Perspectiva #15 del Libro de Moisés
Moisés 6:57
Con la contribución de Jeffrey M. Bradshaw y Matthew L. Bowen
En una perspectiva1 anterior, hablamos sobre las semejanzas en vocabulario y redacción entre el llamado profético de Enoc en el Libro de Moisés2 y el relato del bautismo de Jesús en los Evangelios. Describimos la evidencia de la posibilidad de que los autores de los evangelios del Nuevo Testamento se basaran en ideas más antiguas presentes en la literatura antigua relacionadas con el personaje de Enoc cuando redactaron sus relatos. Y sugerimos algunas posibles razones por las que el lenguaje bíblico se usa con tanta frecuencia en las Escrituras modernas, como han señalado muchos eruditos Santos de los Últimos Días. Por ejemplo, Royal Skousen ha escrito que el Libro de Mormón, como prácticamente todas las traducciones y revelaciones de José Smith, constituye una “combinación compleja en el texto de fraseología procedente de toda la Biblia versión del rey Santiago”3. En el presente artículo y en el siguiente4, analizaremos dos pasajes similares que han preocupado a algunos lectores del Libro de Moisés:
- Referencias al nombre y los títulos de Jesucristo (Moisés 6:57)
- Similitudes con 1 Juan 5:5–8 en la mención del agua, el espíritu y la sangre (Moisés 6:58–60).
Referencias al nombre y los títulos de Jesucristo
En Moisés 6:57 leemos:
Al margen de cualquier inquietud acerca de la similitud del vocabulario y la redacción entre las Escrituras Santos de los Últimos Días y el Libro de Moisés, algunos lectores se sorprenden al encontrar referencias al nombre, los títulos y los aspectos de la misión de Jesucristo en las profecías de las Escrituras de los Santos de los Últimos Días que son mucho más detalladas y explícitas que las que se encuentran en el Antiguo Testamento. Aunque los cristianos están divididos sobre el tema de cuánto sabían los pueblos y profetas del Antiguo Testamento sobre Jesucristo, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días acepta la creencia de que los detalles del plan de salvación, incluyendo la vida y misión de Jesucristo, eran conocidos por los profetas desde Adán en adelante. Margaret Barker, erudita no miembro de la Iglesia cree lo mismo y ha escrito5:
La tradición original del templo era que Yahvé, el Señor, era el Hijo del Dios Altísimo y estaba presente en la tierra como el Mesías. Esto significa que la religión más antigua de Israel habría enseñado sobre el Mesías. Por lo tanto, encontrar a Cristo en el Antiguo Testamento es exactamente lo que deberíamos esperar, aunque ensombrecido por una lectura incorrecta de las Escrituras. Este es, sugiero, un aspecto de la restauración de “las cosas claras y preciosas que se les han quitado”6 [que se menciona en el Libro de Mormón]. El Jehová del Antiguo Testamento es el Cristo del Libro de Mormón7.
Si bien se necesita más investigación para evaluar las posibles afinidades entre las referencias a Jesucristo en las Escrituras modernas y las fuentes dentro y fuera de la Biblia, ofrecemos los siguientes ejemplos de la literatura antigua de Enoc para su análisis.
A este respecto, el Libro de las Parábolas, una de las cinco secciones relativamente inconexas de 1 Enoc, ha sido una fuente muy fructífera8. Aunque generalmente estamos de acuerdo con la conclusión de algunos eruditos de que “las conexiones literarias entre Moisés 6–8 y 1 Enoc son … muy vagas, y debería dedicarse más tiempo y atención a otros temas”9, existen algunas excepciones a esta regla, sobre todo en el Libro de las Parábolas. Significativamente, según James Charlesworth, uno de los eruditos contemporáneos preeminentes de los seudoepígrafos judíos, los pasajes mesiánicos del Libro de las Parábolas “parecen ser judíos pero contemporáneos a los orígenes del cristianismo. … Los versículos [relacionados] no contienen ni la polémica judía contra la cristología kerigmática cristiana ni expresiones e ideas peculiarmente cristianas”10. Por lo tanto, estos pasajes son testigos ideales de los tipos de tradiciones mesiánicas judías que se encuentran en Moisés 6:57 y que no pueden atribuirse exclusivamente a influencias cristianas.
A continuación analizaremos los cuatro títulos interrelacionados de Moisés 6:57 en función de estas tradiciones. Si bien “la mayoría de los pseudoepígrafos no contienen … términos técnicos [del Mesías]”11, y mucho menos equivalentes o análogos de los otros títulos enumerados en el Libro de Moisés, el Libro de Parábolas de 1 Enoc contiene material relevante para cada uno de ellos12:
- Unigénito. El uso del término “unigénito” tiene una larga historia en la tradición judía. La historia de la “atadura” de Isaac (la Akedah) en la versión hebrea de Génesis 22 describe la relación de Isaac con Abraham con la forma masculina del adjetivo sustantivo yāḥîd (yĕḥîdekā = “tu único [hijo]”, Génesis 22:2, 12, 16, versión del rey Santiago)13. La forma femenina del mismo adjetivo sustantivo yĕḥîdâ aparece en Jueces 11:34 como una descripción de la única hija de Jefté. Es importante destacar que el término griego correspondiente usado para traducir yĕḥîdâ en la versión griega de la Septuaginta (LXX) de la historia de Jefté es monogenēs (“unigénito”). Más significativamente, monogenēs se usa en la versión griega del Salmo 22:2014, un salmo que comúnmente se entiende como una referencia a Jesús entre los primeros cristianos. El griego monogenēs es el término usado en todo el Nuevo Testamento para describir a Jesucristo como el “unigénito”15 de Dios. Por ejemplo, el autor de Hebreos utiliza monogenēs en Isaac al caracterizarlo como un modelo de Jesús16.
