La misión de enseñanza de Enoc: el llamado de Enoc plantea la posibilidad de arrepentimiento

Ilustración 1

Perspectiva #11 del Libro de Moisés

Moisés 6:47, 50-68

Con la contribución de Jeffrey M. Bradshaw

En el Libro de Moisés, la lectura de Enoc del libro memorias infundió en el pueblo un gran temor1:

Y mientras Enoc declaraba las palabras de Dios, el pueblo temblaba y no podía permanecer en su presencia.

Asimismo, en el Libro de los Gigantes2, leemos que los líderes de los poderosos guerreros “se inclinaron y lloraron frente a [Enoc]”. 1 Enoc describe una reacción similar después de que Enoc terminó su predicación3:

Yendo yo [es decir: Enoc] entonces, les hablé a todos juntos, y todos temieron, apoderándose de ellos el temor y el temblor. Me rogaron que les escribiese un memorial de súplica4 para que obtuviesen perdón y que yo lo llevase ante el Señor del cielo, pues ellos ya no podían hablar (con él) ni alzar sus ojos al cielo, avergonzados a causa de la culpa por la que habían sido condenados. […] se encontraban reunidos haciendo duelo en Ubelseyael5, … con los rostros cubiertos.

Concebido en pecado

Entre las declaraciones que el Enoc de José Smith hace a sus oyentes en el libro de memorias se encuentra: “[S]e conciben tus hijos en pecado”6. Richard Draper, Kent Brown y Michael Rhodes explican la aparición de esta sorprendente frase, aparentemente inconsistente con el versículo anterior, de la siguiente manera7:

Esta afirmación parece ser problemática teniendo en cuenta un pasaje anterior que declara que “los niños… son limpios desde la fundación del mundo”8. El acto de concebir entre padres casados no es un pecado en sí mismo. Más bien, parece que debido a la Caída, los niños vienen a un mundo lleno de pecado. No hay escape. Por tanto, “cuando empiezan a crecer, el pecado nace en sus corazones”.

Sin embargo, cuando se juntan los versículos 64 y 65, se hace evidente que el trágico estado de los hijos de los oyentes de Enoc no se debe simplemente a su naturaleza caída, sino más bien a la intensidad de la corrupción voluntariamente elegida por sus padres. Como lo expresó Nibley9: “[L]a gente inicua de la época de Enoc… de hecho concibió a sus hijos en pecado, ya que eran descendientes ilegítimos de una sociedad totalmente amoral”. El pasaje pertinente en el Libro de los Gigantes dice10: “Que se sepan… sus actos y (los) de [sus] esposas[s] de esos (gigantes) [y sus] hijos[s y sus e]sposas durante su fornicación en la tierra”11.

En la versión de al-Kisa’i del libro islámico de las Historias de los Profetas, se nos dan más detalles sobre la maldad del pueblo12:

Cuando [Enoc] tenía cuarenta años, Dios lo nombró mensajero para los hijos de Caín, que eran gigantes en la tierra y estaban tan absortos en la frivolidad, cantando y tocando instrumentos musicales que ninguno de ellos estaba alerta. Se reunían alrededor de una mujer y fornicaban con ella, y los demonios hacían que su acción les pareciera buena. Fornicaban con otras, hijas y hermanas, y se entremezclaban.

Una nota de esperanza

A pesar de la inmoralidad desenfrenada descrita entre sus sociedades, tanto los sermones de Qumrán como los del Libro de Moisés de Enoc “terminan con una nota de esperanza””13, una característica única de estos dos relatos de Enoc. En el relato del Libro de Moisés, Enoc centra la atención sobre la invitación de Dios al arrepentimiento que le hizo al padre Adán14:

Si te vuelves a mí y escuchas mi voz, y crees y te arrepientes de todas tus transgresiones … recibirás el don del Espíritu Santo … y te será dado cuanto tú pidieres.

En el Libro de los Gigantes, Enoc también da esperanza a los inicuos a través del arrepentimiento15: “[S]uelta lo que tienes cautivo… y ora”16.

Reeves17 especula que otra frase difícil de reconstruir en el Libro de los Gigantes también podría entenderse como una “alusión a un período de prueba para el arrepentimiento de los [gibborim]”18. La descripción de un período de arrepentimiento parece evocar una tradición judía específica que continúa hasta nuestros días. En este sentido, destacamos la descripción que hace Geo Widengren de la tradición judía según la cual “en el día de Año Nuevo, … el juicio se lleva a cabo cuando se presentan tres tipos de libretas, una para los justos, otra para los pecadores y otra para los que ocupan una posición intermedia”19. Widengren explica que “a las personas de una posición intermedia se les conceden diez días de arrepentimiento entre el día de Año Nuevo y Yom Kipur”20.

Desafortunadamente, como veremos más adelante en la historia, el arrepentimiento inicial de los gibborim provocó solamente un arrepentimiento de corta duración para algunos de ellos. Sin embargo, Matthew Goff especula, basándose en las versiones de Qumrán y maniqueas del Libro de los Gigantes, que otros podrían haberse arrepentido con más sinceridad. Él pregunta21:

¿Por qué Dios les daría a los [gibborim] una visión sobre el diluvio en primera instancia? ¿Por qué darles la oportunidad de saber sobre el diluvio antes de que suceda? Si el plan de Dios es matarlos, ¿por qué molestarse? Los sueños revelados a Ohyah y Hahyah pueden significar que Dios, al dejar claro a los [gibborim] cuál sería el castigo por sus crímenes, les da la oportunidad de arrepentirse. Esta puede ser una variación de la tradición que a menudo se asocia con los 120 años de Génesis 6:3. Y, aunque no hay evidencia explícita de esta propuesta en el Libro de los Gigantes de Qumrán, el Libro de los Gigantes maniqueo sugiere que este elemento narrativo podría haber estado presente en el texto de Qumrán y que las oraciones de los [gibborim], en sorprendente contraste a las de los ángeles en [1 Enoc el Libro] de los Vigilantes, podrían haber tenido éxito.

La verdadera esperanza de arrepentimiento predicada por Enoc en el Libro de Moisés22 y en el Libro de los Gigantes es otra semejanza entre estos dos textos, y una diferencia significativa entre su postura y la de 1 Enoc.

Este artículo fue adaptado y ampliado a partir de Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. En God’s Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation e Eborn Books, 2014, págs. 47–48.

Otras lecturas

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Notas sobre las ilustraciones

Ilustración 1. Estambul, Turquía, Topkapi Sarayi Müzesi, B.249, fol. 16b. De R. Milstein et al., Stories, plate 25. Para obtener detalles sobre la escena, consulte R. Milstein, Stories and Illustrations, págs. 111-113.

Notas al pie de página

1 Moisés 6:47.

2 F. G. Martinez, Book of Giants (4Q203), 4:6, pág. 260. Cf. D. W. Parry et al., DSSR (2013), 4Q403, 4:6, pág. 943: “se postraron y clamaron”.

3 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 13:3–5, 8–9, págs. 234, 237. Véase H. W. Nibley, Enoch, pág. 214.

4 H. W. Nibley, Enoch, pág. 216: “un Hypomnemata o memorial”.

5 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, pág. 250 n. 9-10:
Abel-Main (Ubelseyael en la versión citada) es la forma aramea de Abel-Maim … (cf. 1 Reyes 15:20 y su paralelo en 2 Crónicas 16:4). Es la moderna Tell Abil, situada aproximadamente a siete kilómetros al oeste-noroeste de “las aguas de Dan”, en la desembocadura del valle entre la cordillera del Líbano al oeste y el monte Hermón, aquí llamado Senir, uno de sus nombres bíblicos (Deuteronomio 3:8-9; cf. Cantar de los Cantares 4:8; Ezequiel 27:5).
Para más información sobre la historia de la geografía sagrada de esta región, véase ibíd., págs. 238–247.

6 Moisés 6:55.

7 R. D. Draper et al., Commentary, pág. 103.

8 Moisés 6:54.

9 H. W. Nibley, Churches, pág. 160.

10 L. T. Stuckenbruck, Book of Giants, 4Q203, 8:6-9, pág. 90. Cf. Cf. J. T. Milik et al., Enoch, pág. 315: “Que se sepa que [usted] n[o…] y sus obras y las de sus esposas […] ellos [y sus] hijos y las esposas de [sus hijos…] por su prostitución en la tierra”; F. G. Martinez, Book of Giants (4T203), 8:6–9, pág. 260: “Sepan que […] no sus hechos y los de sus esposas […] ellos y sus hijos y las esposas de [sus hijos…] por su prostitución en la tierra”. Cf. G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 10:9, pág. 215).

11 Véase D. W. Parry et al., DSSR (2013), 4Q403, 8:6-9, pág. 945. Cf. J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 114 n. 9. Compárese con H. C. Kee, Testaments, Dan 5:6, pág. 809: “Leí en el Libro de Enoc el Justo … que todos los espíritus de promiscuidad sexual … hacen que [los hijos de Leví] cometan pecado ante el Señor”; ibíd., Simeon 5:4, pág. 786: “Porque he visto en una copia del libro de Enoc que tus hijos serán arruinados por la promiscuidad”; ibíd., Naphtali 4:1, pág. 812: “He leído en los escritos del santo Enoc que te apartarás del Señor, viviendo de acuerdo con toda maldad de los gentiles y cometiendo toda iniquidad de Sodoma”; ibíd., Benjamin 9:1, pág. 827: “De las palabras de Enoc el Justo te digo que serás sexualmente promiscuo como la promiscuidad de los sodomitas”.

12 M. i. AA al-Kisa’i, Tales, pág. 88. Cf. J. C. Reeves et al., Enoch from Antiquity 1, págs. 137-138.

13 H. W. Nibley, Churches, pág. 159.

14 Moisés 6:52.

15 L. T. Stuckenbruck, Book of Giants, 4Q203, 8:14-15, pág. 90; D. W. Parry et al., DSSR (2013), 4203, 8:14-15, pág. 947. J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 65 lo traduce de manera similar como: “¡libera a tus prisioneros y reza!” Presenta pruebas conjeturales para esta interpretación de los fragmentos maniqueos del Libro de los Gigantes que “conservan algunas referencias aisladas a ‘prisioneros’ o ‘esclavos'”.

16 Martinez interpreta esto como: “Ahora, pues, desata tus cadenas [del pecado]… y ora” (F. G. Martinez, Book of Giants (4Q203), 8:14-15, pág. 261).Cf. J. T. Milik et al., Enoch, págs. 315, 316 n. L. 12: “Y ahora, suelta tus ataduras que [te] atan […] y empieza a orar”. Ibíd., pág. 316 n. L. 14 explica el texto de la siguiente manera: “Los Vigilantes parecen estar ya encadenados por los ángeles; para poder rezar, para levantar los brazos en gesto de súplica, tienen que liberar las ataduras”. Véase también M. Wise et al., DSS, The Book of the Giants, 4Q203, 8:14-15: “Pero ahora, suelta las ataduras […] y ora”.

17 J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 103. Cf. J. W. Etheridge, Onkelos, Génesis 6:3, pág. 47.

18 Alternativamente, esta frase está traducida por F. G. Martinez, Book of Giants (4Q530), 3:3, pág. 261 como “la evidencia de los Gigantes”.

19 G. Widengren, Ascension, pág. 38 n. 2.

20 Ibíd., pág. 38 n. 2. La idea continúa hoy en lo que ha llegado a llamarse Yamim Noraim (los días temibles) o Aseret Yemei Teshuvá (diez días de arrepentimiento/retorno). La tradición se basa en Isaías 55:6. Que dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado; llamadle en tanto que está cercano”. Maimónides formuló los pasajes más citados asociados con este período. Escribió (E. Touger, Mishneh Torah de Rambam, Laws of Teshuvah, 2:6):

Aunque el arrepentimiento y el clamor a Dios siempre son oportunos, durante los diez días desde Rosh Hashaná hasta Yom Kipur son sumamente apropiados y aceptados inmediatamente [en las alturas].

Según T. R. Rich, Days of Awe:

Uno de los temas constantes de los días temibles es el concepto que YAH´VEH tiene “libros” en los que escribe nuestros nombres, anotando quiénes van a vivir y quiénes van a morir, quiénes tendrán una buena vida y quiénes tendrán una mala vida para el siguiente año. Estos libros se escriben en Rosh Hashaná, pero nuestras acciones durante los días temibles pueden alterar el decreto de Dios. Las acciones que cambian el decreto son “teshuvá, tefilá y tzedaká”, arrepentimiento, oración, buenas acciones (usualmente caridad). Estos “libros” son sellados en Yom Kipur. Este concepto de escribir en libros es la fuente del saludo común durante este tiempo: “Que seas inscrito y sellado para un buen año”.

21 M. Goff, Sons of the Watchers, págs. 126-127.

22 Moisés 6:50ff.

La misión de enseñanza de Enoc: Enoc lee un libro de memorias

Perspectiva #10 del Libro de Moisés

Moisés 6:46-47

Con la contribución de Jeffery M. Bradshaw

Todos los hombres se ofendían por causa de Enoc (Moisés 6:37)

Como se describió en una Perspectiva anterior1, Moisés 6–7 describe escenas de guerras, derramamiento de sangre y matanzas entre el pueblo al que Enoc se le ordenó predicar2. El relato del Libro de los Gigantes de Qumrán también comienza con referencias a “masacre, destrucción y corrupción moral”3 que llenaban la tierra4. En vista de la intensidad de la maldad del pueblo, era imposible que Enoc "profetizara cosas buenas" para agradar al pueblo. Hugh Nibley describe la situación de la siguiente manera5:

[Enoc] sale y predica, y todos los hombres se sienten ofendidos porque no trae buenas noticias. Recuerde lo que el pueblo le dice a Samuel el Lamanita: "Dinos lo que está bien en Zarahemla; no nos digas lo que está mal en Zarahemla". Samuel el Lamanita dijo: "Cuando una persona viene y te dice lo maravilloso que eres, lo vistes con ropas finas; lo llevas sobre tus hombros y dices que es un verdadero profeta. Si te dice tus pecados, inmediatamente gritas: 'Mátalo; es un falso profeta'"6. Esta es la situación. Nadie simpatiza con [Enoc] en lo absoluto. Observe: "… subía a las colinas y a los lugares altos y clamaba en voz alta, testificando en contra de sus obras; y todos los hombres se ofendían por causa de él"7. A nadie le gustó su registro tan negativo. ¿Por qué? Porque testificó en contra de sus obras. … Y por eso trataron de hacerlo pasar por un loco8.

Al igual que con Alma y Amulek, a quienes el Señor no permitió que extendieran "[sus] manos y ejer[cieran] el poder de Dios que [estaba] en [ellos]"9, Enoc se vio inicialmente limitado a la acción física, confiando únicamente en el "poder de la palabra que Dios le había dado"10. Pero entonces, como ahora, sus obras fueron registradas tanto en la tierra como en el cielo "para que los juicios que en su ira [Dios] envíe sobre ellos sean justos; y la sangre del inocente será un testimonio en su contra, sí, y clamará fuertemente contra ellos en el postrer día"11.

Libros celestiales en la tradición antigua

Consistente con el relato del Libro de Moisés que describe que el libro de Adán fue transmitido a Enoc, el Zohar enseña que Enoc tenía una copia del "libro de las generaciones de Adán" de la misma fuente celestial que se lo reveló a Adán12. Hugh Nibley ofrece una descripción más específica de cómo funciona el patrón de los libros sagrados en las historias y enseñanzas de las Escrituras de los Santos de los Últimos Días13:

Todo comienza en la tierra con el "libro de las generaciones de Adán"14, un registro completo de nombres y eventos y del trato de Dios con sus hijos en la tierra. Él pide a los santos de cada época que guarden dicho libro, o más bien que continúen el original, añadiendo sus propios nombres e historias en él, "para disponer por sorteo las heredades de los santos cuyos nombres, junto con los de sus padres e hijos, estén inscritos en el libro de la ley de Dios"15, que es el mismo que el "libro de memorias"16, que se remonta a Adán17 y es también "la genealogía de los hijos de Adán"18. Enoc lee los libros para recordarle a su pueblo "los mandamientos que [Dios] le di[o] a su padre Adán"19 cuando "por su propia voz llamó a [su] padre Adán"20 y les ordenó que los transmitieran: "[E]nseñar estas cosas sin reserva a [sus] hijos"21, ¡y con el tiempo han de llegar hasta nosotros!22. La regla es que "muchos libros … de todas clases" sean "transmitido[s] de una generación a otra, … hasta que [el pueblo ha] caído en transgresión"23, momento en el que desaparecen hasta que otro profeta los saca a la luz.

En la tradición judía se distinguen varios tipos de "libros celestiales"24:

  • El Libro de la Vida, en el que están escritos los nombres de los justos. En algunos relatos, existe el correspondiente Libro de la Muerte en el que se registran los nombres de los inicuos. Este libro es "por mucho el tipo más común" de libro celestial mencionado y las referencias a él se encuentran tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
  • El Libro del Destino "registra lo que sucederá por adelantado, ya sea a un individuo o a una comunidad mayor". Aparece "solo en raras ocasiones en las Escrituras hebreas, pero con mucha más frecuencia en los Rollos del Mar Muerto y en otra literatura del Segundo Templo, y especialmente en los Jubileos".
  • El Libro de Obras, una "contabilización celestial de las obras de las personas, buenas o malas", que "regula la entrada al gozo eterno". Al igual que el Libro del Destino, este tipo de libro celestial predomina en Isaías, Daniel y en los seudoepígrafos.

