Perspectiva del Libro de Abraham #11
Puede decirse con seguridad, que los papiros egipcios adquiridos por José Smith en 1825, fueron escritos muchos siglos después de la vida de Abraham. Basado en varios criterios diferentes, se puede determinar que los papiros fueron escritos en un período en que Egipto fue gobernado por una dinastía griega que reinó alrededor de los años 300-30 a. C.1 Una pregunta que los lectores del Libro de Abraham pueden tener es cómo una copia de los escritos de Abraham, los cuales fueron registrados en algún momento alrededor del año 2000-1800 a. C. pudo haber terminado en posesión de un antiguo egipcio, muchos siglos después.
Un escenario plausible es que los descendientes de Abraham (los antiguos hebreos), transmitieron el texto con el paso de los siglos copiándolos a través de generaciones sucesivas, de la misma manera en que los libros de la Biblia fueron escritos y copiados durante muchos siglos. Pero se dice que el Libro de Abraham, traducido por José Smith, había sido preservado sobre un papiro egipcio recuperado “de las catacumbas de Egipto” (encabezado del Libro de Abraham). Si los descendientes de Abraham transmitieron este registro, ¿cómo es que terminó en Egipto?
De hecho, existe amplia evidencia de que grupos de antiguos israelitas y otros pueblos semitas emigraron a Egipto en el curso de muchos siglos, llevando con ellos su cultura, prácticas religiosas y textos sagrados. “El mismo Abraham estuvo en Egipto, y también su bisnieto José y todos sus descendientes israelitas por ciertos de años a partir de entonces. Después del Éxodo, los israelitas continuaron viajando y viviendo en Egipto. Después de la destrucción babilónica de Jerusalén, grandes grupo de judíos se asentaron en Egipto y crearon comunidades duraderas y prósperas”2. Una de estas migraciones ocurrió durante el tiempo del profeta Jeremías. La Biblia registra a “judíos que habitaban en la tierra de Egipto, que habitaban en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en la tierra de Patros” durante esa época (RVA Jeremías 44:1). Evidentemente, estos judíos habían huído a Egipto después de Babilonia conquistara el reino de Judá.3 Por ese tiempo, otro grupo de israelitas viajó tan al sur hasta la isla de Elefantina en el río Nilo y no solo estableció una comunidad próspera, sino que también construyó un templo a Yahveh (o Jehová), el Dios de Israel.4 Ellos hicieron copias de los textos bíblicos que han sobrevivido hasta el día de hoy, atestiguando la existencia de una próspera cultura literaria y religiosa en su comunidad.5
Durante el período grecorromano de la historia de Egipto (alrededor de los años 300 a. C – 400 d. C.), los antiguos judíos edificaron comunidades en muchas partes de Egipto. La ciudad de Alejandría en la costa del Mediterráneo, fue el hogar de una gran comunidad judía. Otros sitios egipcios como Leontópolis, Oxirrinco, Tebas y lugares en el Fayum también tuvieron presencia judía. De hecho, fuentes antiguas indican que otro templo a Jehová fue construido en Leontópolis6 De la misma manera se construyeron sinagogas en Alejandría y en sitios de Fayum.7 La evidencia de fuentes textuales que sobrevivieron confirman que los nombres judíos (incluyendo nombres como Salomón, Aarón, Abraham y Samuel) proliferaban en todo Egipto. Resumiendo esta evidencia, un erudito escribió que “además de los griegos, los judíos fueron el grupo más numeroso de extranjeros que vivían en Egipto” durante ese tiempo8. También hay evidencia clara de que esos judíos egipcios copiaron sus textos sagrados e incluso compusieron nuevos textos mientras vivían en Egipto. El Antiguo Testamento fue traducido al griego en Alejandría durante ese tiempo e historias acerca de Abraham y otras figuras bíblicas circulaban entre los judíos que vivían tanto dentro como fuera de Egipto.9 Por lo que, aunque Abraham haya escrito sus registros muchos siglos antes, hay una gran cantidad de evidencia histórica que sugiere de manera plausible que esos escritos pudieron haber sido transmitidos a Egipto en cualquier momento a lo largo de muchos siglos.