Como testimonio adicional del amplio uso de este término, en los escritos del erudito judío Filón de Alejandría, los términos “unigénito” y “primogénito” (a menudo tratados como sinónimos) se asociaban estrechamente con Moisés en la antigua tradición judía. Esto se debe a que Moisés es visto como la encarnación viva preeminente del Logos divino, la “palabra” del poder de Dios. Yendo más allá, Samuel Zinner considera que Filón infiere que Moisés, la Palabra que da la Ley, se convierte en un “padre que cría”17, para otros, incluyendo específicamente a los patriarcas justos Abraham, Isaac y Jacob, que también son nacidos de Dios18.
De acuerdo con el alma de esta idea, los autores del Nuevo Testamento que escribieron desde perspectivas similares usaron el término “primogénito” en la expresión de Hebreos 12:23 “iglesia de los primogénitos”19. En este contexto, “primogénito” parece haber sido interpretado como aplicable no solo a Cristo20, sino también a los mortales redimidos “facultados [por derecho de nacimiento] con los … privilegios de los primogénitos”21, específicamente el derecho a recibir “todo lo que [el] Padre tiene”22. Así, en la concepción de la teología del Nuevo Testamento, podemos decir que Dios hizo a Cristo “el primogénito entre muchos hermanos”, cada uno habiendo sido “hech[o] conforme a la imagen de su Hijo”23.
En resumen, los temas relacionados con el estado especial y la función sacrificial24 del hijo “primogénito“ y “unigénito“ aplicados a personajes del Antiguo Testamento como Moisés, a Cristo mismo y, finalmente, a los discípulos de Jesucristo, están arraigados en conceptos que se remontan claramente más allá del Nuevo Testamento. La clave del significado de este concepto en Moisés 6:57 se encuentra en la mención inmediatamente anterior de Dios como el “Hombre de Santidad” y el pronombre en el término “su Unigénito”. Como Frederick Borsch ha argumentado extensamente25, el concepto de Dios como “el Hombre” del cual Enoc finalmente se convierte en una “contraparte” filial está en el corazón mismo del Libro de Parábolas, como se explica con más detalle en la discusión del título “Hijo del Hombre” inmediatamente debajo.
- Hijo del Hombre Al escuchar el nombre-título “Hijo del Hombre”, los judíos del siglo I d. C. habrían pensado en los textos de los libros de Daniel y Enoc. Daniel 7:13-14 registra la visión escatológica de Daniel: “Vi en las visiones nocturnas, y he aquí, uno como el Hijo del Hombre26 venía con las nubes del cielo, y vino al Anciano de días, y lo trajeron cerca de él. Entonces le fue dado el dominio, la majestad y la realeza. Todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su dominio es dominio eterno, que no se acabará; y su reino, uno que no será destruido
Es significativo que el título “Hijo del Hombre”, que es aún más prominente en el Libro de las Parábolas27 que en Daniel, también aparece con una densidad marcada a lo largo de la gran visión de Enoc en el Libro de Moisés28. Además, y lo que es aún más notable, los títulos relacionados “Elegido”29, “Ungido”30 y “Justo”31 aparecen tanto en el Libro de Moisés como en el Libro de las Parábolas. Después de considerar el debate, a veces polémico, entre los estudiosos acerca de los referentes únicos o múltiples de estos títulos y su relación con otros textos, Nickelsburg y VanderKam concluyen que el autor del Libro de las parábolas “veía las … figuras tradicionales como si tuvieran un único referente y aplicó las distintas denominaciones y características que le parecieron apropiadas”32. Esto también es cierto para el Libro de Moisés.
El hecho de que la referencia en Moisés 6:57 al “Hijo del Hombre” ocurra en una proximidad inmediata a las menciones de Dios Padre como el “Hombre de Santidad” y “su Unigénito” resalta la estrecha relación entre estos tres títulos. Al generalizar aún más los argumentos análogos anteriores relacionados con “primogénito” y “Unigénito”, Borsch explica que el título “Hijo del hombre” también debe extenderse a una infinidad de sucesores33:
Dado que el hijo ascendería para convertirse en el Hombre y así sería el Hombre como el Hijo del Hombre, no es difícil ver… cómo y por qué el verdadero celestial podría ser llamado el Hijo del Hombre. Entonces, lógicamente, el nuevo Hijo del Hombre [por ejemplo, Enoc] debería llamarse el Hijo del Hijo del Hombre.