El libro de memorias de Enoc como un "Libro de Obras"

El libro celestial al que se hace referencia en el Libro de Moisés, como en los seudoepígrafos judíos relacionados, se parece más a un Libro de Obras. En Moisés 6, leemos que Enoc predicó al pueblo sobre este "libro de memorias"25, en el que se registraron tanto las palabras de Dios como los hechos del pueblo. En consecuencia, en el Libro de los Gigantes, Enoc le da un libro en forma de "dos tablas de piedra"26 a Mahújah para que fuera testigo de "su estado caído y la traición de sus antiguos convenios"27. En los Seudo-Jubileos, otro libro parcial encontrado en Qumrán, está escrito que28:

    1. [ … [E]noc después de que le enseñamos …
    2. [… la tie]rra entre los hijos de la humanidad. Y testificó contra todos ellos.
    3. […] y también contra los Vigilantes…

En el Libro de Moisés, Enoc dice que el libro celestial fue escrito "según el modelo dado por el dedo de Dios"29. Esto puede aludir a la idea de que un registro similar de la maldad del pueblo se guardaba en el cielo30, como se atestigua en 1 Enoc31:

No supongas ni digas en tu corazón que no saben ni se ven tus obras injustas en el cielo, ni están escritas delante del Altísimo. De ahora en adelante, sabed que todas sus malas acciones están escritas día en día, hasta el día de su juicio.

Así como se describe a Enoc como autor del libro de memorias en Moisés 6, también se le describe en el Testamento de Abraham como el ser celestial responsable de registrar las obras de la humanidad para que puedan ser recordadas32. Asimismo, en Jubileos 10:17 leemos33: "Enoc había sido creado como testigo de las generaciones del mundo para que pudiera informar de todas las obras de cada generación en el día del juicio". Por lo tanto, Enoc como escriba y testigo del libro celestial de memorias, como se describe en el Libro de Moisés, encaja perfectamente en las antiguas enseñanzas judías sobre Enoc.

Este artículo fue adaptado y ampliado a partir de Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. En God's Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation y Eborn Books, 2014, págs. 46–47.

Otras lecturas

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Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. En God's Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation e Eborn Books, 2014, págs. 46–47.

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Wise, Michael, Martin Abegg, Jr. y Edward Cook, eds. The Dead Sea Scrolls: A New Translation. New York City, NY: Harper-Collins, 1996.

Notas sobre las ilustraciones

Ilustración 1.

Encontrado en https://latterdaysaintmag.com/article-1-11613/ (consultado el 14 de febrero de 2020).

Notas al pie de página

1 Véase Central de La Perla de Gran Precio, "La misión de enseñanza de Enoc: Obras secretas, juramentos y asesinatos", Perspectiva #9 del Libro de Moisés (agosto de 2021).

2 Véase Moisés 6:15; 7:7, 16.

3 J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 67.

4 M. Wise et al., DSS, Book of Giants (1Q23), 9+14+15:2-4, pág. 291; F. G. Martinez, Book of Giants (1Q23), 9+14+15:2-4.

5 H. W. Nibley, Teachings of the PGP, pág. 275.

6 Véase Helamán 13:26-28.

7 Moisés 6:37.

8 Véase Moisés 6:38: "una cosa extraña en la tierra; ha venido un demente entre nosotros". Para obtener más información sobre este tema, consulte la Perspectiva #6.

9 Alma 14:10.

10 Moisés 7:13.

11 Alma 14:11.

12 Zohar 1:37b (ed. Vilna) como se cita en J. C. Reeves et al., Enoch from Antiquity 1, pág. 87: “Ellos bajaron para Adán el protoplasto (del cielo) un libro real. … Enoc también tenía un libro y ese libro era del (mismo) lugar que el 'libro de las generaciones de Adán' (Génesis 5:1)". Cf. D. C. Matt, Zohar 1, Be-Reshit 1:37b, págs. 237–238. El libro de memorias mencionado en el Libro de Moisés parece haber sido transmitido a los descendientes justos de Adán. Por ejemplo, Moisés 6:3–5 introduce su descripción de la conservación de "un libro de memorias … en el lenguaje de Adán" con una mención de los nacimientos de Set y Enós, que invocaron "el nombre del Señor" y "a cuantos invocaban a Dios les era concedido escribir por el espíritu de inspiración". Este pasaje hace recordar un texto fragmentario de Qumrán al que se le ha dado el título "El secreto de cómo son las cosas" (4Q415-418, 1Q26, 4Q423). Asimismo, conserva una tradición según la cual un "libro de memorias" fue legado de forma sucesiva a Set y Enós "con un pueblo espiritual" (M. Wise et al., DSS, 4Q417 Fragmento 1, columna 1, líneas 13-17, pág. 484). Aunque los seudoepígrafos judíos, Josefo y los escritos gnósticos cristianos mencionan a Set en conexión con esta tradición, es más raro encontrarla asociada tanto con Set como con Enós. Gracias a David Snell por señalar esta referencia (D. Snell, New Find).

13 H. W. Nibley, Enoch, pág. 133.

14 Moisés 6:8.

15 DyC 85:7.

16 DyC 85:9.

17 Moisés 6:45–46.

18 Moisés 6:22.

19 Moisés 6:28.

20 Moisés 6:51.

21 Moisés 6:58.

22 DyC 107:56.

23 Helamán 3:15–16.

24 L. Baynes, Heavenly Book, págs. 7-8.

25 Moisés 6:46. Cf. Moisés 6:5.

26 Sundermann Fragment L I Recto 1-9, en J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 109. Véase también pág. 110 n. 6 y pág. 154 n. 306. Cf. 4Q203 Fragmentos 7b 1-3, columna ii y 8 1-12, en D. W. Parry et al., DSSR (2013), pág. 945. J. T. Milik et al., Enoch, pág. 335 cita un fragmento del persa medio Kawân y un pequeño fragmento de Qumrán (2Q26) para más detalles sobre las tablas. La primera tabla, hecha de madera, es lavada por los inicuos para borrar su escritura. "Simboliza la generación del Diluvio" que será "sumergida por las aguas del Diluvio … La tabla de la línea 3 parece ser una segunda o tercera, ya que es la 'tabla' de la salvación, el arca de Noé y sus tres hijos".

27 H. W. Nibley, Enoch, pág. 214. Véase F. G. Martinez, Book of Giants (4Q203), 8:1-11, pág. 260-261.

28 4Q227 (4QpsJubc?), Fragmento 2, 1, 3-4, trad. J. VanderKam y J. T. Milik, en D. W. Parry et al., Reader, pág. 117. Cf. J. C. Reeves et al., Enoch from Antiquity 1, págs. 58–59; J. T. Milik et al., Enoch, pág. 12.

29 Moisés 6:46.

30 Observando que el Libro de los Gigantes se refiere a la segunda tabla que Enoc le dio a Mahújah como una "copia" (F. G. Martinez, Libro de los Gigantes (4Q203), 8:3, pág. 260), Reeves (J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 111 n. 3) conjeturas: "Tal vez Enoc empleó las 'tablas celestiales' en la formulación de su interpretación". Para obtener resúmenes de la literatura sobre los libros celestiales en 1 Enoc, tradiciones judías y cristianas, consulte G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, págs. Ibíd.478–480; G. Widengren, Ascension; L. Baynes, Heavenly Book; G. L. Mitton, Book of Mormon As a Resurrected Book.

31 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 98:7-8, pág. 468. Cf. 81–82, págs. 333–334, 93:2, pág. 434, 97:6, pág. 467, 104:7, pág. 513.

32 D. C. Allison, Testament, 10:1, 6-7, 11, pág. 254. Véase también Pseudo-Titus, De dispositione sanctimonii (ed. De Bruyne): "De entre los primeros pueblos, Enoc el justo fue designado para escribir las obras de los primeros humanos”; Ms. Monacensi 287 fol. 59 (ed. Boll): "Enoc, el séptimo después de Adán, registró el juicio venidero iracundo de Dios … en tablas de piedra", ambas fuentes se citan en J. C. Reeves et al., Enoch from Antiquity 1, págs. 92, 93. Asimismo, en el Testamento de los Doce Patriarcas, Dan, el hijo de Jacob-Israel, encuentra el registro de la maldad de los hijos de Leví en el libro de Enoc (H. C. Kee, Testaments, Dan 5:6, pág. 809): "Leí en el Libro de Enoc el Justo que vuestro príncipe es Satanás y que todos los espíritus de promiscuidad sexual y de la arrogancia … hacen que cometan pecados ante el Señor". Véase también ibíd., Simeon 5:4, pág. 786: "Porque he visto en una copia del libro de Enoc que vuestros hijos serán arruinados por la promiscuidad"; ibíd., Naphtali 4:1, pág. 812: "He leído en los escritos del santo Enoc que os apartarán del Señor, viviendo de acuerdo con toda maldad de los gentiles y cometiendo toda maldad de Sodoma"; ibíd., Benjamin 9:1, pág. 827: "De las palabras de Enoc el Justo os digo que seréis sexualmente promiscuos como la promiscuidad de los sodomitas". Para una descripción general del libro celestial de las obras en la literatura del segundo templo, véase L. Baynes, Heavenly Book, págs. 85–105.

33 O. S. Wintermute, Jubilees, 10:17, pág. 76.

La misión de enseñanza de Enoc: obras secretas, juramentos y asesinatos

Perspectiva #9 del Libro de Moisés

Moisés 6:15

Con la contribución de Jeffrey M. Bradshaw

De acuerdo con la presentación de los gibborin bíblicos como “grandes guerreros”, los escritos de Enoc que se encuentran en el Libro de Moisés describen escenas de guerras, derramamiento de sangre y muerte entre el pueblo1. Por ejemplo, en Moisés 6:15 leemos2:

“Y los hijos de los hombres eran muchos sobre toda la faz de la tierra. Y en aquellos días Satanás ejercía gran dominio entre los hombres y agitaba sus corazones a la ira; y desde entonces hubo guerras y derramamiento de sangre; y buscando poder”.

El relato del Libro de los Gigantes también comienza haciendo referencia que la tierra se llenó de “muerte, destrucción y corrupción3 moral” 4. La mención de “obras secretas” y “darle muerte”5 en el Libro de Moisés recuerda una descripción similar en el Libro de los Gigantes 6: “[C]onocían los se[cretos]7 y mataron a mu[chos … ]”. En otros lugares, los manuscritos de Qumrán se refieren a la difusión del “misterio de la maldad” 8. Esto recuerda los hechos de los “vigilantes”9 de la tradición judía, seres semidivinos, semi-míticos, que fueron víctimas del pecado10.

Misterios de maldad entre los “vigilantes”

En su resumen de las historias del tipo de conocimiento que se decía que los vigilantes poseían, Hugh Nibley describe esa época como un “tiempo de gran sofisticación intelectual y material”11. Nibley continúa12:

Los líderes del pueblo dedicaron la mayor parte de sus riquezas a todo tipo de proyectos de ingeniería para controlar y templar la naturaleza. Pero el Señor alteró el orden de la creación, haciendo que el sol saliera por el oeste y se pusiera en el este, por lo que todos sus planes fracasaron13. La idea de controlar el medio ambiente independientemente de Dios no es tan tonta como parece, dijo Zohar, “porque conocían todas las artes… y todos los reyes gobernantes [arcontes] a cargo del mundo y confiaban en este conocimiento, hasta que al final Dios los desengañó al restaurar la tierra de su estado primitivo y al cubrirla con agua”14. Rabbi Isaac menciona: “‘En los días de Enoc incluso los niños estaban familiarizados con estas artes misteriosas de [las ciencias avanzadas]’. Dijo R. Yesa: ‘Si es así, ¿Cómo pudieron ser tan ciegos como para no saber que Dios intentó traer el diluvio sobre ellos y destruirlos?’ R. Isaac respondió: ‘Ellos sí lo sabían’”, pero pensaron que eran lo suficientemente inteligentes como para evitarlo. “Lo que no sabían era que Dios gobierna el mundo. … Dios les dio un descanso todo el tiempo que los justos Jered, Matusalén y Enoc estuvieron vivos; pero cuando partieron del mundo, Dios permitió que descendiera el castigo… ‘y fueron borrados de la tierra’ (Génesis 7:23)”15.

Nibley infiere que el conocimiento de los vigilantes también incluye información acerca de ordenanzas sagradas (o, tal vez, imitaciones diabólicas de ellos16) que no debían divulgarse a otros. Por ejemplo, un texto etíope dice17:

En los días de Caín y sus hijos, las prácticas perversas y engañosas aumentaron. Aquellos que se gloriaron [en sus cuerpos] antes que Adán son los ángeles malvados. Habiendo recibido cuerpos, aprendieron un gran pecado. Por lo tanto, expusieron abiertamente toda la obra que habían visto en el cielo.

Asimismo, un fragmento griego de 1 Enoc (Gizeh) presenta18:

Los ángeles grandes regresando de la tierra para informar a Dios que habían encontrado a ‘Azael enseñando toda forma de injusticia sobre la tierra y ha puesto al descubierto aquellos misterios de la época que pertenecen al cielo, los cuales [ahora] se conocen y practican entre los hombres; y también Semyazza está con él, a quien le diste autoridad [sobre] aquellos que lo acompañan.

Además19:

Clemente de Alejandría atribuyó a Musaeus, el fundador de los misterios griegos, un relato de “cómo los ángeles perdieron su herencia celestial al contar las cosas secretas [misterios] a las mujeres”, cosas, observa Clemente, “que los otros ángeles guardan en secreto o las desarrollan discretamente hasta la venida del Señor”.

La tradición islámica enseña que el más importante de estos misterios, enseñado sin autorización a una mujer que fue su cómplice en el pecado20, fue el conocimiento del “Nombre de Dios” por medio del cual los vigilantes pudieron “ascender al cielo”21. Al comentar sobre tales textos, Nibley observa22:

Las ordenanzas no son secretas y, sin embargo, son, por así decirlo, automáticamente codificadas para aquellos que no están autorizados a tenerlas. … Este es el relato clásico de los vigilantes, ángeles que vinieron a llamar a la raza humana al arrepentimiento, pero que, siendo tentados por las hijas de los hombres, cayeron y entregaron los convenios y el conocimiento que poseían. Esta fue su perdición, y siempre fue tratado como el más monstruoso de los crímenes, divulgar las ordenanzas puras del cielo a personas indignas de recibirlas, quienes luego procedieron a ejercerlas con injusticia mientras proclamaban su propia justicia con el argumento de poseerlas.

Mahújah/Mehujael y los misterios de la maldad

Se puede presentar un caso provisional para la identificación del Libro de los Gigantes Mahújah con el Mehujael, quien era descendiente de Caín y el abuelo del malvado Lamec23. Este caso solo se fortalece cuando consideramos el material adicional de la línea familiar de Mehujael incluida en el registro de José Smith. Tenga en cuenta que en el Libro de Moisés, el nieto de Mehujael, como los otros “hijos de los hombres”24 “entraron en el convenio con Satanás según la manera de Caín”25. De manera similar, en 1 Enoc26 leemos que un grupo de conspiradores, representado aquí como hijos de Dios caídos, “todos juraron y se obligaron unos a otros con una maldición”. En otra parte de 1 Enoc aprendemos detalles adicionales acerca de ese pacto27:

Este es el número de Kasbeel, el jefe del juramento, que mostró a los santos cuando moraba en lo alto en gloria y el (o “su”) nombre (es) Beqa. Este le dijo a Miguel que le mostrara el nombre secreto, para que lo pudiera mencionar en el juramento, para que los que mostraban a los hijos de los hombres todo lo que estaba en secreto se estremecieran ante el nombre y el juramento.

Los pasajes en 1 Enoc son similares a la sección del Libro de Moisés que describe una “combinación secreta” que había estado en funcionamiento “desde los días de Caín”28. En cuanto a la naturaleza mortal del juramento, leemos en el Libro de Moisés: “Júrame por tu garganta, y si lo revelas morirás”29, tal como en 1 Enoc los conspiradores “se obligaron unos a otros con una maldición”30.

En 1 Enoc, los conspiradores acordaron sobre su curso de acción diciendo31, “Vayamos y escojamos mujeres dé entre las hijas dé los hombres”. De la misma manera, el Libro de Moisés, el nieto de Mehujael se hizo infame porque “tomó para sí… esposas”32 a quienes reveló los secretos de su liga malvada (para el disgusto de sus compañeros)33. En 1 Enoc, como en el Libro de Moisés34, también leemos específicamente cómo “todos comenzaron a revelar misterios a sus esposas e hijos”35. Revisaremos las consecuencias de la revelación de estos desastrosos misterios en una discusión futura de Moisés 5.

En resumen, el Libro de Moisés, 1 Enoc, y el Libro de los Gigantes revelan el mismo patrón de maldad recurrente y triste, un patrón que Dios le pidió a Enoc que interrumpiera.