Otras lecturas
Kerry Muhlestein y Courtney Innes, “Synagogues and Cemeteries: Evidence for a Jewish Presence in the Fayum”, Journal of Ancient Egyptian Interconnections 4 , no. 2 (2012): 53–59.
Peter C. Nadig, “‘We Beg You, Our King!’ Some Reflections on the Jews in Persian and Ptolemaic Egypt”, en Astronomy, Papyrus, and Covenant, ed. John Gee y Brian M. Hauglid (Provo: The Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2005), 83–93.
Notas al pie de página
1 Marc Coenen, “The Dating of the Papyri Joseph Smith I, X and XI and Min who Massacres his Enemies”, en Egyptian Religion: The Last Thousand Years, ed. Willy Clarysse, Antoon Schoors y Harco Willems (Leuven: Peeters, 1998), 2:1103–15; Michael D. Rhodes, The Hor Book of Breathings: A Translation and Commentary (Provo, UT: Foundation for Ancient Research y Mormon Studies, 2002), 3.
2 Kerry Muhlestein, “Egyptian Papyri and the Book of Abraham: A Faithful, Egyptological Point of View”, en No Weapon Shall Prosper: New Light on Sensitive Issues, ed. Robert L. Millet (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City: Deseret Book, 2011), 230–231.
3 Jan K. Winnicki, Late Egypt and Her Neighbors: Foreign Population in Egypt in the First Millennium BC (Warsaw: Warsaw University, 2009), 180–181.
4 John Merlin Powis Smith, “The Jewish Temple at Elephantine”, The Biblical World 31, no. 6 (junio 1908): 448–459; Bezalel Porten, “The Structure and Orientation of the Jewish Temple at Elephantine-A Revised Plan of the Jewish District”, Journal of the American Oriental Society 81, no. 1 (enero-marzo 1961): 38–42; Joseph M. Modrezejewski, The Jews of Egypt: From Ramesses II to Emperor Hadrian (Philadelphia: The Jewish Publication Society, 1995), 21–44; Lisbeth S. Fried, The Priest and the Great King: Temple-Palace Relations in the Persian Empire, Biblical and Judaic Studies 10 (Winona Lake: Eisenbrauns, 2004), 92–107; Stephen G. Rosenberg, “The Jewish Temple at Elephantine”, Near Eastern Archaeology 67, no. 1 (marzo 2004): 4–13.
5 Charles F. Nims and Richard C. Steiner, “A Paganized Version of Psalm 20:2–6 from the Aramaic Text in Demotic Script”, Journal of the American Oriental Society 103, no. 1 (enero-marzo 1983): 261–274; Karel van der Toorn, “Three Israelite Psalms in an Ancient Egyptian Papyrus”, The Ancient Near East Today 6, no. 5 (mayo 2018).
6 M. Delcor and R. de Vaux, “Le Temple D’Onias en Égypte”, Revue Biblique 75, no. 2 (1968): 188–205; Robert Hayward, “The Jewish Temple at Leontopolis: A Reconsideration”, Journal of Jewish Studies 33, no. 1-2 (verano-otoño 1982): 429–443.
7 Judith McKenzie, The Architecture of Alexandria and Egypt, 300 BC–AD 700 (New Haven: Yale University Press, 2007), 66, 180–182; Kerry Muhlestein, “Synagogues and Cemeteries: Evidence for a Jewish Presence in the Fayum”, Journal of Ancient Egyptian Interconnections 4 (2012): 53–59.
8 Winnicki, Late Egypt and Her Neighbors, 182.
9 Taylor Halverson, “The Lives of Abraham: Seeing Abraham Through the Eyes of Second-Temple Jews”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 32 (2019): 253–276; R. Rubinkiewicz, “Apocalypse of Abraham”, en The Old Testament Pseudepigrapha, ed. James H. Charlesworth, 2 vols. (Peabody: Hendrickson Publishers, 1983), 1:681–705; E. P. Sanders, “Testament of Abraham”, en The Old Testament Pseudepigrapha, 1:871–902; Dale C. Allison, The Testament of Abraham (Berlin: Walter de Gruyter, 2003).