Todo esto demuestra que el concepto del Hijo del Hombre como “una figura redentora celestial que se encuentra en estrecha relación con el Dios de Israel no es una corrupción del monoteísmo judío por parte del cristianismo, ni una invención de un Pablo helenista o ‘gentil’, pero es una característica integral del judaísmo del Segundo Templo”34. Hablando específicamente de las enseñanzas de Jesús sobre este tema, Charlesworth también afirma que35:
Las tres clases de expresiones del Hijo del Hombre de Jesús, los que describen la autoridad del Hijo del Hombre, su futura venida y su sufrimiento presente, no fueron inventados por la Iglesia. … Más allá de esa certeza, es difícil avanzar más; sin embargo, es concebible que bajo la influencia de las tradiciones de Enoc36, quizás indirectamente a través de las tradiciones orales, Jesús usara el término Hijo del Hombre para enfatizar su propia autoridad carismática que asombró a sus contemporáneos.
- Jesucristo. El nombre-título “Jesucristo”, por supuesto, se deriva directamente de su equivalente griego del Nuevo Testamento, que podría traducirse más claramente para los angloparlantes modernos como “Josué (Yeshua) el Mesías”, el término “Mesías”, refiriéndose a uno que es ungido por Dios.
Recordando las aplicaciones de los términos “primogénito” y “unigénito” a Moisés discutidas anteriormente, notamos la declaración de Raphael Patai de que: “Rara vez es un mito tan perfectamente prefigurado en una tradición muchos siglos más antigua como lo es el mito judío del Mesías en la vida de Moisés”37. Sin embargo, la útil colección de textos de Patai relacionados con el concepto judío de “mesías” muestra ampliamente cuánto más allá de su pre-figuración en Moisés se extiende este título, demostrando su asombroso alcance y amplia aplicación desde los primeros tiempos bíblicos38.
En los Rollos del Mar Muerto y la literatura rabínica, las referencias al Mesías como “el futuro rey ideal de David”39 son mucho más frecuentes que en cualquier otra época. Es importante destacar que con respecto al Libro de las Parábolas y “en contraste con 2 Baruc y 4 Esdras”, Charlesworth escribe que “‘el Mesías’ [= Ungido] es retratado como el rey mesiánico terrestre y humano que encarnará perfectamente todos los sueños atribuidos al pasado de los reyes de Israel”40. Además de la asociación simbólica de esta figura con la monarquía davídica”, Shirley Lucass nos recuerda que la función de culto del rey estaba vinculada, como en Hebreos 7, a la anterior “línea de Melquisedec, el sacerdote-rey de Salem/Jerusalén”41. De manera significativa, y consistente con las enseñanzas del cristianismo, Charlesworth señala “numerosos pasajes” en la pseudoepígrafa en los que el Mesías finalmente conquista a los enemigos de Israel “de una manera sobrenatural no militar”42, por ejemplo, “con la palabra de su boca”43.
De acuerdo tanto con las enseñanzas de Moisés 6:57 como con las conclusiones de Nickelsburg y Vanderkam de que los diversos títulos mencionados en el Libro de las Parábolas se refieren a un solo individuo, James Waddell argumentó no solo que los “cinco epítetos específicos … se refieren a la misma figura del Mesías”44 pero también que “[los] autor[es] del [libro] entendía que la figura del mesías era distinta de la figura divina que es el único Dios”45.
En cuanto al uso del nombre-título “Jesucristo” como se usa en Moisés 6:57, existen precedentes de la revelación anticipada de nombres específicos de individuos nacidos más tarde, incluido el nombre “Jesucristo”46. Alternativamente, no parece imposible que el nombre se haya introducido en el texto como una especie de glosa, destinada a eliminar cualquier duda de los lectores de los últimos días sobre la identidad de esta figura. Además, puede ser que la autoridad de un manuscrito antiguo que se refiere a Jesucristo con palabras análogas al equivalente hebreo Yeshua Ha Mashiaḥ (yēšûaʿ hammāšîaḥ) yace detrás de Moisés 6-747. Cada una de estas opciones va en contra de cualquier argumento de que el uso del nombre o título “Jesucristo” en Moisés 6 puede ser visto solo como un anacronismo.
Charlesworth coincide con esta interpretación de la aparición de términos, títulos y descripciones singularmente cristianos en las escrituras de los Santos de los Últimos Días, argumentando que si algunos pasajes “parecen peculiarmente cristianos”, este hecho no tiene por qué “viciar la afirmación de que fueron escritos antes” de la venida de Cristo48 . Refiriéndose específicamente al Libro de Mormón, señala que los Santos de los Últimos Días reconocen que “pudo haber sido ampliado al menos en dos ocasiones posteriores a la vida de Jesús de Nazaret”: una vez como parte de la abreviación de Mormón y otra en el momento en que fue traducido en el siglo XIX por José Smith. “El reconocimiento de que el Libro de Mormón ha sido editado en más de una ocasión explicaría ciertamente por qué algunos de los pasajes mesiánicos parecen ser composiciones cristianas “ 49.
Posibilidades similares se presentan con el Libro de Moisés. Aunque se sabe mucho menos sobre sus textos originales y su historia de redacción antigua, fue finalmente traducido al inglés por José Smith en el siglo XIX. Por lo tanto, nada impide que incluya simultáneamente contenidos profundamente antiguos y adaptaciones de esos contenidos para el público moderno.