Este artículo fue adaptado y ampliado a partir de Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. En God’s Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation and Eborn Books, 2014, págs. 45–46.

Otras lecturas

Bradshaw, Jeffrey M. Creation, Fall, and the Story of Adam and Eve. 2014 edición actualizada. En God’s Image and Likeness 1. Salt Lake City, UT: Eborn Books, 2014, págs. 585–590 (Watchers).

Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. In God’s Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation and Eborn Books, 2014, págs. 45–46.

Draper, Richard D., S. Kent Brown y Michael D. Rhodes. The Pearl of Great Price: A Verse-by-Verse Commentary. Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2005, pág. 88.

Nibley, Hugh W. Enoch the Prophet. The Collected Works of Hugh Nibley 2. Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1986, págs. 178–184, 192, 198 (Watchers).

Referencias

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Bradshaw, Jeffrey M. Creation, Fall, and the Story of Adam and Eve. 2014 edición actualizada. In God’s Image and Likeness 1. Salt Lake City, UT: Eborn Books, 2014. www.templethemes.net.

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Notas sobre las ilustraciones

Figura 1. Hablando como si estuviera de pie ante la escena de la figura, John Bright (1811-1889), un cuáquero, se dirigió conmovedoramente a la Cámara de los Comunes inglesa en oposición a la guerra de Crimea (N. Elliott, John Bright): El ángel de la muerte ha estado en el extranjero por toda la tierra; casi puedes escuchar el batir de sus alas. No hay nadie como antes… que rocíe con sangre el dintel y los dos postes laterales de nuestras puertas, para que perdone y pase; toma a sus víctimas del castillo de los nobles, de la mansión de los ricos y de la cabaña de los pobres y humildes.

Notas al pie de página

 

1Véase Moisés 6:15; 7:7, 16.

2 Moisés 6:15.

3 J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 67.

4 M. Wise et al., DSS, Book of Giants (1Q23), 9+14+15:2-4, pág. 291; F. G. Martinez, Book of Giants (1Q23), 9+14+15:2-4.

5 Moisés 6:15.

6 M. Wise et al., DSS, Book of Giants (1Q23), 9+14+15:2-4, p. 291.

7 Martinez traduce el término como “misterios” (F. G. Martinez, Book of Giants (1Q23), 9+14+15:2, pág. 291). Stuckenbruck es más precavido: “No hay suficiente visibilidad en 1Q23 14 para verificar esta interpretación” (L. T. Stuckenbruck, Book of Giants, pág. 58).

8 M. Wise et al., DSS, Tales of the Patriarchs (1QapGen), 1:2, p. 91. Cf. F. G. Martinez, Genesis Apocryphon, 1:2, pág. 230; J. A. Fitzmyer, Genesis Apocryphon, 1:2, pág. 67: “mystery of evil.” Véase también 2 Tesalonicenses 2:7 (ibíd., pág. 120 no. 1:2). Para conocer una discusión más extensa, véase S. I. Thomas, Mysteries, págs. 180-182.

9 Para la etimología del término “Watchers”, véase G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, págs. 140–141. Véase también J. J. Collins, Sons of God, págs. 263–264.

10 Los relatos que son más conocidos de los Vigilantes, además de las breves alusiones en las Escrituras, se encuentran en 1 Enoc capítulos 6–16, 85–88, 106–107 y el Libro de los Jubileos (ejemplo: O. S. Wintermute, Jubilees, 4:15, pág. 62; 5:2, pág. 62). Muchos investigadores ven a 1 Enoc 6–16 (la parte que es llamada el Libro de los Vigilantes) meramente como “la explicación del autor de una situación política progresiva que Israel está enfrentando”, sin embargo, Archie T. Wright argumente insistentemente que el texto es principalmente la historia “del origen de los espíritus malos basado en su interpretación de Génesis 6:1–4” (A. T. Wright, Evil Spirits, pág. 9. Cf. págs. 49, 138–165).

11 Véase G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 8:1–3, pág. 188.

12 H. W. Nibley, Enoch, págs. 184–185.

13 Véase D. C. Matt, Zohar 1, Be-reshit 1:56a, págs. 315–316 y no. 1545.

14 Ibíd., Be-reshit 1:56b, págs. 318–319.

15 Véase ibid., Be-reshit 1:56b, pág. 319; Génesis 7:23.

16 Véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pág. 398 no. 5:53-a.

17 S. Grébaut, Computs, pág. 431; cf. B. Mika’el, Enoch, págs. 141–142; B. Mika’el, Mysteries, págs. 26–27. Véase también H. W. Nibley, Enoch, págs. 182–183; J. J. Collins, Sons of God, pág. 269; Job 4:18, 15:8, 15; Mateo 24:36–37; 1 Pedro 1:12. Véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pág. 727 no. E-104.

18 H. W. Nibley, Enoch, pág. 183; cf. R. H. Charles, Enoch, 9:6–7, pág. 283; G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 9:6–7, pág. 202.

19 H. W. Nibley, Enoch, pág. 184; cf. Clement of Alexandria, Stromata, 5:1:10, pág. 446.

20 J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pág. 727 no. E-105.

21 A. I. A. I. M. I. I. al-Tha’labi, Lives, pág. 88; cf. C. Albeck, Midrash, traducción al inglés en J. C. Reeves, Midrash Shemhazai y Azael (inglés) (véase pág. 587).

22 H. W. Nibley, Return, pág. 63; cf. Génesis 6:4-6; J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pág. 398 no. 5:53-a.

23 Véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pág. 96 no. M6-19. Debido a las diferencias en la ortografía hebrea, algunas han cuestionado si se puede hacer una conexión entre Mahíjah/Mahújah (en el Libro de Moisés), Mahaway (en el Libro de los Gigantes) y Mehujael (en Genesis 4:18). Véase el ensayo #7. Para tener una respuesta detallada sobre este asunto, véase J. M. Bradshaw et al., Where Did the Names “Mahaway” and “Mahujah” Come From?

24 Moisés 5:52, 55.

25 Moisés 5:49.

26 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 6:5, pág. 174.

27 G. W. E. Nickelsburg et al., 1 Enoch 2, 69:13–14, pág. 304.

28 Moisés 5:51.

29 Moisés 5:29. Para conocer más sobre los usos de tales pactos dentro y fuera de las escrituras, véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, Moses 5:29-b, c, d, págs. 377–378; J. M. Bradshaw et al., Investiture Panel, págs. 33–34.

30 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 6:5, pág. 174.

31 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 6:1, pág. 174.

32 Moisés 5:44. Véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pág. 392 no. 5:44-a: “La expresión ‘tomaron para sí’ es paralela a la descripción de las relaciones ilícitas de los maridos inicuos en los días de Noé (Moisés 8:14, 21). A. T. Wright, Evil Spirits, págs. 135–136 observa que “no hay ninguna indicación… de que se haya producido realmente un matrimonio, sino que [la frase] podría traducirse y entenderse como ‘Lamec tomó para sí dos mujeres'”.

33 Moisés 5:47–55. Véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, págs. 395–399 no. 5:47a-54c.

34 Moisés 5:53: “Lamec había dicho el secreto a sus esposas, y ellas se rebelaron contra él, y declararon estas cosas en el exterior, y no tuvieron compasión”.

35 G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 8:3, pág. 188. Para conocer una discusión más amplia sobre este tema, véase R. Lesses, They Revealed.

Mahijah y Mahaway interrogan a Enoc

Perspectiva #8 del Libro de Moisés

Moisés 6:40

Con la contribución de Jeffrey M. Bradshaw

Hugh Nibley ha señalado similitudes intrigantes entre Mahíjah en el Libro de Moisés y Mahaway en el Libro de los Gigantes, no solo en sus nombres sino también en sus funciones respectivas. Él observa1:

Lo único que resalta el Mahíjah en el Libro de Moisés es por hacer preguntas audaces directas a Enoc. … Y este es exactamente la función y la única función, que el arámico Mahujah [i.e. Mahaway] tiene en la historia.

En el Libro de los gigantes, leemos el informe de una serie de sueños que preocuparon a los gibborim. En el sueño de Hahyah2:

7. … había un jardín grande plantado con todo tipo de árboles…
9. [y de un árbol salieron tres brotes que miré lenguas de fuego del
10. [cielo bajaron…] …, y el fuego quemó todos
11. [los árboles de este huerto por todas partes y no quemó el árbol con los tres brotes …]

En el sueño de Ohya3:

16. … el gobernante del cielo bajó a la tierra …
18.… y he aquí los [libro]s se abrieron y un juicio se pronunció.

Parece que los sueños tenían la intención de “simbolizar la destrucción de todo por medio del diluvio, menos a Noé y sus hijos”4.Los tres “brotes” representan los tres hijos sobrevivientes de Noé, mientras que la quema de los otros tres en el huerto y el juicio pronunciado representa la destrucción futura de gibborim. En cartas impresionantes a la pregunta de Enoc por Mahíjah en el Libro de Moisés, el gibborin envía a Mahaway a “consultar a Enoc con el propósito de recibir una interpretación autorizada de las visiones”5. En el Libro de los Gigantes, leemos6:

20. … [ … Entonces] todos los gibborim [y los monstruos] se asustaron
21. y llamaron a Mahaway. Llegó a la asamblea [de los monstruos] y los gibborim y lo enviaron a Enoc.
22. [y deliberaron] y le dijeron: ‘Ve …’7
23. ‘Él te dirá la interpretación de los sueños y todos serán apaciguados.

En un esfuerzo por fortalecer su caso de que José Smith simplemente tomo de este material del Libro de los Gigantes, Salvatore Cirillo comentó: “El énfasis que [José] Smith da al viaje de Mahíjah a Enoc es inquietantemente similar al registro de Mahaway a Enoc en elk [Libro de los Gigantes]”8. Sin embargo, la idea de que la revelación de José Smith dependía textualmente del Libro de los Gigantes es imposible porque el este libro fue descubierto hasta 1948, más de un siglo después de la publicación del Libro de Moisés. Una frase adicional en algunas traducciones de los pasajes citados arriba implica que Mahaway fue escogido porque había ido con Enoc en busca de consejo: “previamente escuchaste la voz [de Enoc]”9. Esto puede corresponder a la afirmación de Mahaway de que esta es la segunda petición que ha hecho de Enoc10. “Beyer entiende que este… pasaje que significa… que Mahaway fue el único [gibbor] capaz de ejecutar esa misión debido a su conocimiento personal de Enoc11. Nibley va mas allá, viendo indicios que son más que este conocimiento previo del personaje con Enoc que maneja las peticiones12:

Están asustados; no saben quién es Enoc, por lo que obligaron a Mahíjah [es decir, Mahaway] para ir y preguntar realmente quiénes son.

Lo cual, desde el punto de vista de NiIbley, conduce directamente a la pregunta de Mahíjah en el Libro de Moisés13:

“Dinos claramente quién eres, y de dónde vienes”.

En conclusión, es notable que tanto los nombres y las funciones de Mahíjah y Mahaway estén preservados en el Libro de los Gigantes y el Libro de Moisés. Yendo más lejos, Loren Stuckenbruck observó el mismo patrón de preservación en los fragmentos maquineos chinos del Libro de los Gigantes, que incluye nombres de otras personas además de Mahawai que están, por una u otra razón, significativamente alterados. Especialmente dado el potencial para “casos en los que el onomástico cambia [i.e., cambios en los caracteres de los nombres] puede deberse al cambio de los medios del idioma”, está impresionado con la “sencilla correspondencia entre los nombres Mahawai en los textos maniqueístas en el libro arameo [Libro de los Gigantes], en los que el personaje, actuando como mediador, se encuentra con Enoc ‘el escriba'”14.

Tratando de darle sentido a las conexiones entre el Libro de los Gigantes arameo, el Libro de los Gigantes maquineo y ciertos pasajes en el midrash judío medieval, John C. Reeves argumenta que es:

plausible asumir que estas historias son… expresiones textuales de una tradición de exégesis que circulaba en grupos de aprendizaje durante la era del Segundo Templo. Una versión apareció en arameo en Qumrán y presumiblemente fue la versión posterior estudiada y adaptada por Mani. Otra versión de la misma tradición se repite en hebreo en la Edad Media. Otras versiones (si no uno o la dos mencionada anteriormente) influyeron aparentemente en la exégesis islámica del pasaje del Corán con respecto a los pecados de Harut y Marut 15.

La confluencia de semejanzas tanto en los nombres y las funciones de Mahíjah es un testimonio de la importancia del personaje en todos el texto de Enoc separados en grandes distancias en tiempo, cultura y geografía. Dado que el Libro de Moisés, la historia de Enoc refleja el Libro de los Gigantes arameo más que cualquier versión posterior argumenta a favor de la antigüedad del Libro de Moisés. Este artículo fue adaptado y actualizado por Bradshaw, Jeffrey M. y Ryan Dahle. “¿José Smith pudo haber tomado de manuscritos antiguos cuando tradujo la historia de Enoc?” “Actualización reciente de una pregunta persistente (4 de octubre de 2019)”. Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 33 (2019): 305–373. (consultado el 23 de octubre de 2019), págs. 316–317.

Otras lecturas

Bradshaw, Jeffrey M. y David J. Larsen. Enoch, Noah, and the Tower of Babel. In God’s Image and Likeness 2. Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation and Eborn Books, 2014, págs. 44–45, 95 n. M6-17.

Draper, Richard D., S. Kent Brown y Michael D. Rhodes. The Pearl of Great Price: A Verse-by-Verse Commentary. Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2005, pág. 96.

Nibley, Hugh W. Enoch the Prophet. The Collected Works of Hugh Nibley 2. Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1986, págs. 277–279.

———. 1986. Teachings of the Pearl of Great Price. Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies (FARMS), Brigham Young University, 2004, pág. 268.

Referencias

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Notas sobre las figuras

Figura 1. Pintura del mural uigur maniqueo-budista del “árbol de joya” de tres troncos de las cuevas de los Mil Budas, cueva no. 25 [núm. 38 en el sistema de numeración chino moderno], Bezeklik, Valle Mutou, Montañas Flameantes, China, siglo XIX. Copie de la fresque de la grotte 25 : l’arbre de vie. Iacovlev Alexandre (1887–1938), Iakovleff (aka). Paris, musée Guimet (musée national des Arts asiatiques), 00-000530/MG24341. Derechos de autor de la foto RMN-Grand Palais (MNAAG, Paris)/Thiérry Ollivier. https://www.photo.rmn.fr/CS.aspx?VP3=SearchResult&VBID=2CMFCI865EDV&SMLS=1&RW=1560&RH=1630 (consultado el 27 de enero de 2020). El antiguo consenso académico sobre la relación de esta pintura con el Libro de los Gigantes (véase, por ejemplo, H.-J. Klimkeit, Manichaean Art, págs. 31-32) se basó en una atribución errónea de las citas de Severo de Antioquía al Libro de los Gigantes en su crítica del maniqueísmo. Fue rechazado en J. C. Reeves, Jewish Lore, págs. 165–174—a pesar del hecho de que la pintura estaba representada en la cubierta del libro de Reeves. Más tarde, G. Kósa, Peacocks presentó varias ideas nuevas sobre la interpretación del mural, incluido un argumento convincente de que los tres troncos en la pintura estaban destinados a evocar el concepto maniqueo de las “Tres Constanzas” en lugar de Noé y sus hijos. A pesar de esta nueva interpretación, ningún erudito discute la fuerte conexión entre el Libro de los Gigantes maniqueos (bien conocido por los maniqueos en Oriente) y el Libro de los Gigantes de Qumrán, solo la idea de que Severo estaba citando el Libro de los Gigantes en lugar de otra fuente maniqueísta.

Notas al pie de página

 

1 H. W. Nibley, Enoch, pág. 278. Al señalar la posibilidad de un juego de palabras, Nibley conjetura que “lo que Ma- [en Mahíjah] sugiere con más fuerza es sin duda el antiguo interrogativo casi universal, Ma (“ ¿quién?” o “¿qué?”), de modo que los nombres Mahújah y Mahíjah ambos suenen a los estudiantes semíticos como preguntas” (HW Nibley, Churches (1989), pág. 290).

2 D. W. Parry et al., Reader, 4Q530, Frg 2 Col. Ii + 6 + 7 Col. I + 8-11 + 12 (?), 3:485, 7–11. Cf. C. Albeck, Midrash, en la traducción al inglés de J. C. Reeves, Shemhazai y Azael:

Se enseña que una noche [cuando] Hayya y Hiyya, los hijos de Shemhazai, estaban dormidos, ambos soñaron. … Y el otro vio en su sueño un jardín grande y floreciente y ese jardín fue plantado con todo tipo de árbol y todo tipo de [plantas] deliciosas y los ángeles vinieron con hachas y cortaron los árboles, dejando solamente un árbol que tenía tres ramas. Cuando se despertaron de su sueño, se levantaron aterrorizados y fueron a su padre y le contaron los sueños. Y les dijo: “Mis hijos, el Santo, bendito sea, está plantando para traer un diluvio para destruir al mundo y no quedará nada en él excepto un hombre y sus tres hijos”.

