ¿qué les predicaría? ¿Que tendrían que permanecer allí? ¡Por supuesto que no! Sus propias palabras testifican lo contrario: “Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). Isaías lo dice así: “Para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isaías 42:7). Por esto se ve claramente que no s[o]lo fue a predicarles, sino a liberarlos o sacarlos de las “casas de prisión”. Isaías, al dar testimonio de las calamidades que sobrevendrán a los habitantes de la tierra, dice: “Se tambaleará la tierra, oscilando como un ebrio, y se bamboleará como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá y nunca más se levantará. Y acontecerá en aquel día que Jehová castigará en el lugar alto al ejército del lugar alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra. Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en una mazmorra, y en prisión quedarán encerrados y serán visitados después de muchos días” [véase Isaías 24:20-22; DyC 88:87]. Por lo tanto, encontramos que Dios tratará a toda la familia humana por igual; y que así como los antediluvianos tenían su día de visitación [véase Isaías 10:3; 1 Pedro 2:12; Mormón 9:2; DyC 56:1, 16; 124:8, 10]; así también esos personajes a los que se refiere Isaías, tendrán su tiempo de visitación y liberación, después de haber estado muchos días en prisión.