- Juez Justo. Notablemente, la única descripción específica del papel del Hijo del Hombre dada en Moisés 6:57 como “juez justo”50 es también muy característica del Libro de las Parábolas, donde el papel principal del Hijo del Hombre es también el de juez51. Revisando los pasajes relevantes del Libro de las Parábolas, Nickelsburg y VanderKam concluyen: “Si el mensaje principal de las Parábolas es la llegada del juicio final52, el Hijo del Hombre/Elegido ocupa el centro del escenario como agente de este juicio”53. Nótese también que el título “juez justo” en el contexto más amplio de la Traducción de José Smith anticipa a Melquisedec, el “Rey de paz”, y las conexiones tipológicas con Jesucristo evidentes en TJS Génesis 14:25-40.
En resumen, es significativo que, fuera del Antiguo Testamento, los pseudoepígrafos de Enoc sean posiblemente los documentos precristianos de origen judío que mejor prefiguran la gama de conceptos y títulos cristológicos que se encuentran en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, a los lectores de las escrituras de los últimos días no debería sorprenderles que los temas y conceptos cristológicos también estén presentes en el relato de Enoc del Libro de Moisés. Aunque los argumentos que hemos presentado anteriormente no contestan todas las preguntas que podrían plantearse sobre las referencias al nombre y a los títulos de Jesucristo en el Libro de Moisés, creemos que estas conclusiones preliminares merecen una investigación cuidadosa y no un rechazo apresurado. El conjunto de títulos análogos que se encuentran en el Libro de Moisés y en los pseudoepígrafos de Enoc merece atención.
Epílogo
Las confluencias y divergencias de las creencias judías y cristianas sobre el Mesías en ocasiones han llevado a malos entendidos polémicos. En este sentido, Lucass proporciona una perspectiva útil54:
Si se acepta la primera venida de Jesús como la inauguración de la era mesiánica (basada en la aceptación de que su mesianismo era auténticamente judío…), y si en su segunda venida prevalecieran todas las condiciones esperadas de la Era Venidera, entonces no hay nada en esta proposición que ponga en peligro la integridad del judaísmo tal como está ahora. Por lo tanto, esto invalida efectivamente la afirmación de [Jacob Neusner: “¿Es Jesús el Cristo? Si es así, entonces el judaísmo cae. Si no, el cristianismo fracasa”55. Esta idea del problema permite] alejarse de la afirmación y la negación que ha plagado el diálogo desde la “división de los caminos” (ca. 70 CE), abriendo nuevas posibilidades y una nueva base sobre la cual se puede construir el diálogo.
Es cierto que, por muy plausible que sea, no puede borrar 2000 años de persecución, desconfianza y odio. Aun así, si [esta] premisa… se acepta, a saber, que el mesianismo de Jesús tal y como se presenta en el Nuevo Testamento puede estar arraigado en la tradición judía anterior, entonces creo que… esto proporcionará un puente para el diálogo que hasta ahora no ha existido.
Este artículo es una adaptación de Bradshaw, Jeffrey M. y Matthew L. Bowen. “Truth and Beauty in the Book of Moses”. En Proceedings of the Fourth Interpreter Foundation Matthew B. Brown Memorial Conference, 10 November 2018, editado por Stephen D. Ricks y Jeffrey M. Bradshaw. Temple on Mount Zion 5, en preparación. Orem and Salt Lake City, UT: The Interpreter Foundation and Eborn Books, www.templethemes.net.
Otras lecturas
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Zinner, Samuel. Comunicación personal a Jeffrey M. Bradshaw, August 17, 2018.
Notas sobre las ilustraciones
Ilustración 1. Jeffrey M. Bradshaw, fotografía ID DSC05339.jpg (13 de octubre de 2012). Para obtener más información sobre la interesante historia de este busto, consulte J. M. Bradshaw et al., God’s Image 2, pág. 117, pie de foto de la Ilustración M7-8.
Notas al pie de página
1 Central de la Perla de Gran Precio, “La comisión profética de Enoc: Introducción”, Perspectiva #1 del Libro de Moisés (30 de junio de 2020).
2 Moisés 6:36–37.
3 R. Skousen, Language of the Original Text, pág. 104.
4 Perspectiva #16 del Libro de Moisés, próximamente.
5 M. Barker, Joseph Smith and Preexilic, págs. 79–80. Shirley Lucass coincide en señalar la creciente aceptación de este escrito (S. Lucass, Concept of the Messiah, pág. 193):
La sugerencia de que Jesús es Yahvé, aunque antigua en sí misma, está comenzando a ser redescubierta y retomada. Para el cristianismo, no presenta ningún conflicto de intereses, aunque inicialmente puede causar sorpresa.
Al comentar sobre tradiciones relevantes en el judaísmo, Lucass escribe (ibíd., pág. 192):
Filón introdujo la idea de la figura del Logos como un intermediario, mientras que el Memra de los Tárgumim proporciona otro ejemplo. Así lo reconoce también Idel (M. Idel, Messianic Mystics, pág. 41):
En algunos casos, el Mesías ha sido concebido también como el representante de lo divino en este mundo. El mismo hecho de que la frase meshiaḥ Yhwh se repita en las fuentes muestra esa conexión especial entre él y Dios. Este nexo podría ser a veces más fuerte y más rico, como lo fue más tarde en la teología cristiana y en la cábala extática y el sabbateanismo, o menos evidentemente, en algunos otros casos en las fuentes judías, aunque tal visión se encuentra también en la literatura rabínica, donde el Mesías es descrito como una de las tres entidades designadas por el Tetragramaton.