3 D. W. Parry et al., Reader, 4Q530, Frg 2 Col. Ii + 6 + 7 Col. I + 8-11 + 12 (?), 3:485, 16, 18. Este sueño puede estar relacionado al siguiente pasaje en otro fragmento del Libro de los Gigantes (ibíd., 2Q26, 3:47478, 1–4):

1. ]Lava la tabla con el propósito de [borrarlo].
2. ]y las aguas se levantaron sobre la [tabla] [
3. ] y levantaron la tabla de las aguas, la tabla con la que [
4. ] [ ]para todos ellos[

Cf. C. Albeck, Midrash, en la traducción al inglés de J. C. Reeves, Shemhazai y Azael:

Uno de ellos contemplo en su sueño una gran piedra que se extendía sobre la tierra como una mesa y estaba cincelada e inscrita con muchos renglones [de caracteres]. Luego un ángel descendió del cielo con tipo de cuchillo en su mano y raspó y borró todas esos renglones [de caracteres], dejando solamente una línea que contenía cuatro palabras.

4 M. Wise et al., DSS, pág. 292. Sobre los detalles del primer sueño, véase J. C. Reeves, Jewish Lore, págs. 84–90, 95–102. Sobre el segundo sueño, véase ibíd., págs. 92–93. Para obtener más información sobre la interpretación de los sueños, incluyendo una discusión sobre las resonancias entre el Libro de los Gigantes y 3 Baruch, véase AA Orlov, Flooded Arboretums.

5 J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 84. A. M. Davis Bledsoe, Throne Theophanies, pág. 95 compara fructíferamente esta secuencia con Daniel 4 (cf. J. L. Angel, Humbling, págs. 63ff.):

El que los gigantes busquen a un sabio judío para explicar el significado de sus sueños no es tan sorprendente. De hecho, cuando observamos otros casos de no judíos recibiendo visiones de sueños simbólicos en la Biblia hebrea, ellos también carecen de comprensión sobre sus sueños y deben buscar un interprete al despertar. Quizás el paralelo más cercano a nuestro texto es Daniel 4, donde el rey Nabucodonosor recibe un sueño aterrador, que solo Daniel es capaz de interpretar. Al igual que nuestro texto, el enfoque de la narración está en el soñador gentil, que a menudo habla en primera persona, mientras que el intérprete judío desarrolla solo un papel menor. Quizás se pueda encontrar otro punto de comparación en el hecho de que Daniel 4 no solo habla del juicio de Nabucodonosor, sino también de su posterior rehabilitación y restauración; la edición griega incluso lo tiene convertido. Quizás, como Nabucodonosor, algunos de los gigantes también tienen la oportunidad de arrepentirse y rehabilitarse.

Sin embargo, en el caso de la teofanía del trono de Daniel 7, 1 Enoc 14 y el Libro de los Gigantes (contra el sueño del rey Nabucodonosor en Daniel 4), Davis Bledsoe señala que el Libro de los Gigantes es “notablemente diferente de los otros dos en que no es un judío vidente justo quien experimentó la visión el sueño (y ve la teofanía del trono), sino un gigante culpable” (A. M. Davis Bledsoe, Throne Theophanies, pág. 82). Para comparaciones adicionales del Libro de los Gigantes y Daniel 4, véase J. L. Angel, Humbling; J. L. Angel, Reading the Book of Giants.

6 D. W. Parry et al., Reader, 4Q530, Frg 2 Col. Ii + 6 + 7 Col. I + 8-11 + 12 (?), 3:485, 487, 20–23. Note que la traducción de Martinez difiere un poco en el volumen de Parry y Tov (F. G. Martinez, Book of Giants (4Q530), 2:20–23, pág. 261):

[Entonces] todos los [gibborim] [y los nefilim]… llamaron a Mahawai y él vino a ellos. Le imploraron y lo enviaron a Enoc, [el célebre escriba] y le dijeron: “Ve […]… y muerte para ti, que […] oye su voz y le dice que [te explique] e interprete el sueño…”

Reeves traduce la frase “el escriba celebre” como el escriba [que es] apartado” (J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 91), tomando el término arameo para describir la separación de Enoc de la sociedad humana por medio de una analogía con la descripción de cómo José fue “consagrado de entre sus hermanos” (Genesis 49:26) cuando fue a Egipto (ibíd., pág. 77). Rashi entendió “set apart” en el sentido de “separado” o “aislado” (ibíd., pág. 139 n. 107; Rashi, Genesis Commentary, Genesis 49:26, 4:559).

7 Cf. la palabra “go” (Ve) en la comisión forma de Enoc (Moisés 6:32). Para conocer más acerca del uso de esta forma en la comisión de Mahujah y en un contexto similar en la literatura de Enoc, véase J. C. Reeves, Jewish Lore, págs. 93–94.

8 S. Cirillo, Joseph Smith., pág. 105. Buscando por ideas adicionales además del Libro de los Gigantes por lo que él toma una fuente necesaria del manuscrito para los paralelos antiguos con Enoc de José Smith, Cirilo argumenta (ibid., págs. 105–106): “Este viaje … no es único para el [Libro de los Gigantes], también se encuentra (y probablemente se basa sobre) el viaje de Matusalén en 1 Enoc (The Birth of Noah, G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoch 1, 106:1–107:3, págs. 536–537). … Este formato, para el viaje de una persona para preguntar a Enoc, es evidente una vez más en 1 Enoc (The Apocalypse of Noah, G. W. E. Nickelsburg et al., 1 Enoch 2, 65:1–68:1, págs. 273–274)”. Sin embargo, una lectura cuidadosa de los relatos de 1 Enoc mostrará que la evidencia para una remembranza para el Libro de Moisés es tensa. Especialmente importante es el hecho de que, a diferencia del Libro de los Gigantes, no hay mención en 1 Enoc de Mahíjah, o Mahujah.

9 G. Vermes, Complete, pág. 550. Cf. D. W. Parry et al., Reader, 4Q530, Frg 2 Col. Ii + 6 + 7 Col. I + 8-11 + 12 (?), 3:485, 487, 22–23: “”[… para el cami[no] [del lugar] es similar para tí ya que por primera [vez] has escuchado su voz”; M. Wise et al., DSS, 2:23, pág. 294: “has escuchado su voz”.

10 F. G. Martinez, Book of Giants (4Q530), 3:7, pág. 261: “Por segunda ocasión te suplico por un oráculo”.

11 J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 94 n. 23. Afirmando la idea que Enoc y Mahujah se habían conocido anteriormente, Stuckenbruck cita el fragmento maquineo uygur en donde Enoc pronuncia el nombre de Mahíjah “con mucho amor” (L. T. Stuckenbruck, Book of Giants, pág. 127 n. 140. Véase también Henning, citado en J. T. Milik et al., Enoch, pág. 307. Para obtener detalles intrigantes sobre el viaje de Mahaway, derivados en gran parte de los fragmentos del Libro maniqueo de los Gigantes, véase J. Wilkens, Remarks, págs. 217–229.

12 H. W. Nibley, Teachings of the PGP, pág. 268.

13 Moisés 6:40.

14 L. T. Stuckenbruck, Book of Giants among the DSS, págs. 134–135.

15 N. J. Dawood, Koran, 2:102, pág. 19. Para una colección de tradiciones relacionadas en el Islam, véase A. I. A. I. M. I. I. al-Tha’labi, Lives, págs. 86–91.

¿José Smith podría haber tomado Mahíjah/Mahújah del Libro de los Gigantes?

Perspectiva #7 del Libro de Moisés

Moisés 6:40

Con la contribución de Jeffrey M. Bradshaw y Matthew L. Bowen

Cuando Hugh Nibley estaba terminando el artículo final de agosto de 1977 perteneciente a su larga serie sobre los manuscritos antiguos de Enoc y Moisés 6–7 para la revista Ensign, recibió, “justo a tiempo”1, la tan esperada traducción al inglés de los fragmentos de los libros arameos de Enoc de la cueva 4 en Qumrán2. En su artículo, Nibley fue el primero en sugerir una correspondencia notable entre un personaje del Libro de los Gigantes llamado Mahaway3 (MHWY en arameo) y los nombres “Mahújah” (probablemente equivalente al hebreo MHWY o MḤWY) y “Mahíjah” (posible analogía de MHYY o MḤYY) en el Libro de Moisés4. En esta Perspectiva, describimos este hallazgo con más detalle.

Una correspondencia notable

En la historia de José Smith sobre Enoc, Mahíjah aparece de la nada, como el único personaje mencionado en el relato además del propio Enoc:

Y vino a él un hombre llamado Mahíjah, y le dijo: Dinos claramente quién eres, y de dónde vienes. Moisés 6:40

Más adelante en el relato, aparece el nombre similar “Mahújah”5 . Curiosamente, en el texto hebreo masorético de la Biblia, las variantes de nombre MḤYY'L (= Mahijael, con el sufijo “-el” que representa el nombre de Dios) y MḤWY'L (= Mehujael) aparecen en un solo versículo de la Biblia del rey Santiago como referencias a la misma persona6.

De forma significativa, debido a que la versión del rey Santiago traduce ambas variantes del nombre hebreo de manera idéntica en inglés, José Smith habría tenido que acceder e interpretar el texto hebreo para ver que había dos versiones del nombre, similares a las dos versiones que se encuentran en el Libro de Moisés. Pero no hay evidencia de que él o cualquier otra persona relacionada con la traducción de Moisés 6–7 supiera leer hebreo en ese momento o, de hecho, incluso tuviera acceso a una Biblia hebrea7.

Debe observarse que José Smith era muy consciente de que el libro bíblico de Judas cita explícitamente a Enoc8, aunque no demostrara ningún conocimiento de 1 Enoc, la fuente que Judas estaba citando. Si realmente hubiera estado buscando formas de reforzar el caso de la autenticidad de su traducción de la Biblia, lo más obvio que podría haber hecho hubiera sido incluir los versículos relevantes de Judas en algún lugar de su relato de Enoc. Pero el Profeta no lo hizo.

¿Los nombres “Mahaway”, “Mahújah” y “Mahíjah” fueron simplemente copiados de la Biblia?

Una posible explicación histórica de la similitud de los nombres del Libro de Moisés y el Libro de los Gigantes es que José Smith y el autor de Qumrán crearon de forma independiente nombres muy similares para un personaje importante en sus respectivos relatos. Uno podría preguntarse: ¿Qué posibilidades hay de que se les ocurrieran estos nombres tan parecidos de forma independiente?

Incluso si, por un momento, admitiéramos la hipótesis de que José Smith creó el nombre directa o indirectamente a través de su conocimiento de Génesis 4:18, ¿por qué eligió este nombre para su relato en lugar de algún otro? Si fuera una elección arbitraria, ¿por qué no eligió a Irad o Metusael o al aún más prominente Lamec del mismo versículo, o algún otro nombre de los versículos circundantes en su lugar? ¿Por qué Mahújah es el único personaje nombrado en los capítulos de Enoc del Libro de Moisés, aparte del propio Enoc, y también el único otro nombre plausiblemente relacionado con la Biblia, además de Enoc, en el Libro de los Gigantes?

Yendo más allá, uno de los paralelismos más importantes en los nombres del Libro de los Gigantes y del Libro de Moisés es que, en contraste con el nombre bíblico, ambos carecen del elemento teofórico (-el). Si José Smith obtuvo los nombres “Mahújah” y “Mahíjah” adaptándolos de Génesis 4:18, ¿por qué no habría, en aras de la coherencia, eliminado el sufijo “-el” en su traducción del propio versículo bíblico? Y si, en cambio, estuviera tratando deliberadamente de crear un nombre nuevo y distintivo con la terminación teofórica “-jah”, ¿qué propósito suficientemente importante habría cumplido para que se tomara esa molestia?

Además, dado que el autor del Libro de los Gigantes aparentemente no estaba completamente vinculado a la tradición escrita y tenía la libertad de incluir nombres no comprobados en otros lugares, como 'Ohyah y Hahyah para facilitar el juego de palabras, como algunos han sugerido, ¿por qué no habría inventado un nombre que fuera más similar a los otros dos en lugar del nombre más distintivo: Mahaway?9. ¿Y por qué José Smith, quien a veces ha suscitado críticas por los muchos nombres nuevos que se han incluido en sus traducciones de las Escrituras, se ha mostrado reacio a “inventar” solo uno más?

En cambio, ambos autores, sin una explicación viable del motivo, son vistos supuestamente como creadores de un nombre que es coincidentemente muy similar al que se encuentra en el mismo versículo bíblico, y luego usan estos nombres modificados para servir como apodo para un actor prominente que casualmente juega un papel análogo dentro de dos relatos independientes del profeta Enoc.

Explicación de Salvatore Cirillo sobre el origen de los nombres

Algunos no miembros de la Iglesia se han dado cuenta de la sorprendente naturaleza del parecido de estos nombres prominentes en el Libro de Moisés y el Libro de los Gigantes. Por ejemplo, en su tesis de maestría en la Universidad de Durham, Salvatore Cirillo, basándose en las conclusiones similares del conocido erudito del Libro de los Gigantes Loren Stuckenbruck10, considera que los nombres de los gibborim, entre los que se encuentra especialmente Mahaway, son “el contenido más notablemente independiente” en el Libro de los Gigantes, siendo “incomparable en otra literatura judía”. Además, según Cirillo, “el nombre Mahawai en el Libro de los Gigantes y los nombres Mahújah y Mahíjah en el Libro de Moisés representan la mayor similitud entre las revelaciones de los Santos de los Últimos Días sobre Enoc y los libros seudoepígrafos de Enoc (específicamente el Libro de los Gigantes)”11. Argumentando en términos contundentes que José Smith debió haber sabido sobre el Libro de los Gigantes mientras preparaba el relato de Enoc del Libro de Moisés, Cirillo escribe12:

La propia afirmación de Nibley de que Mahújah y Mahíjah del Libro de Moisés comparten su nombre con Mahaway en el Libro de los Gigantes es una prueba más de que la influencia de los libros seudoepígrafos de Enoc existió en los escritos de José Smith sobre Enoc13.

Lo que de forma manifiesta no se menciona en los argumentos de Cirillo sobre la influencia del texto arameo de Enoc en Moisés 6–7 es que, aparte de 1 Enoc, ninguno de los manuscritos judíos importantes de Enoc estaba disponible en una traducción al inglés durante la vida de José Smith. Es desconcertante que los argumentos más fuertes de Cirillo de que el Profeta haya sido influenciado por los antiguos seudoepígrafos de Enoc provengan del Libro de los Gigantes de Qumrán, ¡una obra que no fue descubierta hasta 1948! Cirillo no intenta explicar cómo un manuscrito que se desconocía hasta mediados del siglo XX pudo haber influido en el relato de Enoc en el Libro de Moisés, escrito en 1830.

Explicación de Matthew Black sobre el origen de los nombres

El único intento conocido de explicar cómo un manuscrito descubierto en 1948 pudo haber influido en la traducción de José Smith del Libro de Moisés en 1830 proviene de los recuerdos de dos personas sobre el conocido erudito arameo Matthew Black, quien colaboró con Józef Milik en la primera traducción al inglés de los fragmentos del Libro de los Gigantes en 1976. Black ciertamente sabía lo suficiente sobre el hebreo y el arameo antiguos como para haber reconocido si los nombres del Libro de Moisés: Mahújah y Mahíjah eran equivalentes aceptables en inglés de “Mahaway” del Libro de los Gigantes.

El candidato a doctorado Gordon C. Thomasson se acercó a Black después de una conferencia en la Universidad de Cornell, durante el año que Black pasó en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (1977-1978)14. Según el relato de Thomasson15:

Le pregunté al profesor Black si estaba familiarizado con el texto de Enoc de José Smith. Dijo que no lo conocía pero que estaba interesado. Primero preguntó si era idéntico o similar a 1 Enoc. Le dije que no lo era y luego procedí a enumerar algunas de las correlaciones que el Dr. [Hugh] Nibley había mostrado con los materiales de Qumrán y Enoc etíope de Milik, Black y de otros. Se quedó callado. Cuando llegué a Mahújah16, levantó la mano en un gesto de “por favor, haz una pausa” y se quedó en silencio.

Finalmente, reconoció que el nombre Mahújah no podría provenir de 1 Enoc. Luego formuló una hipótesis, coherente con su conferencia, según la cual un miembro de uno de los grupos esotéricos que había descrito anteriormente [es decir, grupos clandestinos que habían mantenido, sub rosa, una tradición religiosa basada en los escritos de Enoc anteriores al Génesis] debe haber sobrevivido hasta el siglo XIX y, al oír hablar de José Smith, debe haber traído los textos de Enoc del grupo a Nueva York desde Italia para que el Profeta los tradujera y publicara.

Al final de nuestra conversación, expresó interés por ver más obras de Hugh. Le propuse a Black que se reuniera con Hugh, le di la información de contacto, [y él] se comunicó con Hugh el mismo día, como Hugh me confirmó más tarde. Pronto, Black hizo un viaje no planeado a Provo, donde se reunió con Hugh durante algún tiempo. Black también dio una conferencia pública como invitado, pero, según me dijeron, en ese foro público no se contestarían preguntas sobre Moisés.

Hugh Nibley grabó una conversación con Matthew Black que aparentemente ocurrió cerca del final de su visita a la BYU en 1977. Nibley le preguntó a Black si tenía una explicación para la aparición del nombre Mahújah en el Libro de Moisés, e informó su respuesta de la siguiente manera: “Bueno, algún día descubriremos la fuente que usó José Smith”17.

Una explicación más satisfactoria del origen de los nombres

Durante los años transcurridos, no ha surgido ninguna evidencia documental que confirme la hipótesis infundada de Black de que José Smith obtuvo de algún modo acceso a un manuscrito de Enoc como el Libro de los Gigantes gracias a un grupo religioso esotérico en Europa. Por otro lado, durante este mismo lapso de tiempo, ha surgido mucha evidencia adicional que vincula la revelación de José Smith sobre Enoc con una variedad de tradiciones textuales antiguas relevantes, en particular muchas del Libro de los Gigantes18. El paralelismo Mahíjah/Mahújah es solo una de las muchas conexiones antiguas para las que no existe una explicación histórica completamente satisfactoria. En nuestra opinión, la idea de que estas correspondencias hayan surgido por coincidencia o por medio de préstamos y alteraciones no es convincente. Por el contrario, estamos convencidos de que se deben a una antigua tradición común anterior a ambos textos, como Matthew Black aparentemente se sintió obligado a creer19.

En contraste con la idea de que el Libro de los Gigantes depende casi exclusivamente de la Biblia y 1 Enoc, la erudición actual ve indicios de raíces más antiguas y complejas para el texto de lo que alguna vez se reconoció. Por ejemplo, André Caquot, entre otros estudiosos, ha argumentado que “la referencia a Gilgamesh defiende el original del Libro de los Gigantes en una diáspora oriental”20.

De acuerdo con esta idea, Nahum Sarna21 y Richard Hess22, siguiendo a Umberto Cassuto23, sugieren que el nombre Mahaway podría explicarse a partir del acadio maḫḫû, que denota “una cierta clase de sacerdotes y videntes”24. ¿Y cuál era el papel de estos videntes? Entre otras cosas, los archivos reales del antiguo reino babilónico de Mari relatan las idas y venidas de los maḫḫû [extáticos o videntes] como intermediarios y mensajeros, portadores de palabras de advertencia de los dioses para el rey25, un papel que podría ser similar al de Mahaway.

El argumento de Cassuto sobre el origen del nombre se ve reforzado por la concordancia que encuentra en la palabra maḫḫû subyacente de Mehujael, el nombre del hijo de Mehujael, Metusael (un nombre que es “análogo no solo en forma sino también en significado”26), y el nombre del nieto de Mehujael, Lamec, que Cassuto considera que probablemente proviene de la palabra mesopotámica lumakku, que también significa una cierta clase de sacerdotes27. De forma importante, Hess informa que si bien la raíz lmk es desconocida en el semítico occidental, se encuentra tanto en los nombres personales del tercer milenio a. C. como en los nombres de Mari en la antigua Babilonia a principios del segundo milenio a. C.28.

En resumen, aunque todavía pueden encontrarse otras posibilidades, los estudiosos ya han identificado lo que parece ser una opción atractiva de una raíz acadia común subyacente a los nombres similares en la Biblia, el Libro de los Gigantes y el Libro de Moisés. A la luz de tal sugerencia, ¿es posible que Mehujael, Mahaway, Mahújah y Mahíjah deriven de manera independiente de la misma raíz o de una similar, habiendo llegado al autor a través de tradiciones extracanónicas en lugar de haber simplemente sido tomados de la Biblia? Por el momento, no vemos ninguna razón para descartar esta hipótesis plausible.

Conclusión: Nombres antiguos restaurados a través de la Revelación

Después de revisar las evidencias, es comprensible que los lectores se pregunten si los nombres “Mahújah” y “Mahíjah” fueron simplemente tomados de la Biblia y adaptados. Esta hipótesis hace que sea difícil explicar los paralelismos sorprendentemente específicos entre estos nombres en el Libro de Moisés y el nombre "Mahaway" del Libro de los Gigantes.

¿José Smith podría haber tenido conocimiento de los nombres a través de un manuscrito arameo desconocido del Libro de los Gigantes traducido al inglés y puesto secretamente a su disposición antes de que los investigadores de Qumrán lo descubrieran en 1948? ¿Los nombres fueron transferidos de alguna manera a José Smith a través de un grupo esotérico desconocido, como propuso el profesor Black? Una vez más, las explicaciones puramente históricas defraudan. Tales propuestas se basan puramente en especulaciones y no pueden proporcionar respuestas sobre la identidad de estos supuestos colaboradores, cómo se encontraron con tal manuscrito, por qué lo tradujeron en secreto al inglés y lo pusieron a disposición de José Smith y cómo el Profeta ocultó este fraude de sus colaboradores o los persuadió para que se confabularan con él. A medida que la cadena de conjeturas requeridas crece, su probabilidad creciente disminuye.

Una conclusión más convincente, en nuestra opinión, es que estos nombres, junto con otras evidencias de la antigüedad en el relato de Enoc del Libro de Moisés, fueron restaurados directamente del mundo antiguo a través del proceso de la revelación divina.

Este artículo fue adaptado a partir de Bradshaw, Jeffrey M., Matthew L. Bowen y Ryan Dahle. "Where did the names 'Mahaway' and 'Mahujah' come from? A response to Colby Townsend’s 'Returning to the Sources'”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship (2020): presentado para su revisión.

Otras lecturas

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Bradshaw, Jeffrey M., Matthew L. Bowen y Ryan Dahle. “Where did the names ‘Mahaway’ and ‘Mahujah’ come from?: A response to Colby Townsend’s ‘Returning to the sources’”. Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship (2020): presentado para su revisión.

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Consultas

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Notas sobre las Ilustraciones

Ilustración 1. Fotografía de 4QEn Giantsa [4Q203], Fragmento 7, columna ii de la Lámina 31, J. T. Milik et al., Enoch, con autorización. A diferencia de muchos de los otros fragmentos arameos mal conservados del Libro de los Gigantes, la traducción de este es clara: “(5) […] a ti, Mah[awai…] (6) las dos tablas […] (7) y la segunda no se ha leído hasta ahora [… ].” Aunque la “Ḥ” es difícil de ver en la fotografía del manuscrito que hemos reproducido aquí, F. G. Martínez, Libro de los Gigantes (4Q203), Fragmento 7, columna ii, líneas 5-7, pág. 260, interpreta el final de la línea 5 como “MḤ”. Milik también ve una “MḤ” en la línea 5 y lo interpreta como la primera parte del nombre MḤWY (J. T. Milik et al., Enoch, pág. 314). Por el contrario, L. T. Stuckenbruck, Libro de los Gigantes, pág. 84 y J. C. Reeves, Jewish Lore, pág. 110 ven solo “M” y no “MḤ” en este fragmento en particular. Aunque solo la primera o las dos primeras letras del nombre MḤWY se conservan en el Fragmento 7 de 4Q203, el nombre completo Mahawai/Mahújah aparece en otros fragmentos más completos del Libro de los Gigantes (por ejemplo, 4Q530, 7 ii). En las traducciones al inglés del Libro de los Gigantes, el nombre suele transcribirse como “Mahaway” o “Mahawai”, pero en el Libro de Moisés aparece como “Mahíjah” (Moisés 6:40) o “Mahújah” (7:2).

Ilustración 2. National Portrait Gallery, Londres. https://www.npg.org.uk/collections/search/person/mp77746/matthew-black (consultado el 16 de septiembre de 2019).

Notas al pie de página

1 H. W. Nibley, Enoch, pág. 276. Cf. Ibíd., págs. 267-268.

2 Publicado como J. T. Milik et al., Enoch.

3 Obsérvese que las vocales en la transliteración inglesa del nombre MHWY del Libro de los Gigantes son en gran medida una cuestión de conjeturas, ya que no aparecen vocales en el texto arameo. Por otro lado, con respecto a Mahújah (MHWY/MḤWY) y Mahíjah (MHYY/MḤYY) del Libro de Moisés, tenemos versiones en inglés de los nombres que contienen vocales, pero es imposible decir a partir del texto en inglés solamente si la segunda consonante en los nombres se habría escrito antiguamente como el equivalente de una “H” (como en el Libro de los Gigantes) o una Ḥ (como en Génesis 4:18). Con respecto al nombre similar de la Biblia del rey Santiago, Mehujael, mencionado dos veces en Génesis 4:18, el hebreo subyacente se escribe de manera diferente en cada caso, es decir, tanto Mehujael (MḤWY-EL) como Mehijael (MḤYY-EL). La presencia de variantes ortográficas del nombre (“u” vs. “i”) es intrigante en vista de los nombres del Libro de Moisés con variantes vocales similares (Mahújah vs. Mahíjah). Por un lado, los nombres del Libro de Moisés se asemejan a las dos versiones hebreas del nombre en Génesis 4:18 ya que se presentan tanto la variante “ú” como la “í” del nombre. Por otro lado, los nombres del Libro de Moisés son similares al nombre del Libro de los Gigantes en el sentido de que omiten la terminación teofórica “-EL” de Génesis 4:18, un nombre para Dios. Los nombres del Libro de Moisés terminan con una “h” en su ortografía en inglés. Esto los hace diferentes de los nombres de Génesis 4:18 y del Libro de los Gigantes. Es imposible saber solo a partir de la evidencia del manuscrito si la terminación “-jah” de los nombres del Libro de Moisés tenía la intención de representar el nombre del Dios de Israel (Salmo 68:4), o si la “h” al final de la versión en inglés del nombre está presente por alguna otra razón. Por ejemplo, dada la prevalencia de las terminaciones “-jah” en los nombres [en inglés] del Antiguo Testamento (p. ej., Elijah [Elías]), no es de extrañar que un escriba de habla inglesa que oyera la pronunciación del nombre de Génesis en la TJS durante el proceso de dictado pudiera haber escrito el nombre con una “h” al final para que la ortografía se ajustara a esta convención de denominación común. Para agravar la dificultad de quienes no son especialistas a la hora de reconocer similitudes y diferencias en la ortografía de los nombres antiguos, los traductores difieren en sus convenciones de transliteración al inglés. Por ejemplo, las letras inglesas “j”, “y” e “i” se utilizan de diversas formas para representar la letra semítica yod. Por lo tanto, en las traducciones al inglés del Libro de los Gigantes, vemos varias variantes del mismo nombre: Mahaway (la más común), Mahawai, Mahway y Mahuy, o, con la “y” transliterada con una “j” como se hace frecuentemente con otros nombres que contienen una yod en la Biblia del rey Santiago, Mahuj. Como en todos los idiomas, la forma y la ortografía de los nombres también cambian con el tiempo y a medida que pasan de una cultura a otra. En J. M. Bradshaw et al., Where Did the Names “Mahaway” and “Mahujah” Come From? se argumenta que a pesar de una diferencia significativa en una consonante (“Ḥ” [de la Biblia] contra “H” [del Libro de los Gigantes]), actualmente no existe una razón convincente por la cual el nombre MHWY en el Libro de los Gigantes (con toda la variedad de sus equivalentes en inglés) no pudiera haber estado relacionado en algún momento de su historia con los elementos del nombre de la Biblia del rey Santiago Mehuja-/Mehija- (escrito como MḤWY-/MḤYY-) y con los nombres del Libro de Moisés Mahújah (MHWY/MḤWY) y Mahíjah (MHYY/MḤYY).

4 H. W. Nibley, Enoch, págs. 277–279; H. W. Nibley, Churches, págs. 156-159; H. W. Nibley, Teachings of the PGP, págs. 267–269. Al evaluar las sugerencias de Nibley, el erudito SUD David Calabro observa que Nibley, aunque brillante, era más un filólogo que un lingüista, “y como tal, generalmente no se enfocaba en exponer los detalles de las conexiones lingüísticas. También trataba las conexiones a un nivel literario generalizado, dando por sentado que las palabras y los nombres a veces se confunden en la transmisión” (D. Calabro, January 24 2018). Si bien mantiene la posibilidad de una correspondencia entre el equivalente antiguo de estos nombres, Calabro explica por qué no podemos plantear una equivalencia directa entre todos ellos (incluidos los nombres relacionados Mahujael/Mahijael en Génesis 4:18) en sus formas actuales (ibíd.):

El -ah en Mahújah y Mahíjah es problemático si se interpretan las formas actuales de estos nombres como equivalentes de Mahawai y también de Mehuja-/Mehija- en Mehujael/Mahijael al mismo tiempo. En otras palabras, Mahújah puede ser = MHWY + Jah o Mehjael puede ser = Mahujael puede ser = Mahujah + El, pero ambas ecuaciones no pueden aplicarse a las formas actuales de estos nombres al mismo tiempo.
Por supuesto, observa Calabro, las reglas eran diferentes en épocas anteriores, ya que “la supresión de las vocales finales solo se produjo en algún momento entre 1200 y 600 a. C.” (ibíd.):
Pero es poco probable que los nombres de Moisés prueben algo de esto. José dejó intactos el resto de los nombres bíblicos. Y si Lehi, Pablo y Judas tuvieron acceso al Libro de Moisés (como creo que pasó), el nombre habría eliminado cualquier vocal corta final antes de que el texto terminara de transmitirse.
Dicho esto, Calabro continúa explicando por qué las conexiones entre estos nombres no son improbables, incluso frente a estas consideraciones (ibíd.):
Muy a menudo, en las tradiciones seudoepigráficas, se encuentran nombres que suenan similares (o, a veces, ni siquiera similares), solo un poco confusos. Es frecuente en las formas árabes de los nombres bíblicos: Ibrahim para “Abraham” (quizás influenciado por Elohim o algún otro sustantivo hebreo plural), 'Isa por Yasu' “Jesús”, etc. Así que Mahújah, Mahíjah, Mehujael/Mehijael y MḤWY podrían estar todos relacionados, con algo que se mezcló en la transmisión.
Con respecto a las correspondencias entre Mahújah y Mahíjah, Nibley (H. W. Nibley, Enoch, pág. 278; H. W. Nibley, Churches, pág. 157) sostiene que son variantes del mismo nombre, dado que “Mehuja-el” aparece en la Septuaginta como “Mai-el” (C. Dogniez et al., Pentateuque, Genesis 4:18, pág. 145; M. K. H. Peters, Deuteronomy, Genesis 4:18, pág. 8) y en la Vulgata latina como Mawiah-el ( R. Weber, Vulgata, Genesis 4:18, pág. 9). Dado que la versión griega no tenía una “Ḥ” interna, Nibley considera que “Mai-” solo podía provenir de “Mahi-” (MḤY-). J. W. Wevers también escribe que la ortografía de la Septuaginta de Mai-el [en Génesis 4:18] “sigue la tradición samaritana de [Mahi-el]” (J. W. Wevers, Notes, pág. 62 n. 4:18) siendo la única diferencia la “h” suprimida. Según Nibley, la versión de Mahawai que vemos en el Libro de los Gigantes está probablemente relacionada con Génesis 4:18. Aparece en la Vulgata latina como “Maviahel” probablemente debido al hecho de que Jerónimo tomó la versión hebrea para su traducción. Tampoco usó la “Ḥ” e hizo de la “W” una consonante (“v”) en lugar de una vocal (“u”) en su transliteración. Es por eso que en la Biblia de Douay-Rheims (basada en la Vulgata), vemos el nombre traducido como “Maviael”. Véase más información sobre Génesis 4:18 a continuación. Tenga en cuenta que el abuelo del profeta Enoc también llevaba un nombre similar a Mahawai/Mahújah: Mahalaleel (Génesis 5:12-17; 1 Crónicas 1:2; Moisés 6:19-20. Véase también Nehemías 11:4). Como testimonio de la facilidad con la que pueden confundirse esos nombres, obsérvese que el manuscrito griego utilizado para la traducción de Brenton de la Septuaginta se lee “Maleleel” en lugar de “Maiel” en Génesis 4:18 (L. C. L. Brenton, Septuaginta, Genesis 4:18, pág. 5).