6 1 Nefi 13:40.
7 Mosíah 3:8; 3 Nefi 5:5.
8 James Charlesworth lamenta: “Es penoso comprobar que la mayoría de las publicaciones sobre los mesianismos de 1 Enoc están viciados por no percibir el carácter heterogéneo de los “cinco libros” dentro de 1 Enoc y la equiparación de “el Mesías” con otros títulos mesiánicos” (J. H. Charlesworth, Messianism, pág. 134 no. 45).
9 Y. Ben Tov, Book of Enoch. El eminente historiador Santos de los Últimos Días, Richard L. Bushman, también ha llegado a la conclusión de que los temas principales de “los 105 capítulos traducidos de Laurence no se parecen al Enoc de José Smith de ninguna manera obvia” (R. L. Bushman, Rough Stone, pág. 138). Véanse las conclusiones similares del historiador Jed L. Woodworth (J. L. Woodworth, Enoch, págs. 190–192.
10 J. H. Charlesworth, Messianism, pág. 113. Véase, por ejemplo, G. W. E. Nickelsburg, 1 Enoc 1, 48:10, pág. 166; 52:4, pág. 187.
11 J. H. Charlesworth, Messianism, pág. 121. Solo cinco obras judías de los cincuenta documentos pseudoepigráficos estudiados por Charlesworth contienen ideas o títulos mesiánicos explícitos, aunque algunos más “emplean títulos mesiánicos distintos de ‘el Mesías’ y sus derivados” (ibíd., p. 123).
12 Para un análisis más detallado, véase {Bradshaw, 2014 #4031}, págs. 36, 78–79, 117, 153–154.
13 Además de Genesis 22:2, 12, 16, la forma masculina de yāḥîd se presenta en Jeremías 6:26; Amós 8:10; Zacarías 12:10; y Proverbios 4:3.
14 L. C. L. Brenton, Septuagint, Psalms 21:20, pág. 710: “Libra de la espada mi alma; mi unigénito (monogenēs) de la garra del perro”.
A modo de contraste, el término utilizado en el texto hebreo del Salmo 22:20 (yāḥîd, literalmente “mi único” [véase, por ejemplo, M. Abegg, Jr., et al., Scrolls Bible, pág. 751 n. b; H. Marks, et al., English Bible, 1:977 no. 22:20]) se traduce de forma variada y con más dificultad en las Biblias inglesas como “mi vida” (H. W. Attridge, et al., HarperCollins Study Bible, pág. 751), “mi preciosa vida” (L. T. Dennis, et al., ESV, pág. 965), o “darling” (amada) en la Biblia rey Santiago—estas dos últimas versiones prefieren dar prioridad al sentido de apego emocional que transmite el término agapētos (amado) sobre la relación biológica literal que subraya el término monogenēs (unigénito). De manera similar, la elección de la Septuaginta de la palabra agapētos en lugar de monogenēs en la traducción griega del hebreo yāḥîd en Génesis 22:2, 12, 16 enfatiza el amor único de Abraham por su único hijo Isaac (Génesis 22:2—“tu único hijo Isaac, a quien amas”) y tiene su paralelo en la elección del Nuevo Testamento griego de agapētos en lugar de monogenēs para enfatizar el amor único del Padre por Su Hijo unigénito (Mateo 3:17 y 17:5—“Este es mi hijo amado”). Para obtener más información sobre este tema, consulte God’s only begotten Son, God’s Only Begotten Son.
Por cierto, la Septuaginta (que concuerda con un rollo del Mar Muerto encontrado en Naḥal Ḥever) también ofrece una interpretación de un versículo anterior del mismo Salmo que es importante para los cristianos: “Atravesaron mis manos y mis pies” (L. C. L. Brenton, Septuagint, Psalms 21:16, pág. 710; M. Abegg, Jr., et al., Scrolls Bible, Psalm 22:16, pág. 519). El eminente traductor de la Biblia hebrea Robert Alter señala que “el texto hebreo recibido [para esa frase], literalmente ‘como un león mis manos y mis pies’- no tiene sentido”. Así que traduce la frase como “me ataron de manos y pies”, aunque admite que “no existe una justificación textual antigua para esta interpretación” (R. Alter, Biblia Hebrea, 3:68 no. 17).
15 Véase, por ejemplo, Juan 1:14; 3:16, 18; 1 Juan 4:9.
16 Véase Hebreos 11:17.
17 S. Zinner, 17 de agosto de 2018. Véase Philo, Abraham, 23–24, pág. 255.
18 “Dios habiendo sembrado y generado excelente prole” (Philo, Abraham, 142, pág. 266). De acuerdo con Samuel Zinner (S. Zinner, 17 de agosto de 2018), esto se refiere a la idea de que, además del preeminente Moisés, Isaac es el Logos, nacido de Dios, como lo son también Abraham y Jacob. Véase también Philo, Unchangeableness, 4, pág. 13: “El perfecto Abraham… trae a Dios al amado, al único hijo legítimo verdaderamente nacido del alma, esa imagen clarísima de la sabiduría autodidacta, llamado Isaac”.