5 Moisés 7:2. Se ha argumentado que la presencia de dos nombres similares, “Mahíjah y Mahújah”, en el Libro de Moisés se debe a un error de transcripción. En J. M. Bradshaw et al., Textual Criticism se argumenta que la evidencia de tal error es cuestionable. Tenga en cuenta que Mahújah puede leerse como el nombre de un lugar o como un nombre personal. En la versión canónica de 2013 del Libro de Moisés, Moisés 7:2 dice: “Mientras viajaba y me hallaba en el lugar llamado Mahújah, clamé al Señor, y vino una voz de los cielos que decía: Vuélvete y asciende al monte de Simeón”. Sobre la base del pronombre [en inglés] “I” que está presente en el manuscrito OT1 (véase S. H. Faulring et al., Original Manuscripts, pág. 103) y el uso de la segunda persona del plural [en inglés] “ye” (vosotros) que aparece dos veces más adelante en el versículo. Cirillo defiende una lectura alternativa: “As I was journeying and stood in the place, Mahujah and I cried unto the Lord. There came a voice out of heaven, saying—Turn ye, and get ye upon the mount Simeon” [Mientras viajaba y estaba en el lugar, Mahújah y yo clamamos al Señor. Vino una voz del cielo que decía: Volveos y subid al monte Simeón] (S. Cirillo, Joseph Smith., pág. 103, puntuación modificada). Esta interpretación convierte el nombre Mahújah en un nombre personal en lugar de un nombre de lugar, es decir, con el significado de que Enoc “está con” Mahújah, “no en Mahújah” (ibíd., pág. 103). Un problema con esta interpretación es que después, Enoc subió a encontrarse con Dios (“me volví y subí al monte;… y mientras estaba en el monte” [Moisés 7:3]). La única manera de compaginar la ausencia de Mahújah en acontecimientos subsecuentes sería que no siguiera a Enoc al monte como se le había ordenado que hiciera en Moisés 7:2 (tomando la oración [en inglés] “Turn ye” [volveos] en plural). Por otro lado, en una interpretación diferente, David Calabro señala que Moisés 7:2 “As I was journeying … and I cried” [Mientras viajaba… y clamé] “podría ser un ejemplo del uso de 'and' para introducir una cláusula principal después de una cláusula circunstancial, que es un hebraísmo que se encuentra con frecuencia en el texto más antiguo del Libro de Mormón” (D. Calabro, January 24 2018). En este caso, “ye” [vosotros] en “Turn ye” [volveos] tendría que interpretarse como singular en lugar de plural. Si de hecho el nombre del monte Mahújah, al que subió Enoc para orar, se relaciona con la idea de interrogar (como se propone en un comentario de Nibley más adelante), proporcionaría una clara contraparte del nombre del monte Simeón (hebreo Shi'mon = ha oído), a donde se le ordenó a Enoc que fuera para recibir sus respuestas. Obsérvese el relato de Al-Tha'labi sobre el reencuentro de Adán y Eva después de su separación cuando “se reconocieron el uno al otro al interrogarse en un día de cuestionamientos. Así que el lugar se llamó 'Arafat (= preguntas) y el día: 'Irfah”. (A. I. A. I. M. I. I. al-Tha'labi, Lives, pág. 54; cf. al-Tabari, Creation, 1:120, pág. 291).

6 El uso de dos variantes del mismo nombre en un mismo enunciado no es inusual en la Biblia hebrea. En este caso, el texto masorético de Génesis 4:18 incluye ambas grafías del nombre (Mehuja-el y Mehija-el) una tras otra, y en un contexto que no deja lugar a dudas de que las dos ocurrencias se refieren al mismo individuo (véase, por ejemplo, B. L. Bandstra, Genesis 1-11, pág. 268; ibíd., pág. 268; ibíd., pág. 268). R. S. Hendel, Text, págs. 47-48; ibíd., págs. 47-48; ibíd., págs. 47-48 atribuye este fenómeno, bien a una confusión gráfica de “Y” y “W” (cf. H. W. Nibley, Enoch, pág. 278; H. W. Nibley, Churches (1989), págs. 289-290) o bien a la modernización lingüística de lo que parece ser la forma más antigua (Mehuja-el). Nótese que en lugar de presentar dos formas diferentes del nombre en sucesión como en el texto masorético, algunos otros textos presentan los nombres de manera consistente. Por ejemplo, el manuscrito Geniza de El Cairo presenta dos veces Mehuja-el, mientras que la versión samaritana tiene Mahi-el (cf. Mehijael) dos veces (M. Shoulson, Torah, Genesis 4:18, pág. 11; B. Tsedaka et al., Israelite Samaritan, Genesis 4:18, pág. 12).

7 Como explicación alternativa para los dos nombres variantes en el Libro de Moisés, se ha argumentado que José Smith poseía y usó una copia del comentario bíblico de Adam Clarke de 1825 (A. Clarke, Holy Bible), que enumera las transliteraciones de las dos variantes hebreas de Mehujael en Génesis 4:18 en la página 151. Pero, por razones explicadas en detalle en J. M. Bradshaw et al., Where Did the Names “Mahaway” and “Mahujah” Come From?, esto parece poco probable. Entre otras consideraciones, las pruebas de las traducciones de nombres por parte de José Smith en Génesis 4:18-19 ponen en duda la idea de que hubiera estado interesado en un escrutinio meticuloso de la tabla de variantes ortográficas de Clarke para obtener dos versiones del nombre Mehujael que pudiera alterar y usar en su relato de Enoc. En las pocas líneas que contienen su interpretación del nombre bíblico Mehujael, encontramos tres ejemplos de variantes ortográficas del nombre: Mehujael/Mahujael, Mathusael/ Mathusiel, Lameh/Lamec (S. H. Faulring et al., Original Manuscripts, OT1 página 10, pág. 95). La evidencia proporcionada por estas variantes da la impresión de que la ortografía de estos nombres se basó simplemente en lo que los escribas escucharon leer a José Smith, más que en un esfuerzo por ajustarse a la Biblia o a otros documentos escritos para mantener la coherencia. Independientemente de si José Smith hizo referencia o no a un comentario publicado como ayuda para la traducción durante las primeras fases de su trabajo en la Biblia, lo que debilita el argumento de que José Smith se basó en la tabla de Clarke en este caso es la falta de un argumento creíble de por qué el Profeta se habría sentido motivado a hacerlo. Los lectores tendrán que juzgar por sí mismos la probabilidad de que José Smith realmente hubiera tenido el tiempo, la paciencia y, lo más importante, una razón convincente para buscar en el comentario de Clarke dos nombres variantes que pudiera utilizar para un desconocido personaje mencionado dos veces en su traducción del Génesis, presumiblemente para darle más credibilidad. Hay que recordar que no dudó en publicar anteriormente decenas de nombres de aspecto extraño en el Libro de Mormón para los que no tenía una Biblia que lo respaldara.

8 Judas 1:14-15. Como prueba de que José Smith conocía estos versículos, véase esta observación en el prefacio de Moisés 7, el relato de la visión de Enoc, como parte de su historia (J. Smith, Jr., Documentary History, December 1830, 1:132. Cf. J. Smith, Jr., Papers 2008-, History, 1838–1856, volume A-1 [23 December 1805–30 August 1834], pág. 81, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/history-1838-1856-volume-a-1-23-december-1805-30-august-1834/87 [consultado el 20 de mayo de 2020]):

El comentario común era que son “libros perdidos”; pero parece que la iglesia apostólica tenían algunos de estos escritos, tal como Judas menciona o cita la profecía de Enoc, la séptima generación desde Adán.
Aunque la porción de la historia de José Smith en la que aparece esta cita no fue compilada antes de enero de 1843, cuando William W. Phelps comenzó a ayudar a Willard Richards en esta tarea, José Smith “dictó o suministró información para gran parte de A-1” y estaba lo suficientemente familiarizado con el Nuevo Testamento como para hacer probable su conocimiento de estos versículos en Judas para diciembre de 1830 y enero de 1831, cuando se tradujo el relato de Enoc. Nótese también que el Profeta citó un pasaje de la cita de Enoc sobre Judas (Judas 1:14) en una carta a los santos de Misuri escrita el 10 de diciembre de 1833 (J. Smith, Jr., Teachings, 10 December 1833, pág. 36. Cf. J. Smith, Jr., Papers 2008-, JS Letterbook 1, Letter to Edward Partridge and Others, 10 December 1833, pág. 72, https://www.josephsmithpapers.org/paper-summary/letter-to-edward-partridge-and-others-10-december-1833/4 [consultado el 20 de mayo de 2020]). Y utilizó Judas 1:14-15 en relación con sus enseñanzas sobre Enoc el 5 de octubre de 1840 (Véase J. Smith, Jr., Teachings, 5 October 1840, pág. 170; J. Smith, Jr. et al., Words, discurso grabado de la mano de Robert B. Thompson, 5 October 1840, pág. 41; J. Smith, Jr., Papers 2008-, Instruction on Priesthood, 5 October 1840, pág. 6, https: // www. josephsmithpapers.org/paper-summary/instruction-on-priesthood-5-october-1840/11 [consultado el 20 de mayo de 2020]).

9 Parece posible que los nombres 'Ohyah y Hahyah fueran inventados por un juego de palabras basado en las formas hebreas de sus nombres. Sin embargo, para una descripción detallada de varias razones por las que el juego de palabras basado en una forma aramea de un verbo en el nombre Mahaway es poco probable, véase J. M. Bradshaw et al., Where Did the Names “Mahaway” and “Mahujah” Come From?

10 S. Cirillo, Joseph Smith., pág. 97. Cf. L. T. Stuckenbruck, Libro de los gigantes, pág. 27.

11 En esta cita y en otras posteriores de Cirillo, deletreamos los nombres de las obras que cita en lugar de utilizar versiones abreviadas de los nombres como lo hizo él.

12 S. Cirillo, Joseph Smith., pág. 126.

13 Cirillo continúa diciendo “Y una prueba adicional del conocimiento de Smith del [Libro de los Gigantes] se hace evidente por su uso del nombre en clave Baurak Ale”. Para obtener más información sobre Barak Ale/Baraq'el, consulte J. M. Bradshaw et al., God's Image 2, M6-19, págs. 96–97.

14 W. McKane, Matthew Black.

15 G. C. Thomasson, Items on Enoch — Some Notes of Personal History. Expansion of remarks given at the Conference on Enoch and the Temple, Academy for Temple Studies, Provo, Utah, 22 February 2013 (manuscrito inédito, 25 de febrero de 2013); G. C. Thomasson, April 7 2014.

16 Moisés 7:2.

17 H. W. Nibley, Teachings of the PGP, pág. 269. Para ver el relato completo, consulte las págs. 267–269. En otra parte, Nibley ofrece un relato similar (H. W. Nibley, Letter to Frederick M. Huchel):

En la semana en que apareció [la traducción de Milik y Black de los fragmentos arameos de Enoc] en 1976, pasé varios días con el Dr. Black. Estaba muy impresionado por ciertos paralelismos entre el Libro de Enoc de Qumrán y el de José Smith. Cuando comencé a pedirle explicaciones, cambiaba a otros temas. … Él es el presidente del St. Andrews Golf Club en Escocia, el más antiguo del mundo, y prefería hablar de golf con Billy Casper, que también estaba de visita aquí en ese momento, que discutir sobre el Libro de Enoc. Dijo varias veces, moviendo la cabeza de manera desconcertada: “Algún día descubriremos de dónde sacó eso José Smith. … Algún día aparecerá una fuente”. Lo cual no dudo ni un momento, puesto que ya tenemos una muestra impresionante. Me temo que no será lo que el hermano Black espera.
Véase también el extracto de video de una entrevista de Hugh Nibley grabada en relación con una Conferencia Nacional Interreligiosa sobre los Rollos del Mar Muerto, el 20 de noviembre de 1992 en el Auditorio Kresge de la Universidad de Stanford (H. W. Nibley, Hugh Nibley on the Book of Enoch). Los comentarios de Nibley sobre su encuentro con Black aparecen alrededor del minuto 6:04–6:50.

18 Véase "La misión de enseñanza de Enoc: ¿Los manuscritos antiguos de Enoc fueron la inspiración para Moisés 6–7?" Perspectiva del Libro de Moisés #5 (28 de octubre de 2020), para obtener una descripción general de estas conexiones.

19 En A. M. Bledsoe Davis, Throne Theophanies, pág. 85 se ofrece un argumento a favor de las tradiciones mesopotámicas comunes más antiguas dentro de Ezequiel 1, Daniel 7, 1 Enoc 14 y el Libro de los Gigantes Específicamente, ella argumenta que la adopción de 1 Enoc 14 de la idea estilo Daniel de la deidad muestra solo que esta idea fue “aceptada incluso en un período tardío, y no hace [a 1 Enoc 14] automáticamente más antiguo incluso si la tradición puede ser observada en escritos generalmente más antiguos”. En términos más generales, concluyó que “los tres textos se inspiraron en una tradición común (o tradiciones comunes) con respecto al trono celestial y luego lo adaptaron para que encajara en su contexto individual” (ibíd., pág. 90). En otras palabras (según Bledsoe-Davis), Daniel, 1 Enoc y el Libro de los Gigantes se basan de forma independiente en “una tradición común (o tradiciones comunes)” que es (son) más antigua(s) que cualquiera de los tres textos. Con respecto específicamente a los orígenes de los nombres en el Libro de los Gigantes, el consenso académico reconoce que la aparición sorpresa de los nombres Gilgamesh y Ḥobabish en el Libro de los Gigantes se debe a influencias directas y/o indirectas de algún tipo de la epopeya acadia de Gilgamesh. (A. George, Gilgamesh). Milik fue el primero en notar la primera y “única mención de Gilgamesh fuera de la literatura cuneiforme”, así como en reconocer que el nombre Ḥobabish deriva de Humbaba, el monstruo asesinado por Gilgamesh (J. T. Milik et al., Enoch, pág. 313 n. L-6). Matthew Goff, entre otros, ha aclarado y ampliado la relación entre la epopeya de la Antigua Babilonia y el texto fragmentario arameo Enoc (M. Goff, Gilgamesh the Giant). Aunque algunos de los nombres del Libro de los Gigantes (por ejemplo, 'Ohyah, Hahyah) pueden ser invenciones ad hoc para facilitar el juego de palabras en el texto, se ha argumentado en otra parte que tal invención para ese propósito parece mucho menos plausible para el nombre Mahaway (J. M. Bradshaw et al., Where Did the Names “Mahaway” and “Mahujah” Come From?). Al igual que Gilgamesh, es más probable que Mahaway sea un nombre ya conocido en la tradición que uno creado ad hoc para el Libro de los Gigantes por un juego de palabras (como 'Ohyah y Hahyah).

20 A. Caquot, Les Prodromes, pág.50.

21 N. M. Sarna, Genesis, pág. 36.

22 R. S. Hess, Studies, pág. 41.

23 U. Cassuto, Adam to Noah, pág. 232.

24 Ibíd., pág. 232. Para obtener más información sobre su papel y función, consulte A. L. Oppenheim, Ancient Mesopotamia, pág. 221. Cf. W. Heimpel, Letters to the King, pág. 578 s. v. extático.

25 Véase W. Heimpel, Letters to the King, 26 220, pág. 262 y 26 221, pág. 263.

26 U. Cassuto, Adam to Noah, pág. 233.

27 Ibíd., pág. 233. Cf. R. S. Hess, Studies, pág. 46.

28 R. S. Hess, Studies, pág. 46. Bowen comenta más sobre el análisis de Cassuto y otras posibles etimologías mesopotámicas para estos nombres de la siguiente manera (M. L. Bowen, 18 de marzo de 2020):

Metusael puede constituir o no una hebraización de la forma acadia ampliamente aceptada, pero aún (por ahora) teórica y no comprobada, mutu ša ili (“hombre de dios”). Sin embargo, Mesopotamia parece ser un buen lugar donde buscar para obtener etimologías más precisas para los nombres en las genealogías de Génesis. Dado que Umberto Cassuto abre la puerta a considerar el acadio maḫḫû (“extático, profeta”, J. Black et al., Concise Dictionary of Akkadian, pág. 190) como la fuente del primer elemento en Mehujael, también podemos considerar la palabra maḫḫû (“gran”) como posible fuente. El último término deriva del sumerio MAḪ (adj. “alto[;] … exaltado, supremo, grande, excelso, principal, sublime, espléndido” J. A. Halloran, Sumerian Lexicon, pág. 168). Si Cassuto tiene razón en que Lamec puede estar relacionado con el acadio lumakku, hacemos bien en señalar que lumakku o lumaḫḫû (que también puede significar “jefe, gobernante”, J. Black et al., Concise Dictionary of Akkadian, pág. 185) también parece derivar del sumerio MAḪ (LÚ.MAḪ = “gran hombre”). Esto puede tener más relación con la etimología del nombre del Libro de Moisés “Mahán” en Moisés 5:31, 49 [escrito “Mahon” en la Traducción de José Smith OT1, pág. 10, S. H. Faulring et al., Original Manuscripts, pág. 94]. Creo que el hecho de que lmk no se encuentre en el semítico occidental es más importante de lo que parece a simple vista.
 

The Relationship Between the Book of Abraham and the Joseph Smith Papyri

Book of Abraham Insight #40

It is clear that Joseph Smith’s inspired translation of the Book of Abraham was connected to the Egyptian papyri he acquired in the summer of 1835. However, less clear is the precise relationship shared between the Book of Abraham text and the papyri.

Several theories posit ways in which the Book of Abraham text relates to the papyri. The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints maintains that Joseph Smith translated the Book of Abraham from papyri, but they do not specify which papyri. Theories about the relationship may be categorized under three heads: Joseph Smith produced the Book of Abraham (1) from the fragments of papyri that we still have, (2) from papyri that we no longer have, or (3) without the aid of any of the Joseph Smith Papyri.1

Exploring these theories individually reveals that while they each have some evidence for them, “not all of the theories account equally for the historical evidence. It is worth knowing some of the problems associated with the various theories. Whichever theory one chooses to follow, one must be prepared to deal with the problems posed by the evidence that the theory cannot account for.”2

Theory 1: Joseph Smith translated the Book of Abraham from surviving papyri fragments

The proponents of this theory maintain that Joseph Smith derived the Book of Abraham from the surviving fragments of the Hor Book of Breathings (P. Joseph Smith I, XI+X). This theory is mainly advocated by critics of Joseph Smith who want to cast doubt on the Prophet’s claims to inspiration, since these surviving fragments do not translate as the Book of Abraham.3 Some Latter-day Saint scholars also believe Joseph Smith attempted to translate the Book of Abraham from the surviving papyri fragments based on their interpretation of the historical data.4

The two main points of evidence cited by proponents of this theory are: (1) the hieratic Egyptian characters from P. Joseph Smith XI that appear in the margins of the early Book of Abraham manuscripts, and (2) the apparent reference to Facsimile 1 (the illustration in P. Joseph Smith I) at Abraham 1:12, 14.5 At first glance these two pieces of evidence may appear persuasive, but other scholars have disputed their explanatory power in connecting the English text of the Book of Abraham to the surviving fragments.