19 Cf. DyC 76:54, 67, 71, 94, 102; 77:11; 78:21; 88:5; 93:22; 107:19.
20 DyC 93:1. Véase también Mateo 1:25; Lucas 2:7; Colosenses 1:15.
21 El pasaje completo dice lo siguiente (M. R. Vincent, Word Studies in the New Testament, 4:553):
Y la iglesia de los primogénitos que están escritos en el cielo (καὶ ἐκκλησίᾳ πρωτοτόκων ἀπογεγραμμένων ἐν οὐρανοῖς). Esto forma una cláusula distinta; “y a la iglesia”, etc. Para ἐκκλησία, asamblea o iglesia, véase en Mateo 16:18; 1 Tesalonicenses 1:1. Las “miríadas” abarcan no solo a los ángeles, sino también a los hombres redimidos, inscritos como ciudadanos de la comunidad celestial y con titulo a los derechos y privilegios de los hijos primogénitos. Πρωτότοκος primogénito se aplica principalmente a Cristo en el Nuevo Testamento. Véase Romanos 8:29; Colosenses 1:15, 18; Hebreos 1:6; Apocalipsis 1:5. Compare Hebreos 11:28 y L. 2:7. Aplicado correctamente a los cristianos en virtud de su unión con Cristo, “el primogénito de toda la creación”, “el primogénito de entre los muertos”, como parte de su filiación y herencia. Véase Romanos 8:14–17, 29. La palabra también señala a los cristianos como el verdadero Israel de Dios. Se sugiere la analogía con el primogénito de Israel, al que se le atribuía una santidad peculiar, y cuya consagración a sí mismo Dios ordenó (Éxodo 13:1, 11-16); y con la aplicación posterior del término primogénito a Israel como pueblo, Éxodo 4:22. Así quedó preparado el camino para su aplicación al Mesías. Además, parece haber una clara referencia al caso de Esaú (v. 16). Esaú fue el primogénito de los hijos gemelos de Isaac (Génesis 25:25). Vendió su primogenitura (πρωτοτοκία), y así perdió el privilegio del primogénito. La asamblea a la que se presentan los creyentes cristianos está compuesta por aquellos que no se han desprendido de su primogenitura, sino que han conservado los privilegios de los primogénitos. La frase “iglesia de los primogénitos” incluye a todos los que han poseído y retenido su primogenitura celestial, vivos o muertos, de ambas dispensaciones: todo el Israel de Dios, aunque es muy probable que la iglesia cristiana haya sido la más prominente en el pensamiento del escritor.Las cuales están escritas en los cielos (ἀπογεγραμμένων ἐν οὐρανοῖς). Ἀπογράφειν, solo aqui y L. 2:1, 3, 5, significa anotar o copiar; inscribir en un registro los nombres, bienes e ingresos de los hombres. Por lo tanto, ἀπογραφή una inscripción. Véase sobre L. 2:1, 2. Aquí, inscritos como miembros de la comunidad celestial; ciudadanos del cielo; Filipenses 4:3; Apocalipsis 3:5; 13:8, etc Para la imagen, véase Éxodo 32:32; Salmo 69:28; Isaías 4:3; Daniel 12:1; L. 10:20.
22 DyC 84:38. Cf. Lucas 15:31.
23 Romanos 8:29.
24 Véase, por ejemplo, J. D. Levenson, Death and Resurrection.
25 F. H. Borsch, Son of Man, págs. 55–88.
26 Arameo bar ʾĕnāš = hebreo ben-ʾādăm como en el Salmo 8:5 (MT 4).
27 G. W. E. Nickelsburg et al., 1 Enoc 2, 46:2–4, pág. 153; 48:2, pág. 166; 60:10, pág. 233; 62:5, 7, 9, 14, pág. 254; 63:11, pág. 255; 69:26–27, 29, pág. 311; 70:1, pág. 315; 71:14, 17, pág. 321. Muchos artículos y libros se han dedicado a la idea del “Hijo del Hombre” en el Libro de las Parábolas. Como pequeña muestra de estos volúmenes, véase J. A. Waddell, Comparative Study; M. Casey, Solution; F. H. Borsch, Son of Man; F. H. Borsch, Christian and Gnostic.
28 Moisés 7:24, 47, 54, 56, 59, 65. Curiosamente, Brant Gardner observa que aunque (BA Gardner, Second Witness, pág. 222):
“Hijo del hombre” aparece ochenta y siete veces en el Nuevo Testamento… aparece solo una vez en el Libro de Mormón, a pesar de las muchas veces que José Smith usó frases o versículos del Nuevo Testamento en sus traducciones del Libro de Mormón. Ese único caso es una cita de Isaías 51:12 (2 Nefi 8:12). ¿Por qué nunca se usa este título? Creo que se debe a que los pueblos del Libro de Mormón nunca experimentan al Mesías como el “Hijo del Hombre” o como un ser humano. Lo experimentan solo como un Dios. Solo lo comprendían como un Dios, ya sea como Yahvé en el cielo, o como el Mesías resucitado y claramente más que hombre en la tierra de Abundancia.