For example, it is not clear who added the hieratic characters in the margins of the Book of Abraham manuscripts or when they were added. It is also not clear what the scribe was thinking when they added the characters. It has been widely assumed that they were added at Joseph Smith’s direct prompting during the process of translation, but this is not certain.6 “Though the juxtaposition of the characters and Book of Abraham text implies a relationship between the two, the exact nature of that relationship is not stated” and is complicated by the evidence that the manuscripts which bear these marginal characters appear to be copies of an earlier text that is no longer extant.7 There is thus no “demonstrable relationship between the characters on the papyri and the text of the Book of Abraham.”8 Any assumed relationship between the two remains an assumption.

A page from one of the Kirtland-era Book of Abraham manuscripts in the handwriting of Warren Parrish. Characters from the Egyptian papyri can be seen in the left margin of the manuscript. Image via the Joseph Smith Papers website.

The second point of evidence (the reference to Facsimile 1 at Abraham 1:12, 14) is likewise more complicated than is often supposed. For starters, scholars have recognized that the last line of Abraham 1:12 (““I will refer you to the representation at the commencement of this record”) and all of Abraham 1:14 (“That you may have an understanding of these gods, I have given you the fashion of them in the figures at the beginning, which manner of figures is called by the Chaldeans Rahleenos, which signifies hieroglyphics”) are interlinear insertions in the earliest manuscript copy of the Book of Abraham.9 What’s more, even if one assumes these references were original and not added later, “the reference [at Abraham 1:12, 14] indicates that the vignette depicting the altar and idols is not adjacent to the text but some distance from it.”10 In other words, the reference at Abraham 1:12, 14 could be read as indicating just the opposite of how proponents of this theory understand it.

Theory 2: Joseph Smith translated the Book of Abraham from missing papyri fragments

This theory has gained traction as scholars have looked more closely at nineteenth century eyewitness descriptions of the papyri believed to be the source of the Book of Abraham.

The nineteenth-century eyewitnesses, both Mormon and non-Mormon, favorable and hostile to the Church, agree that the Book of Abraham was translated from a long roll of papyrus that was still a long roll in the 1840s and 1850s. The current fragments of the Joseph Smith Papyri, however, were all mounted on heavy paper and placed in glass frames in 1837. None of them can be the long roll described in the 1840s and 1850s. So these fragments are specifically not the source of the Book of Abraham according to the eyewitnesses.11

The main advantage to this theory is that it can account for the nineteenth century eyewitness evidence. It also answers the objections raised by those who rightly point out that the Hor Book of Breathings is not the Book of Abraham. However, this theory has been criticized on the grounds that while there are indeed missing portions of papyri (for example, Facsimiles 2 and 3 are no longer extant) it is questionable to some whether there was enough missing papyri to accommodate a hypothetical missing Book of Abraham text.12 Furthermore, even though “this theory accounts for [the eyewitness] evidence” it is still “frustrating to many people. Because the papyri are no longer extant, there is no possible way to check Joseph Smith’s translation of the Book of Abraham.”13

Theory 3: Joseph Smith translated the Book of Abraham without any physical papyri

This theory argues that Joseph Smith translated the Book of Abraham directly by revelation without using any physical papyri. As an essay published by the Church recently articulated,

Joseph’s study of the papyri may have led to a revelation about key events and teachings in the life of Abraham, much as he had earlier received a revelation about the life of Moses while studying the Bible. This view assumes a broader definition of the words translator and translation. According to this view, Joseph’s translation was not a literal rendering of the papyri as a conventional translation would be. Rather, the physical artifacts provided an occasion for meditation, reflection, and revelation. They catalyzed a process whereby God gave to Joseph Smith a revelation about the life of Abraham, even if that revelation did not directly correlate to the characters on the papyri.14

Those who adopt this theory urge Latter-day Saints to reconsider the scope and mechanism of “translation” in Joseph Smith’s theology and scriptural productions.15 The strength of this theory is that it is consistent with the Prophet’s other scriptural productions. “One advantage is that in Doctrine and Covenants section 7, Joseph Smith translated an ancient papyrus that he never had in his possession; hence, there is a precedent for Joseph Smith translating a papyrus that was not in his possession, and so there is no reason to suppose that he had to have the papyrus of the Book of Abraham in his possession either.”16 At the same time, however, the main drawback to this theory is that Joseph Smith himself believed that he possessed a physical record of Abraham.17

“Given our current state of knowledge,” concludes one Latter-day Saint scholar, “the theory that Joseph Smith translated the Book of Abraham from papyri that we no longer have accounts for the most evidence with the fewest problems. Even so, for none of the theories is the evidence as neat or as compelling as one might wish.”18 It could even be argued that some of these (and other) theories might be combined to form new paradigms. “As scholars continue to find, research, and analyze the evidence that bears on this subject, future studies will undoubtedly illuminate other theories that have not yet been conceived.”19

Since The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints has not taken an official stance on how the translation of the Book of Abraham was accomplished other than by revelation, and since the evidence is not as clear or as complete as we might like, it would perhaps be wiser for readers to worry less about the method of the translation and more about the results.

Further Reading

John Gee, “The Relationship of the Book of Abraham Text to the Papyri,” in An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 83–86.

Kerry Muhlestein, “Joseph Smith and Egyptian Artifacts: A Model for Evaluating the Prophetic Nature of the Prophet’s Ideas about the Ancient World,” BYU Studies Quarterly 55, no. 3 (2016): 35–82.

Kerry Muhlestein, “The Explanation-Defying Book of Abraham,” in A Reason for Faith: Navigating LDS Doctrine and Church History, ed. Laura Harris Hales (Salt Lake City: Deseret Book and Provo, UT: Brigham Young University’s Religious Studies Center, 2016), 79–91.

Footnotes

 

1 John Gee, An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 83.

2 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 84.

3 Michael D. Rhodes, The Hor Book of Breathings: A Translation and Commentary (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2002).

4 Brian M. Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project: ‘A Knowledge of Hidden Languages’,” in Approaching Antiquity: Joseph Smith and the Ancient World, edited by Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey, and Andrew H. Hedges (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City: Deseret Book, 2015), 474–511.

5 Grant S. Heward and Jerald Tanner, “The Source of the Book of Abraham Identified,” Dialogue: A Journal of Mormon Thought 3, no. 2 (1968): 89–97; Christopher C. Smith, “‘That which Is Lost’: Assessing the State of Preservation of the Joseph Smith Papyri,” The John Whitmer Historical Association Journal 31, no. 1 (Spring/Summer 2011): 73.

6 See the discussion in Kerry Muhlestein, “Assessing the Joseph Smith Papyri: An Introduction to the Historiography of their Acquisitions, Translations, and Interpretations,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 22 (2016): 32–36; “The Explanation-Defying Book of Abraham,” in A Reason for Faith: Navigating LDS Doctrine and Church History, ed. Laura Harris Hales (Salt Lake City: Deseret Book and Provo, UT: Brigham Young University’s Religious Studies Center, 2016), 81–82, 84–85; “Egyptian Papyri and the Book of Abraham: A Faithful, Egyptological Point of View,” in No Weapon Shall Prosper: New Light on Sensitive Issues, ed. Robert L. Millet (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City: Deseret Book, 2011), 228–229.

7 Brent M. Rogers et al., eds., The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 5: October 1835–January 1838 (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2017), 74–75.

8 Muhlestein, “The Explanation-Defying Book of Abraham,” 85.

9 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 143; Rogers et al., eds., The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 5, 78; Robin Scott Jensen and Brian M. Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4: Book of Abraham and Related Manuscripts (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2018), 195–196nn57, 64.

10 Muhlestein, “Assessing the Joseph Smith Papyri,” 29–32, quote at 30; cf. “Egyptian Papyri and the Book of Abraham,” 225–226.

11 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 85; cf. pp. 4–5; “Eyewitness, Hearsay, and Physical Evidence of the Joseph Smith Papyri,” in The Disciple as Witness: Essays on Latter-day Saint History and Doctrine in Honor of Richard Lloyd Anderson, ed. Stephen D. Ricks, Donald W. Parry, and Andrew H. Hedges (Provo, UT: FARMS, 2000), 175–217; Kerry Muhlestein, “Papyri and Presumptions: A Careful Examination of the Eyewitness Accounts Associated with the Joseph Smith Papyri,” Journal of Mormon History 42, no. 4 (October 2016): 31–50.

12 One of the main points of contention is whether it can be mathematically calculated how much papyrus is currently missing, and what was potentially contained on the missing portion. For different arguments, see John Gee, “Some Puzzles from the Joseph Smith Papyri,”FARMS Review 20, no. 1 (2008): 117–123; Andrew W. Cook and Christopher C. Smith, “The Original Length of the Scroll of Hôr,” Dialogue: A Journal of Mormon Thought 43, no. 4 (2010): 1–42; “Formulas and Faith,”Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 21, no. 1 (2012): 60–65; Smith, “‘That which Is Lost’,” 69–83; Muhlestein, “Papyri and Presumptions,” 31–50.

13 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 85.

14 “Translation and Historicity of the Book of Abraham,” Gospel Topics.

15 Karl C. Sandberg, “Knowing Brother Joseph Again: The Book of Abraham, and Joseph Smith as Translator,” Dialogue: A Journal of Mormon Thought 22, no. 4 (Winter 1989): 17–38; Terryl Givens, The Pearl of Greatest Price: Mormonism’s Most Controversial Scripture (New York, N.Y.: Oxford University Press, 2019), 180–202.

16 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 85.

17 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 85–86.

18 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 85.

19 Kerry Muhlestein, “Joseph Smith and Egyptian Artifacts: A Model for Evaluating the Prophetic Nature of the Prophet’s Ideas about the Ancient World,” BYU Studies Quarterly 55, no. 3 (2016): 67.

How Did Joseph Smith Translate the Book of Abraham?

Book of Abraham Insight #39

Multiple sources associated with the coming forth of the Book of Abraham spoke of Joseph Smith as translating the text.1 The Prophet himself used this language to describe his own activity with the text. For example, an entry in Joseph Smith’s journal under the date November 20, 1835 indicates the Prophet “spent the day in translating” the Egyptian records.2 In an unpublished editorial that was apparently meant to be printed in the March 1, 1842 issue of the Times and Seasons (the issue that saw the publication of the first installment of the Book of Abraham), Joseph Smith signaled his desire to “continue to translate and publish [the text] as fast as possible [until] the whole is completed.”3 What was published with the Book of Abraham was a preface announcing it as “A TRANSLATION Of some ancient Records that have fallen into our hands . . . purporting to be the writings of Abraham.”4

But while Joseph Smith and others used the word “translation” to describe the production of the Book of Abraham, the means or methods Joseph used to translate ancient scripture were unique. Rather than utilizing dictionaries, grammar books, and lexicons, Joseph translated scripture through revelation. This can be seen in the other efforts Joseph Smith undertook throughout his prophetic ministry to produce other books of scripture.5

The Book of Mormon

Joseph Smith’s signature work of scripture is the Book of Mormon, which the Prophet claimed to have translated from golden plates “by the gift and power of God.”6 While early efforts to decipher the “reformed Egyptian” (Mormon 9:32) characters of the Book of Mormon evidently did involve some mental effort by the Prophet and his scribes,7 ultimately the translation was accomplished through the use of divinely-prepared seer stones. “When Joseph Smith began translating the Book of Mormon in 1827, he usually left the plates in a box or wrapped in a cloth, placed the interpreters or his seer stone (both of which seem to have been called Urim and Thummim) in a hat, and read the translation he saw in the stone to a scribe. . . . When the first 116 pages of the Book of Mormon were stolen, an angel took back the interpreters, and Joseph instead used his seer stone.”8 All of this suggests that Joseph Smith’s mechanism for translating the Book of Mormon, while still in some way conveying one language (Egyptian) to another (English), was more closely synonymous with revelation.9

The Parchment of John (Doctrine and Covenants 7)

Doctrine and Covenants 7 was received by Joseph Smith and Oliver Cowdery in April 1829 just before or during the time when Oliver acted as a scribe for the translation of the Book of Mormon.10 When this section was first published in 1833, it was described as “a Revelation [sic] given to Joseph and Oliver”  and was said to have been “translated from parchment, written and hid up by” a figure named John (presumably the beloved disciple).11 This revealed “translation” of John’s record was received, like the Book of Mormon, through seeric instruments (the Urim and Thummim).12 It is important to remember that during this process Joseph Smith “did not have physical possession of the papyrus he was translating.”13

The chapter heading to Chapter VI of the 1833 Book of Commandments (Doctrine and Covenants 7). The heading identifies this text as both a revelation and a translation. Image via the Joseph Smith Papers website.

The “New Translation” of the Bible

Another important effort undertaken by Joseph Smith was what he called a “new translation” of the Bible.14 Accomplished principally between 1830–1833, this “new translation” of the Bible (today called the Joseph Smith Translation) was not accomplished by the Prophet carefully scrutinizing Hebrew and Greek manuscripts, nor even by consulting his seer stone or the Urim and Thummim, but instead by revising the English text of the King James Version of the Bible.15 “At the beginning of this translation, Joseph Smith would dictate long passages to his scribe without the use of the Urim and Thummim. When Sidney Rigdon began serving as a scribe, however, he apparently persuaded Joseph to change his practice and mark only passages in the Bible that needed changes and record those.”16 Even though Joseph and his clerks were revising the English text of the KJV and sometimes revealing entirely new content (such as portions of what is today called the Book of Moses in the Pearl of Great Price),17 they nevertheless called the project a translation. While it is arguable that a handful of Joseph Smith’s revisions to the KJV Bible are indeed more precise renderings of the underlying Greek and Hebrew, or that the larger portions revealed by the Prophet in some way correspond to now-lost ancient manuscripts, this once again indicates the broad range of meaning the Prophet applied to this term.

The Book of Abraham

When it comes to the nature of the translation of the Book of Abraham, there is not much direct evidence for how Joseph accomplished the work. “No known first-person account from Joseph Smith exists to explain the translation of the Book of Abraham, and the scribes who worked on the project and others who claimed knowledge of the process provided only vague or general reminiscences.”18 John Whitmer, then acting as the Church’s historian and recorder, commented that “Joseph the Seer saw these Record[s] and by the revelation of Jesus Christ could translate these records … which when all translated will be a pleasing history and of great value to the saints.”19 Another important source is Warren Parrish, one of the scribes who assisted Joseph in the production of the Book of Abraham. After his disaffection from the Church in 1837, Parrish reported that in his capacity as Joseph’s scribe he “penned down the translation of the Egyptian Hieroglyphicks as [Joseph] claimed to receive it by direct inspiration from Heaven.”20 Parrish’s statement, like Whitmer’s, emphasizes that the method of Joseph’s “translation of the Egyptian Hieroglyphicks” was revelatory, not academic, but that the Prophet was still performing a translation of an ancient language. Unfortunately, Parrish did not elaborate further on the precise nature of this translation “by direct inspiration.”

Other sources report that the Prophet used the Urim and Thummim (meaning probably one of his seer stones) in the translation of the Book of Abraham, although these sources come from those not immediately involved in the production of the text, and in one instance may have been confusing the translation process of the Book of Abraham with the translation process of the Book of Mormon, and so they should be accepted cautiously.21 If Joseph did use a seer stone in the translation of the Book of Abraham, this would reinforce the point that the method or means of translation for the Prophet was unique.

Joseph Smith’s brown seer stone. Some sources reported the Prophet using the Urim and Thummim (perhaps this or a similar seer stone) in the translation of the Book of Abraham. Image via the Joseph Smith Papers website.

Clues from the Book of Abraham text itself suggests that the Prophet felt free to continually adapt and revise his initial translation. For example, some of the names of the characters in the Book of Abraham were revised in 1842 shortly before the publication of the Book of Abraham.22 Likewise, Joseph Smith’s study of Hebrew appears to have also influenced the final form of the text, as Joseph’s knowledge of such influenced either how he initially rendered or later revised certain words and phrases in the Book of Abraham’s creation account.23 One of the glosses at the beginning of the book (“which signifies hieroglyphics”; Abraham 1:14) is not present in the Kirtland-era manuscripts, which appears to indicate that it came from Joseph Smith or one of his scribes at the time of the publication of the text.24 Another gloss (“I will refer you to the representation at the commencement of this record”; Abraham 1:12) was inserted interlineally, suggesting that “the references to the facsimiles within the text of the Book of Abraham seem to have been nineteenth-century editorial insertions”25 (although this is not the only interpretation of this data point).26

It should not come as a surprise that Joseph Smith (or his scribes) made revisions to the English text of the Book of Abraham and still called it a translation, since he also revised his revelations that comprise the Doctrine and Covenants and the Book of Mormon in subsequent editions after their initial publication.27

Replica of the Urim and Thummim by Brian Westover, photo by Daniel Smith. Image via Book of Mormon Central.

Whatever his precise method of translation, which Joseph specified no more than being “by the gift and power of God,” more important is what the Prophet produced. As Hugh Nibley recognized, “[T]he Prophet has saved us the trouble of faulting his method by announcing in no uncertain terms that it is a method unique to himself depending entirely on divine revelation. That places the whole thing beyond the reach of direct examination and criticism but leaves wide open the really effective means of testing any method, which is by the results it produces.”28 The results of Joseph Smith’s inspired translations are books of scripture that would have been beyond the Prophet’s natural ability to produce on his own. This is true for the Book of Abraham, which evinces numerous signs of having been derived from the ancient world as it claims and not from Joseph Smith’s fertile imagination or nineteenth-century environment.29

A fuller grasp of this fascinating and important subject therefore includes appreciating how Joseph Smith and other early Latter-day Saints used words such as “translation” in ways that are similar but also in some ways very different than how they are typically used today.30

Further Reading

Kerry Muhlestein, “Book of Abraham, translation of,” in The Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 63–69.

John Gee, “Joseph Smith and the Papyri,” in An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 13–42.

Hugh Nibley, “Translated Correctly?” in The Message of the Joseph Smith Papyri: An Egyptian Endowment (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 2005), 51–65.

Robert J. Matthews, “Joseph Smith—Translator,” in Joseph Smith: The Prophet, The Man, ed. Susan Easton Black and Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1993), 77–87.

Footnotes

 

1 History, 1838–1856, volume B-1 [1 September 1834–2 November 1838], 596; John Whitmer, History, 1831–circa 1847, 76; Warren Parrish, letter to the editor, Painesville Republican, 15 February 1838, cited in John Gee, “Some Puzzles from the Joseph Smith Papyri,” FARMS Review 20, no. 1 (2008): 115n4.

2 Journal, 1835–1836, 47.

3 Editorial, circa 1 March 1842, Draft, 1.

4 “Book of Abraham,” Times and Seasons 3, no. 9 (March 1, 1842): 704, emphasis in original.

5 See the overview and discussion in Kerry Muhlestein, “Book of Abraham, translation of,” in The Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 63–69; cf. “Assessing the Joseph Smith Papyri: An Introduction to the Historiography of their Acquisitions, Translations, and Interpretations,” Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 22 (2016): 32–39; Hugh Nibley, “Translated Correctly?” in The Message of the Joseph Smith Papyri: An Egyptian Endowment (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 2005), 51–65; Robin Scott Jensen and Brian M. Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4: Book of Abraham and Related Manuscripts (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2018), xxii–xxvi.

6 “Church History,” Times and Seasons 3, no. 9 (March 1, 1842): 707.

7 David E. Sloan, “The Anthon Transcripts and the Translation of the Book of Mormon: Studying It Out in the Mind of Joseph Smith,” Journal of Book of Mormon Studies 5, no. 2 (1996): 57–81.

8 John Gee, An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 20.

9 For an overview, see Michael Hubbard MacKay, “‘Git Them Translated’: Translating the Characters on the Gold Plates,” in Approaching Antiquity: Joseph Smith and the Ancient World, ed. Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey, and Andrew H. Hedges (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 83–116; Brant A. Gardner, “Translating the Book of Mormon,” in A Reason for Faith: Navigating LDS Doctrine and History, ed. Laura Harris Hales (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2016), 21–32.

10 “Account of John, April 1829–C [D&C 7],” in The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 1: July 1828–June 1831, ed. Michael Hubbard MacKay et al. (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2013), 47–48. For the historical context of this section, see Jeffrey G. Cannon, “Oliver Cowdery’s Gift,” in Revelations in Context: The Stories Behind the Sections of the Doctrine and Covenants, ed. Matthew McBride and James Goldberg (Salt Lake City, UT: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 2016), 15–19.

11 “Chapter VI.,” in A Book of Commandments, for the Government of the Church of Christ, Organized according to Law, on the 6th of April, 1830 (Independence, MO: W. W. Phelps & Co., 1833), 18. In the Manuscript Revelation Book this section is called a “revelation” and not explicitly a “translation.” Revelation Book 1, 13.

12 History, 1838–1856, volume A-1 [23 December 1805–30 August 1834], 15.

13 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 21; cf. MacKay et al., The Joseph Smith Papers, Documents, Volume 1, 48n129.

14 Letter to Church Leaders in Jackson County, Missouri, 25 June 1833, [1]; Letter to Church Leaders in Jackson County, Missouri, 2 July 1833, 52.

15 See generally Kent P. Jackson, “Joseph Smith’s New Translation of the Bible,” in Joseph Smith, the Prophet and Seer, ed. Richard Neitzel Holzapfel and Kent P. Jackson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City: Deseret Book, 2010), 51–76; “The King James Bible and the Joseph Smith Translation,” in The King James Bible and the Restoration, ed. Kent P. Jackson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2011), 197–214; Royal Skousen, “The Earliest Textual Sources for Joseph Smith’s ‘New Translation ‘ of the King James Bible,” FARMS Review 17, no. 2 (2005): 451–470; The History of the Text of the Book of Mormon. Part Five: The King James Quotations in the Book of Mormon (Provo, Utah: The Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2019), 132–140.

16 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 21.

17 In fact, it appears that part of the process in revising some portions of the text of the “new translation” involved Joseph consulting popular biblical commentaries of his day. See “Joseph Smith’s Use of Bible Commentaries in His Translations,” LDS Perspectives Podcast, Episode 55.

18 Robin Scott Jensen and Brian M. Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4: Book of Abraham and Related Manuscripts (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2018), xxiii.

19 John Whitmer, History, 1831–circa 1847, 76.

20 Warren Parrish, letter to the editor, Painesville Republican, February 15, 1838.

21 Wilford Woodruff Journal, February 19, 1842, in Scott G. Kenney, ed., Wilford Woodruff’s Journal (Salt Lake City: Signature Books, 1983), 2:155; Parley P. Pratt, “Editorials,” The Latter-day Saints’ Millennial Star 3 (July 1, 1842): 47; Friends’ Weekly Intelligencer, October 3, 1846, 211; Orson Pratt, Journal of Discourses (August 25, 1878), 20:65. The account in the Friends’ Weekly Intelligencer reads thus: “[W]hen Joseph was reading the papyrus, he closed his eyes, and held a hat over his face, and that the revelation came to him; and that where the papyrus was torn, he could read the parts that were destroyed equally as well as those that were there; and that scribes sat by him writing, as he expounded.” The detail of Joseph placing his face into his hat to read the papyrus sounds much like how witnesses described the translation of the Book of Mormon, suggesting the possibility that the paper misreported or confused which text Lucy Mack Smith was describing.

22 See Pearl of Great Price Central, “Zeptah and Egyptes,” Book of Abraham Insight #8 (August 28, 2019).

23 Matthew J. Grey, “‘The Word of the Lord in the Original’’: Joseph Smith’s Study of Hebrew in Kirtland,” in Approaching Antiquity, 249–302; Kerry Muhlestein and Megan Hansen, “‘The Work of Translating’: The Book of Abraham’s Translation Chronology,” in Let Us Reason Together: Essays in Honor of the Life’s Work of Robert L. Millett, ed. J. Spencer Fluhman and Brent L. Top (Salt Lake City: Deseret Book and Provo, UT: Religious Studies Center and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, Brigham Young University, 2016), 149–153.

24 Jensen and Hauglid, The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, 309n85.

25 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 143; Jensen and Hauglid, The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, 195n57.

26 Kerry Muhlestein, “Assessing the Joseph Smith Papyri: An Introduction to the Historiography of their Acquisitions, Translations, and Interpretations,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 22 (2016): 29–32; “The Explanation-Defying Book of Abraham,” in A Reason for Faith, 82; “Egyptian Papyri and the Book of Abraham: A Faithful, Egyptological Point of View,” in No Weapon Shall Prosper: New Light on Sensitive Issues, ed. Robert L. Millet (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City: Deseret Book, 2011), 225–226.

27 See Royal Skousen, “Changes in The Book of Mormon,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 11 (2014): 161–176; Marlin K. Jensen, “The Joseph Smith Papers: The Manuscript Revelation Books,” Ensign, July 2009, 47–51; Robin Scott Jensen, Richard E. Turley, Jr., and Riley M. Lorimer, eds., “Joseph Smith–Era Publications of Revelations,” in The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 2: Published Revelations (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2011), ix–xxxvi.

28 Nibley, The Message of the Joseph Smith Papyri, 63.

29 As discussed in the Book of Abraham Insight articles posted here at Pearl of Great Price Central, as well as in Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 49–55, 97–105.

30 See further Robert J. Matthews, “Joseph Smith—Translator,” in Joseph Smith: The Prophet, The Man, ed. Susan Easton Black and Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1993), 77–87; Richard Lyman Bushman, “Joseph Smith as Translator,” in Believing History: Latter-day Saint Essays, ed. Reid L. Neilson and Jed Woodworth (New York, NY: Columbia University Press, 2004), 233–247; Alexander L. Baugh, “Joseph Smith: Seer, Translator, Revelator, and Prophet,” BYU devotional speech, June 24, 2014; “Joseph Smith as Revelator and Translator,” The Joseph Smith Papers Project.

The “Kirtland Egyptian Papers” and the Book of Abraham

Book of Abraham Insight #38

Associated with the translation of the Book of Abraham is a collection of documents known today as the Kirtland Egyptian Papers.1 This name was coined by Hugh Nibley in the early 1970s to describe a corpus of manuscripts that can be classified into, broadly, two categories: Book of Abraham manuscripts and Egyptian-language manuscripts.2 Although still commonly used, because some of these documents post-date the Kirtland period of Latter-day Saint history, and because it is somewhat vague, the name coined by Nibley to describe this corpus has fallen out of use among scholars who prefer more precise classifications. What’s more, “The[se] name designations are modern ones and typically reflect assumptions of the individuals using the particular designations. No [single] designation [to describe these texts] has gained wide acceptance.”3

Notwithstanding, as mentioned above, this corpus “can be divided into two fairly distinct parts: “(1) those papers that center primarily on the text of the Book of Abraham and (2) those that focus on alphabet and grammar material that the authors connected to the ancient Egyptian language.”4 The Abraham manuscripts (1) are what contain the extant English text of the Book of Abraham. These manuscripts date from between mid-1835 to early-1842 and are in the handwriting of W. W. Phelps, Warren Parrish, Frederick G. Williams, and Willard Richards.5 The Egyptian-language manuscripts (2) are comprised of a hodgepodge of documents that transcribe portions of the characters from the Egyptian papyri and appear to attempt to systematize an understanding of the Egyptian language in the handwriting of W. W. Phelps, Joseph Smith, Oliver Cowdery, and Warren Parrish.6 While these two groups can be broadly distinguished, “it should also be understood that the Abraham documents contain a certain amount of Egyptian material and the Egyptian papers include a certain amount of Abraham material.”7 Because of this, it is clear that there is some kind of relationship between these two groups.

Although there is an apparent relationship between these two groups of documents, because of conflicting interpretations of the historical data among scholars “almost every aspect of these documents is disputed: their authorship, their date, their purpose, their relationship with the Book of Abraham, their relationship with the Joseph Smith Papyri, their relationship with each other, what the documents are or were intended to be, and even whether the documents form a discrete or coherent group.”8 This uncertainty has unfortunately resulted in a lack of consensus on how to understand this collection.

The first page of the “Grammar & A[l]phabet of the Egyptian Language” in the handwriting of W. W. Phelps, dating to mid- to late-1835. Image via the Joseph Smith Papers website.

Although it is clear that the Egyptian-language documents in the Kirtland Egyptian Papers reflect a sincere attempt by those involved to somehow understand the Egyptian language (there is no evidence for conscious fraud or deceit on the part of those involved), “like many similar efforts of the time to unravel the mysteries of the Egyptian language, these attempts are considered by modern Egyptologists—both Latter-day Saints and others—to be of no actual value in understanding [the] Egyptian” language.9 Because of this, some have attempted to use the Egyptian-language documents to cast doubt on Joseph Smith’s prophetic inspiration or the authenticity of the Book of Abraham. This effort, however, is highly questionable for many reasons.

First, “The extent of Joseph Smith’s involvement in the creation of these manuscripts is unknown.”10 While it is true that he had some involvement in the project since his handwriting appears in one manuscript and his signature on another,11 there is not enough evidence to conclusively demonstrate that Joseph Smith was the driving instigator behind the effort to create a systematized grammar of the Egyptian language.

Second, “It is unclear when in 1835 Joseph Smith began creating the existing Book of Abraham manuscripts or what relationship the Book of Abraham manuscripts have to the Egyptian-language documents.”12

Third, while “considerable overlap of themes exists between the Book of Abraham and the Egyptian-language documents . . . most of the Book of Abraham is not textually dependent on any of the extant Egyptian-language documents. The inverse is also true: most of the content in the Egyptian-language documents is independent of the Book of Abraham.”13

Fourth, and finally, the Egyptian-language documents were never presented as authoritative revelation similar to Joseph Smith’s other canonized books of scripture. “What emerges most clearly from a closer look at the Kirtland Egyptian Papers is the fact that there is nothing official or final about them—they are fluid, exploratory, confidential, and hence free of any possibility or intention of fraud or deception.”14

The first page of the “Grammar & A[l]phabet of the Egyptian Language” in the handwriting of W. W. Phelps, dating to mid- to late-1835. Image via the Joseph Smith Papers website.

Rather than viewing the Egyptian-language documents as Joseph Smith’s botched revelation, they might instead more plausibly be seen as part of “an interest in ancient languages within the early church and an anticipation that additional ancient texts would be revealed.”15 This interest prompted Joseph Smith and those close to him to attempt a secular study of other ancient languages such as Hebrew and Greek.16 The Egyptian-language project undertaken by some early Latter-day Saints and associated with the coming forth of the Book of Abraham may very well be situated in that same context.

There is still much that we do not know about the so-called Kirtland Egyptian Papers, including the precise circumstances surrounding their creation and purpose. While their ultimate nature remains debated, the work of scholars in recent years has called into question older assumptions and arguments about the extent of Joseph Smith’s participation in the Egyptian-language project and the Book of Abraham’s dependency on these manuscripts. In the mean time, what can be safely concluded is that “although we have incomplete information on exactly how the Book of Abraham was translated, the resulting contents of that translation are more important than the process itself.”17

Further Reading

John Gee, “Joseph Smith and the Papyri,” in An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 13–42.

Brian M. Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project: ‘A Knowledge of Hidden Languages’,” in Approaching Antiquity: Joseph Smith and the Ancient World, edited by Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey, and Andrew H. Hedges (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City: Deseret Book, 2015), 474–511.

Hugh Nibley, “The Meaning of the Kirtland Egyptian Papers,” BYU Studies 11, no. 4 (Summer 1971): 350–399; reprinted in An Approach to the Book of Abraham (Provo, UT: FARMS, 2009), 502–568.

Footnotes

 

1 Hugh Nibley, “The Meaning of the Kirtland Egyptian Papers,” BYU Studies 11, no. 4 (Summer 1971): 350–399; reprinted in An Approach to the Book of Abraham (Provo, UT: FARMS, 2009), 502–568.

2 Brian M. Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project: ‘A Knowledge of Hidden Languages’,” in Approaching Antiquity: Joseph Smith and the Ancient World, edited by Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey, and Andrew H. Hedges (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City: Deseret Book, 2015), 447–449.

3 John Gee, An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 32–33.

4 Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project,” 477.

5 Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project,” 477–478; Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 34–35.

6 Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project,” 478; Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 34–35. The Book of Abraham manuscripts and related Egyptian-language documents can be viewed online at the Joseph Smith Papers website.

7 Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project,” 477.

8 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 33.

9 Robin Scott Jensen and Brian M. Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4: Book of Abraham and Related Manuscripts (Salt Lake City, UT: The Church Historian’s Press, 2018), xxv.

10 Jensen and Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, xv.

11 Jensen and Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, xv; Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 34.

12 Jensen and Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, xxv. For different arguments on the direction of the dependency between the Book of Abraham and the Egyptian-language documents, see Hauglid, “The Book of Abraham and the Egyptian Project,” 474–511; Kerry Muhlestein, “Assessing the Joseph Smith Papyri: An Introduction to the Historiography of their Acquisitions, Translations, and Interpretations,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 22 (2016): 33–37.

13 Jensen and Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, xxv.

14 Nibley, “The Meaning of the Kirtland Egyptian Papers,” 399.

15 Jensen and Hauglid, eds., The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, Volume 4, xxi.

16 See Matthew J. Grey, “‘The Word of the Lord in the Original’: Joseph Smith’s Study of Hebrew in Kirtland,” in Approaching Antiquity, 249–302; John W. Welch, “Joseph Smith’s Awareness of Greek and Latin,” in Approaching Antiquity, 303–328.

17 Gee, An Introduction to the Book of Abraham, 39.