Del mismo modo, “el apóstol Pablo nunca utiliza el término ‘hijo del hombre’ (el término habría carecido de sentido para su audiencia gentil)”, aunque “una serie de textos paulinos indican que estaba al tanto de las tradiciones sinópticas sobre la venida del hijo del hombre conservadas tanto en Marcos 13 como en Q (1 Tesalonicenses 4:15-17; cf. Marcos 13:26-27; 1 Tesalonicenses 5: 2; cf. Mateo 24:42–44 y Lucas 12:37–40; cf. también 1 Tesalonicenses 5:3–17 con Lucas 21:34–36). Además, sus referencias a la función de Jesús como juez en nombre de Dios bien pueden derivar de esta tradición de hijo del hombre, aunque su título operativo en estos contextos es ‘Señor'” (G. W. E. Nickelsburg, Judaism, págs. 110-111. Véase, de manera general, págs. 104–112).
29 Moisés 7:39. Cf. Moisés 4:2. Véase G. W. E. Nickelsburg et al., 1 Enoc 2, 39:6, pág. 111; 40:5, pág. 130; 45:3–4, pág. 148; 49:2, 4, pág. 166; 51:5a, 3, pág. 180; 52:6, 9, pág. 187; 53:6, pág. 194; 55:4, pág. 198; 61:5, 8, 10, págs. 243, 247; 62:1, pág. 254.
30 En otras palabras, “Mesías”. Véase Moisés 7:53. Véase G. W. E. Nickelsburg et al., 48:10, pág. 166; 52:4, pág. 187.
31 Moisés 6:57; 7:45, 47, 67. Véase G. W. E. Nickelsburg et al., 38:2, pág. 95; 53:6, pág. 194. El término también aparece implícitamente en 39:6, pág. 111; 46:3, pág. 153; 49:2, pág. 166; 62:2-3, pág. 254.
32 G. W. E. Nickelsburg et al., 1 Enoc 2, pág. 119, énfasis añadido. El análisis completo se encuentra en las páginas 113-23. Cf. J. H. Charlesworth, Jesus Within Judaism, pág. 39: “Claramente, [el Hijo del Hombre celestial, el Mesías, el Elegido (Escogido) y el Justo] son cuatro términos para el mismo intermediario de Dios”. Para un análisis adicional del título “Hijo del Hombre” desde la perspectiva de los Santos de los Últimos Días, véase S. K. Brown, Man and Son of Man. Para más información sobre el debate en torno a este título, véase J. M. Bradshaw et al., God’s Image 2, pág. 191, ENDNOTE M7–16.
33 F. H. Borsch, Son of Man, pág. 152 no. 4. Borsch proporciona un contexto adicional en esta cita más completa (ibíd., págs. 152, 153, 152 no. 4):
[Nos recuerda… al rey que se cree que asciende a los reinos celestiales, cae ante su dios, es levantado por el sacerdote, llama al dios y es proclamado como la contraparte y el antepasado, aquel que fue antes de la Creación, aquel que puede pensarse que ahora tiene una existencia en el cielo, el primero de los reyes, el Hombre, o (enfatizando la idea de una contraparte) el Hijo del Hombre. El rey terrenal sube al trono de su antepasado primigenio (ahora celestial) [es decir, el “Adán” celestial. Véase J. M. Bradshaw, God’s Image 1, pp. 603–605] y se convierte en él, o, si se quiere, se convierte en su representante. El Hijo del Hombre, que será el Rey-Hombre, ahora es nombrado y entronizado. … Por lo tanto, concluiríamos que en este concepto del Hijo del Hombre, en quien se convierte Enoc, se da una nueva vida a aspectos del lenguaje y las imágenes de los antiguos ritos de entronización del Hombre real. …
Originalmente, la idea parece haber sido que el verdadero celestial era el Hombre, siendo su contraparte su hijo. Dado que el hijo ascendería para convertirse en el Hombre y así sería el Hombre como el Hijo del Hombre, no es difícil ver… cómo y por qué el verdadero celestial podría ser llamado el Hijo del Hombre. Lógicamente, pues, el nuevo Hijo del Hombre debería llamarse Hijo del Hijo del Hombre, pero pocos se preocuparían de tal sutileza en este contexto (aunque los gnósticos posteriores… parecen haber retomado este aspecto del asunto y haber hablado de un Hombre y un Hijo del Hombre e incluso de un tercero en esta secuencia).
Para un análisis de las investigaciones más recientes, se describen brevemente tanto las críticas (M. Casey, Solution) como las nuevas ampliaciones de los argumentos de Borsch (J. A. Waddell, Comparative Study), véase J. M. Bradshaw et al., God’s Image 2, págs. 190–191 no. M7-14. Para las enseñanzas relacionadas con los Santos de los Últimos Días relativas a los términos “Ahman” e “Hijo Ahman” para referirse a Dios y al Hijo de Dios (Jesucristo), véase ibíd., pág. 78 comentario 6:57c. Para un ensayo interesante que desenreda parte de la confusión sobre el papel de Jesucristo como Padre e Hijo, véase B. A. Gardner, Second Witness, Excursus: The Nephite Understanding of God, págs. 214–222. Sobre el debilitamiento de este concepto en algunas corrientes del judaísmo del Segundo Templo en aras de preservar la idea del monoteísmo estricto, véase R. Bauckham, Most High God.
34 S. Lucass, Concept of the Messiah, pág. 190.
35 J. H. Charlesworth, Jesus Within Judaism, pág. 42. Véase Marcos 1:22, 7:37, 11:18; Mateos 7:28; Lucas 4:32, 19:48; Juan 7:46.
36 1 Enoc 62–63, 69.
37 R. Patai, Messiah, Kindle Edition, Location 306 of 7941.
38 Es importante destacar que Patai incluye una colección de fuentes sobre el Mesías ben Joseph en ibíd., págs. 165–170. Véase también T. G. Hatch, Messiah ben Joseph; J. A. Tvedtnes, Lord’s Anointed; J. M. Bradshaw et al., By the Blood Ye Are Sanctified (TMZ 4), pág. 112; J. H. Charlesworth, Messianism, págs. 113–114, 133–134 no. 35.
39 A.-J. Levine et al., Jewish Annotated, pág. 3 no. 1. Sobre el Mesías como el hijo de David en el Antiguo Testamento y la literatura rabínica, véase Isaías 11:1; Jeremías 23:5, Y. i. Chaviv, Ein Yaakov, Sukkah 52a, pág. 228; ibid., Sanhedrin 97a, págs. 661–662.
40 J. H. Charlesworth, Messianism, pág. 113.
41 S. Lucass, Concpet of the Messiah, pág. 190. Lucass continúa (ibíd., págs. 197, 198, 199):
Tanto Isaías 52:13-53:12 como el Salmo 22 reflejan la función del rey/ungido en las Escrituras hebreas, siendo la figura del Siervo de Isaías un “tipo” del rey cuyo conjunto se asemejaba mucho al del rey, un papel que, a su vez, reflejaba el de las culturas circundantes, la práctica de la realeza sacral y el papel central desempeñado en la fiesta del Año Nuevo. También se demostró a partir de los Salmos que en esta fiesta el rey era “abandonado” por Yahvé y sus seguidores, que se sometía a una forma de humillación cúltica, seguida de un ritual en el que se luchaba contra los enemigos de Yahvé/Israel (físicos y espirituales) en forma de aguas caóticas. Posteriormente “descendió a los infiernos”, fue rescatado por Yahvé (resucitó) y fue entronizado, con lo que se convirtió en “Hijo de Dios”/Yahvé. Una comparación con el Nuevo Testamento reveló que cada uno de estos puntos se refleja en el sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús. Además, el función de Jesús se menciona con frecuencia en términos de la función del Siervo en Isaías. …Aunque se puede afirmar que el judaísmo rabínico desechó la idea de un mesías sufriente (aunque eso no explica el Mesías ben Yosef y la doctrina rabínica del sufrimiento vicario como expiación, así como la interpretación mesiánica del pasaje del Siervo sufriente de Isaías 52:13-53:12), ya no es posible afirmar que el mesianismo de Jesús es “no judío” porque sufrió, murió y resucitó. …
El mensaje de Pedro sobre Jesús… no se transmitió como una innovación, sino como el cumplimiento de una profecía: “Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas: que su Cristo había de padecer” (Hechos 3:18). …Lo importante aquí es que los discípulos judíos estaban demostrando a partir de las escrituras hebreas a otros judíos que Jesús era el Mesías, y que era necesario que sufriera, muriera y resucitara (Hechos 17:1).
Mientras que las ideas anteriores relacionadas con la realeza han sido criticadas como excesos de los conceptos mítico-rituales que fueron populares entre algunos estudiosos en décadas anteriores, Robert Oden, entre otros, ha señalado las calificaciones necesarias por las que tales excesos pueden dar paso a una erudición más equilibrada (R. A. Oden, Jr., Bible without Theology, págs. 64–70). Para un estudio comparativo de los antiguos rituales del Cercano Oriente sobre la realeza y la Biblia y su relevancia para el culto en el templo de los Santos de los Últimos Días, véase J. M. Bradshaw et al., Investiture Panel.
42 J. H. Charlesworth, Messianism, pág. 115.
43 R. B. Wright, Psalms of Solomon, 17:24, pág. 667. Cf. 17:33, pág. 668.
44 J. A. Waddell, Comparative Study, pág. 48.
45 Ibíd., pág. 49.
46 Véase, por ejemplo, 2 Nefi 3:15, 25:19.
47 Compara las figuras del Sumo Sacerdote Josué (ungido) en Zacarías 3 y el Mesías/Ungido en Daniel 9:25-26.
48 J. H. Charlesworth, Messianism, págs. 124, 125.
49 J. H. Charlesworth, Messianism, págs. 124, 125.
50 Compárese con Juan 5:27: “y también [el Padre] le dio poder para hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre”. Para comparar las afirmaciones de Jesús en este versículo con ideas relacionadas en el Antiguo Testamento (Moisés, Daniel) y la literatura pseudoepigráfica, véase C. S. Keener, John, 1:651–52. Pablo se refiere a Jesucristo con los títulos “el Señor [ho kyrios], el juez justo [ho dikaios kritēs]” en 2 Timoteo 4:8.
51 Por ejemplo, G. W. E. Nickelsburg y otros, 1 Enoc 2, 69:27 (311): “y todo el juicio fue entregado al Hijo del Hombre”.
52 Véase ibíd., págs. 49–50.
53 Ibíd., pág. 119.
54 S. Lucass, Concept of the Messiah, pág. 209.
55 J. Neusner, Jews and Christians, pág. 49.